Juliana tomó a su hija del cabello y le arañó la cara de una manera tan profunda que ella empezó a sangrar, la profesora al ver esto, se estacionó y bajó de inmediato.
— ¡Suéltala! — ella forcejeó con Juliana — ¡La vas a matar!
— ¡Es lo que debería de hacer! ¡Por su culpa, mi esposo se encuentra en la prisión!
Juliana terminó soltando a Kiya porque la profesora le dió un golpe en el rostro y quedó inconsciente, en el momento que miró a su ex alumna vió que las lágrimas se mezclaban con la sangre.
— Hay que ir al hospital — la profesora fue detenida — ¿Qué sucede, Kiya?
— Al hospital no, por favor lléveme donde Lucas, él sabe que hacer.
— Pero…
— No, solo haga lo que le pido. Si vamos al hospital, ellos van a avisar a la policía y no quiero que mi mamá se encuentre en problemas.
Ellas fueron a una casa que se encontraba algo cercana al hospital, Kiya empezó a rogar que él estuviera ahí y cuando la profesora tocó el timbre fue un hombre joven quien le abrió, se notaba algo desvelado.
— Lucas — ella habló y él la miró con los ojos tan abiertos que parecían que se iban a salir de sus órbitas — por favor ayúdame.
Él fue al carro y cargó a Kiya sin ninguna dificultad, entraron a la casa sin esperar más tiempo. Al revisar maldijo y fue por un equipo de sutura.
— Fue tu madre nuevamente, ¿No es cierto? — él preparaba la anestesia — ni sé porque te pregunto, es obvio que fue ella.
— Por favor, Lucas — ella hizo un mohín de dolor cuando le pusieron la anestesia — mi mamá, está afectada por lo que sucedió con papá.
— ¡Deja de justificar! — Kiya brincó en la silla — lo siento, es que no puedo entender cómo puedes ser tan buena con alguien que te trata tan mal.
— Es mi mamá, no puedo tratarla mal.
La sutura fue hecha y luego de que Lucas revisará a Juliana, se fueron a la casa de Kiya. Ella llevaba una gasa en su mejilla y el dolor había desaparecido.
— Escucha, mañana vendré por ti para ir a dejarte a la casa donde vas a trabajar. Bebe la medicina que te dió ese joven y no juegues con ella — la mujer sacó dinero de su cartera — consideralo un préstamo, sé bien que no tienen comida.
Kiya aceptó el dinero al saber que era un préstamo, ella se fue a la casa y preparó todo lo necesario.
— Así que finalmente te vas — su madre miró contenta la maleta de su hija — hasta que por fin se me hace la dicha de verte partir, solo has sido un estorbo durante todos estos años.
— Conseguí trabajo, vendré a verte mensual. Zali va a venir conmigo obviamente.
— No, eso sí que no. Zali se queda conmigo y es mi última palabra, ella es mi amada hija, no dejaré que esté contigo.
— Mamá, no te estoy pidiendo permiso sino avisando. Zali viene conmigo y no está a discusión, ¿Para qué quieres tenerla? Ni siquiera la cuidas.
— ¿Acaso no es obvio? Es para hacerte sufrir, sé bien que quieres a Zali y eso te va a dar una lección de que conmigo no se juega.
— ¿Realmente te consideras humana? No puedo creer que disfrutes viendo el sufrimiento de tu hija, a veces siento que no lo soy, si es así por favor dilo, será más fácil continuar adelante una vez que sepa el motivo por el cuál me odias tanto.
— Al parecer no eres muy inteligente, para desgracia de ambas somos madre e hija, te odio tanto porque por tu culpa mi esposo se encuentra en prisión.
— No soy la única culpable en que mi papá se encuentre en prisión, ¿Crees que está bien que su hija fuera a traerlo a un bar a altas horas de la noche? No mamá, esa es la respuesta. De igual forma, no voy a dejar a Zali, así te opongas tú.
— No, no puedes hacerlo. Yo soy su madre y tiene que estar a mi lado.
