— ¡Kiya Montero!
Kiya caminó a toda prisa por el pasillo del banco, ella llevaba unos documentos en las manos y mordía sus labios con evidente nerviosismo.
— El gerente la va a recibir en estos momentos, por favor pasé.
Ella entró a la oficina, el ambiente era tranquilo y un olor a pino inundaba sus fosas nasales. Un hombre de pie delante de una enorme ventana se dió la vuelta y miró a la jovencita con una gran sonrisa, extendió su mano en dirección a una silla y ella tomó asiento.
— Muy bien, señorita Montero. Tengo entendido que solicitó hablar conmigo.
— Si, señor — ella sacó los documentos — quería saber si podía darnos un poco más de tiempo antes de desalojarnos de casa, verá, la propiedad tiene mucho valor para nosotros.
— La propiedad ni siquiera se encuentra en una buena ubicación, no entiendo qué valor pueda tener para ustedes — el hombre miró los papeles y los lanzó con indiferencia — además aquí se refleja que ya el banco les dió un tiempo y a pesar de esto siguen debiendo una cantidad de dinero que de hecho no es una suma grande.
— Verá señor, mi madre se encuentra enferma y lo poco que obtenía de mi beca era distribuido para pagar su medicina además de la comida y necesidades básicas de la familia. Me encuentro recién graduada y espero conseguir trabajo lo antes posible.
— ¿Y todavía perdiste el único ingreso que tenían? No, sinceramente no puedo con esto; a no ser que…
— ¿A no ser que?
El gerente nubló los vidrios de su oficina y su mano se deslizó por los muslos de Kiya, en el momento que estuvo a punto de tocar su zona íntima fue agredido con un puñetazo en medio de sus piernas.
— ¡No le voy a permitir que haga esto! — Kiya se levantó a toda prisa y tomó los documentos — es usted un degenerado que se aprovecha de las necesidades de los demás, ¿Se considera siquiera humano?
Kiya salió a toda prisa, ella subió al autobús que la llevó hasta su casa, en el camino no dejaba de temblar y de ver a los lados. Al entrar a lo que consideraba su hogar, miró a su madre, se encontraba en un estado deplorable y en el momento que los ojos de la mujer la vieron dejó en evidencia un odio profundo que solo hizo que el estado de la pobre chica empeorará.
— Mamá, sabes bien que no puedes tomar — ella intentó quitarle la botella.
— ¡Déjame! — su madre la golpeó — esto es lo que me ayuda a no matarte, por tu culpa tu padre se encuentra en la prisión, maldita seas.
Un escupitajo cayó en el rostro de Kiya, ella solo se limitó a suspirar profundamente y se limpió mientras una lágrima se deslizaba por su rostro. Una pequeña se acercó a su lado y guiñó su vestido con inocencia.
— Hermanita, no llores — ella alzó sus brazos y fue cargada — no me gusta verte llorar.
— No te preocupes cariño, ¿Tienes hambre?
— Sip — ella sonrió con inocencia — mami no estaba de humor para darme de comer.
Kiya fue a la cocina, ella encontró únicamente dos huevos y un pan duro que logró suavizar con la ayuda de agua y un horno.
— Aquí tienes, Zali — ella puso los huevos revueltos y el pan — puedes comer.
— ¿Y tú hermanita?
— ¿Sabes? El señor gerente del banco me invitó a comer, mi barriga se encuentra llena. Así que tú come eso, no te preocupes por mí, solo tomaré un poco de agua.
— ¿Puedes preparar jugo de naranja? A ti te queda rico.
— Está bien, iré a cortar naranjas del árbol.
Ella caminó en dirección al árbol donde su madre la había azotado, su espalda dolió al recordar este suceso y el tiempo que pasó en el hospital por las lesiones tan serias.
Flashback
— ¿Estás segura que no quieres denunciar a la persona que te hizo esto? — el doctor preguntó y ella negó — ¿Por qué?
— Porque no quiero, eso no va a hacer que mi espalda vuelva a ser como antes. Solo deje las cosas así, por favor doctor.
