Una buena estrategia

1464 Words
— ¡Kiya Montero! Kiya caminó a toda prisa por el pasillo del banco, ella llevaba unos documentos en las manos y mordía sus labios con evidente nerviosismo. — El gerente la va a recibir en estos momentos, por favor pasé. Ella entró a la oficina, el ambiente era tranquilo y un olor a pino inundaba sus fosas nasales. Un hombre de pie delante de una enorme ventana se dió la vuelta y miró a la jovencita con una gran sonrisa, extendió su mano en dirección a una silla y ella tomó asiento. — Muy bien, señorita Montero. Tengo entendido que solicitó hablar conmigo. — Si, señor — ella sacó los documentos — quería saber si podía darnos un poco más de tiempo antes de desalojarnos de casa, verá, la propiedad tiene mucho valor para nosotros. — La propiedad ni siquiera se encuentra en una buena ubicación, no entiendo qué valor pueda tener para ustedes — el hombre miró los papeles y los lanzó con indiferencia — además aquí se refleja que ya el banco les dió un tiempo y a pesar de esto siguen debiendo una cantidad de dinero que de hecho no es una suma grande. — Verá señor, mi madre se encuentra enferma y lo poco que obtenía de mi beca era distribuido para pagar su medicina además de la comida y necesidades básicas de la familia. Me encuentro recién graduada y espero conseguir trabajo lo antes posible. — ¿Y todavía perdiste el único ingreso que tenían? No, sinceramente no puedo con esto; a no ser que… — ¿A no ser que? El gerente nubló los vidrios de su oficina y su mano se deslizó por los muslos de Kiya, en el momento que estuvo a punto de tocar su zona íntima fue agredido con un puñetazo en medio de sus piernas. — ¡No le voy a permitir que haga esto! — Kiya se levantó a toda prisa y tomó los documentos — es usted un degenerado que se aprovecha de las necesidades de los demás, ¿Se considera siquiera humano? Kiya salió a toda prisa, ella subió al autobús que la llevó hasta su casa, en el camino no dejaba de temblar y de ver a los lados. Al entrar a lo que consideraba su hogar, miró a su madre, se encontraba en un estado deplorable y en el momento que los ojos de la mujer la vieron dejó en evidencia un odio profundo que solo hizo que el estado de la pobre chica empeorará. — Mamá, sabes bien que no puedes tomar — ella intentó quitarle la botella. — ¡Déjame! — su madre la golpeó — esto es lo que me ayuda a no matarte, por tu culpa tu padre se encuentra en la prisión, maldita seas. Un escupitajo cayó en el rostro de Kiya, ella solo se limitó a suspirar profundamente y se limpió mientras una lágrima se deslizaba por su rostro. Una pequeña se acercó a su lado y guiñó su vestido con inocencia. — Hermanita, no llores — ella alzó sus brazos y fue cargada — no me gusta verte llorar. — No te preocupes cariño, ¿Tienes hambre? — Sip — ella sonrió con inocencia — mami no estaba de humor para darme de comer. Kiya fue a la cocina, ella encontró únicamente dos huevos y un pan duro que logró suavizar con la ayuda de agua y un horno. — Aquí tienes, Zali — ella puso los huevos revueltos y el pan — puedes comer. — ¿Y tú hermanita? — ¿Sabes? El señor gerente del banco me invitó a comer, mi barriga se encuentra llena. Así que tú come eso, no te preocupes por mí, solo tomaré un poco de agua. — ¿Puedes preparar jugo de naranja? A ti te queda rico. — Está bien, iré a cortar naranjas del árbol. Ella caminó en dirección al árbol donde su madre la había azotado, su espalda dolió al recordar este suceso y el tiempo que pasó en el hospital por las lesiones tan serias. Flashback — ¿Estás segura que no quieres denunciar a la persona que te hizo esto? — el doctor preguntó y ella negó — ¿Por qué? — Porque no quiero, eso no va a hacer que mi espalda vuelva a ser como antes. Solo deje las cosas así, por favor doctor. Fin del flashback Ella tomó