— ¿Quieres que llame a servicios sociales? Si lo hago probablemente termines en prisión cuando averigüen todo lo que me has hecho y miren que no atiendes a Zali, no hagas que me ponga en esa postura porque sabes bien que lo puedo hacer y llevas todas las de perder.
— No eres capaz de hacerlo, tú me adoras.
— Es cierto que te quiero, sin embargo, por Zali estoy dispuesta a hacer cualquier cosa. Ahora ya sabes, vendré el próximo mes y no sabrás nada de mí.
Kiya mientras caminaba escuchaba todas las maldiciones que su madre le daba, ella sintió un profundo dolor en su pecho y no pudo contener las lágrimas.
— ¡Maldita seas! No tienes idea lo mucho que te odio, te debí abortar cuando salí preñada de ti, solo eres una desgraciada bajo la cara de niña buena. ¡Eres lo peor que me pudo haber pasado y te deseo todo el mal del mundo! ¡¿Me escuchaste?! ¡Me voy a asegurar que nunca seas feliz!
Ella simplemente ignoró las maldiciones de su madre y dejó todo listo para partir al día siguiente. La profesora llegó y le ayudó a Kiya con su equipaje, la joven chica estaba por subirse cuando su madre la jaló del cabello y empezó a golpearla muy fuerte.
— ¡Juliana, suéltala! ¡La vas a matar! — la profesora miró a Zali llorar — ¡Ella es tu hija por un demonio! ¡No es tu enemiga!
Cuando la profesora pudo separarlas, Kiya estaba muy golpeada y a duras penas mantenía la conciencia, subió al carro con dificultad y se fueron de la casa. Ella se miró en el espejo y respiró profundo, la gasa que traía en su mejilla se encontraba con sangre.
— ¿Quieres ir donde Lucas? — Kiya negó — pero no puedes estar así, menos presentarte en tu sitio de trabajo en tales condiciones.
— Quiero que me lleve al hospital, diré que me intentaron asaltar y eso es todo.
Ellas llegaron al hospital, una enfermera la puso en un consultorio y después de eso entró un doctor que no era Lucas.
— ¿Qué te pasó, muchacha? Parece que te atropelló un camión.
— La asaltaron — Lucas entró — ¿No es cierto, Kiya?
— Si — ella habló nerviosa — fue un intento de asalto de hecho, no llamen a la policía que le he visto la cara.
— Doctor Cepeda, ¿Acaso la conoce?
— Si, doctor Silva — él puso su mano en el hombro de su colega — yo la atiendo, ella se sentirá más cómoda conmigo.
Ellos quedaron a solas y después de que Lucas preparará todo lo necesario, empezó a curarla.
— ¿Por qué no me fuiste a buscar? Sabes bien que siempre estaré dispuesto a ayudarte con lo que se te ofrezca.
— No quería que te molestaras nuevamente, sabes bien que a ti no te puedo engañar y que fue mi madre quien me hizo esto.
— No entiendo cómo puedes soportar tanto, es cierto que es tu madre pero nadie tiene derecho a tratarte de esa forma.
Kiya permaneció en silencio y después de que Lucas la atendiera, se fue, ella se miraba muy golpeada y casi todo su rostro estaba con gasas o inflamado.
— No quiero ir a esa casa, me encuentro demasiado golpeada y van a decir que soy… No sé… Quizás una busca pleitos.
— Escucha, no puedes desaprovechar esta oportunidad. Vamos a decirles que te intentaron asaltar y eso es todo, sabes bien que necesitas el trabajo y está es tu oportunidad.
Ellas llegaron a la casa, en el momento que la señora Camille miró a esta chica tan golpeada fue que palideció.
— Vaya, al parecer has contratado a una delincuente, mamá — Bastián miró con cierto recelo a Kiya — ¿Acaso falló el asalto? ¿Piensas intimidarme para que no termines renunciando a la casa? Supongo que es la primera vez que te encuentras en un sitio tan lujoso y piensas que robar…