Fin del flashback
Ella tomó las naranjas y fue a la cocina, le sirvió a su hermana el jugo recién exprimido. Se limitó a ver ya que era incapaz de probar dicho líquido.
— Hermanita, bebe un poco — la niña extendió su vaso a su hermana — por favor, no me desprecies.
— No te preocupes cariño, bebe el jugo tú.
Fue tanta la insistencia de la niña que Kiya terminó bebiendo el jugo, en cuanto lo probó salió corriendo ya que le sabía a sangre. Salió del baño y se limpiaba la boca, Zali miró apesarada a su hermana ya que sabía bien que había vomitado.
— Vamos a leerte un cuento, es hora de tu siesta.
Kiya cargó a su hermana y fue a la habitación, ella le leyó un cuento, después de que se quedará dormida fue a su celular y se dió cuenta que había sido cancelado.
Toc, toc, toc. La puerta sonó y ella fue a abrir, al ver a la mujer le sonrió y la abrazó con mucho afecto.
— Profesora, cuanto gusto me da verla. Pero por favor pase, se encuentra en su casa.
— Hola Kiya, te dije que ibas a saber de mí — ella se quedó en el umbral de la puerta — vengo rápido, verás, hay un trabajo y sé que tú eres la indicada para ejercerlo.
— ¿En serio? Me urge trabajar, no quiero perder el tiempo porque sabe mi situación.
— Si, lo sé y por eso fue que te busqué de inmediato. La paga es muy buena, sin embargo, hay un detalle.
— ¿Piden personas con experiencia? — sus ojos se nublaron al decir esto — lo sabía, nadie quiere contratar a una recién egresada.
— No, nada de eso. Ellos están contratando con y sin experiencia, si llevas mi recomendación es muy seguro que te den el empleo, el problema es que el paciente que vas a cuidar se trata de un tanto especial, ninguna terapeuta o enfermera ha podido soportarlo por más de dos semanas. Incluso le tienen un apodo, el diablo sobre ruedas.
— Si es por problemas de paciencia, sabe bien que la tengo y es igual de grande que mi necesidad. Por favor profesora, lléveme al sitio de la entrevista.
En el momento que ellas iban a salir, escucharon que Zali se despertó y empezó a llorar. Kiya, incapaz de dejar a su hermana sola, decidió llevarla consigo.
— Probablemente no sea una buena idea llevar a la niña, pero como decirle que no a esta lindura.
— Hola profesora — ella saludó tímidamente — me alegra volver a verla.
Ellas llegaron a la casa, esta era enorme y los ojos de Kiya no eran capaz de abarcar toda la longitud de dicha propiedad. En cuanto se llegaba a la entrada se podía ver que el sitio estaba adaptado para una persona minusválida.
— Hola Jenna, gracias por haber venido. Supongo que esta es la muchacha que me dijiste, es algo delgada y me preocupa que no pueda cargar con el peso de mi hijo.
— No te preocupes Camille, ella aunque se mira delgada te puedo asegurar que puede con el trabajo, meto mis manos al fuego por Kiya.
— Pero hay un problema, es esa niña. Nunca mencionaste nada de una pequeña incluída, espero que puedas comprender que no podrá estar aquí ya que puede hacer desastres.
— Zali es una niña muy tranquila, además no la traería a trabajar obviamente — Kiya habló con timidez — podré pagar a alguien que la cuide y al finalizar el día se marcha.
— ¿Acaso no le dijiste? — la mujer miró a la profesora y ella negó — escucha jovencita, el trabajo es para quedarse a dormir aquí. La salida es una vez al mes y tienes derecho a un fin de semana, mi hijo no puede estar sin supervisión.
— Pero profesora — Kiya miró a la mujer — si lo hubiera mencionado antes, yo…
— Así que esta es la nueva, es la primera vez que alguien viene con una niña, supongo que es una buena estrategia — el hombre salía en una silla de ruedas eléctrica — aunque a mí no me causa ninguna lastima, eres patética al haber quedado embarazada siendo tan joven.
— Kiya, te presento a mi hijo, él es Bastián Rivadeneira…