Bastián saludó con amabilidad a la abuela de Matilde, él parecía ser otro con aquella mujer la cuál tenía unas cuantas canas en su cabello. — Nana, te presento a Kiya — él le sonrió y tomó la mano de la anciana — es mi fisioterapeuta y también la mujer que quiero. Las mejillas de Kiya se sonrojaron al escuchar la firmeza con la que Bastián hablaba, ella saludó a la señora con un poco de vergüenza ya que no le permitieron y tampoco podía levantarse para hacerlo de forma apropiada. — Muy bien, iré preparando algo para comer. Deben venir exhaustos por el viaje y también con hambre, pero antes necesito saber algo — ella miró a Kiya — pequeña, ¿Te gusta la comida picante? — De hecho no, prefiero lo ácido pero que no sea naranja sino limón. — Perfecto, iré haciendo la comida según los gusto