las naranjas y fue a la cocina, le sirvió a su hermana el jugo recién exprimido. Se limitó a ver ya que era incapaz de probar dicho líquido. — Hermanita, bebe un poco — la niña extendió su vaso a su hermana — por favor, no me desprecies. — No te preocupes cariño, bebe el jugo tú. Fue tanta la insistencia de la niña que Kiya terminó bebiendo el jugo, en cuanto lo probó salió corriendo ya que le sabía a sangre. Salió del baño y se limpiaba la boca, Zali miró apesarada a su hermana ya que sabía bien que había vomitado. — Vamos a leerte un cuento, es hora de tu siesta. Kiya cargó a su hermana y fue a la habitación, ella le leyó un cuento, después de que se quedará dormida fue a su celular y se dió cuenta que había sido cancelado. Toc, toc, toc. La puerta sonó y ella fue a abrir, al ver a la mujer le sonrió y la abrazó con mucho afecto. — Profesora, cuanto gusto me da verla. Pero por favor pase, se encuentra en su casa. — Hola Kiya, te dije que ibas a saber de mí — ella se quedó en el umbral de la puerta — vengo rápido, verás, hay un trabajo y sé que tú eres la indicada para ejercerlo. — ¿En serio? Me urge trabajar, no quiero perder el tiempo porque sabe mi situación. — Si, lo sé y por eso fue que te busqué de inmediato. La paga es muy buena, sin embargo, hay un detalle. — ¿Piden personas con experiencia? — sus ojos se nublaron al decir esto — lo sabía, nadie quiere contratar a una recién egresada. — No, nada de eso. Ellos están contratando con y sin experiencia, si llevas mi recomendación es muy seguro que te den el empleo, el problema es que el paciente que vas a cuidar se trata de un tanto especial, ninguna terapeuta o enfermera ha podido soportarlo por más de dos semanas. Incluso le tienen un apodo, el diablo sobre ruedas. — Si es por problemas de paciencia, sabe bien que la tengo y es igual de grande que mi necesidad. Por favor profesora, lléveme al sitio de la entrevista. En el momento que ellas iban a salir, escucharon que Zali se despertó y empezó a llorar. Kiya, incapaz de dejar a su hermana sola, decidió llevarla consigo. — Probablemente no sea una buena idea llevar a la niña, pero como decirle que no a esta lindura. — Hola profesora — ella saludó tímidamente — me alegra volver a verla. Ellas llegaron a la casa, esta era enorme y los ojos de Kiya no eran capaz de abarcar toda la longitud de dicha propiedad. En cuanto se llegaba a la entrada se podía ver que el sitio estaba adaptado para una persona minusválida. — Hola Jenna, gracias por haber venido. Supongo que esta es la muchacha que me dijiste, es algo delgada y me preocupa que no pueda cargar con el peso de mi hijo. — No te preocupes Camille, ella aunque se mira delgada te puedo asegurar que puede con el trabajo, meto mis manos al fuego por Kiya. — Pero hay un problema, es esa niña. Nunca mencionaste nada de una pequeña incluída, espero que puedas comprender que no podrá estar aquí ya que puede hacer desastres. — Zali es una niña muy tranquila, además no la traería a trabajar obviamente — Kiya habló con timidez — podré pagar a alguien que la cuide y al finalizar el día se marcha. — ¿Acaso no le dijiste? — la mujer miró a la profesora y ella negó — escucha jovencita, el trabajo es para quedarse a dormir aquí. La salida es una vez al mes y tienes derecho a un fin de semana, mi hijo no puede estar sin supervisión. — Pero profesora — Kiya miró a la mujer — si lo hubiera mencionado antes, yo… — Así que esta es la nueva, es la primera vez que alguien viene con una niña, supongo que es una buena estrategia — el hombre salía en una silla de ruedas eléctrica — aunque a mí no me causa ninguna lastima, eres patética al haber quedado embarazada siendo tan joven. — Kiya, te presento a mi hijo, él es Bastián Rivadeneira…
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