Con la bendición y los aplausos de los invitados, Bastián y Kiya salieron de la iglesia en un momento verdaderamente romántico y elegante. Un carruaje tirado por majestuosos caballos blancos los esperaba afuera, decorado con arreglos florales que combinaban a la perfección con la belleza del día. Mientras se aproximaban al carruaje, sus ojos se encontraron, reafirmando el amor y la emoción que compartían en ese momento.
Su amor era palpable mientras Bastián ayudaba a Kiya a subir al carruaje con ternura y cuidado. Las risas y los susurros de felicidad llenaban el aire mientras se acomodaban en el asiento, listos para iniciar su viaje como marido y mujer. Los caballos empezaron a trotar con gracia, llevándolos por calles empedradas y paisajes hermosos.
— Me siento como en un cuento de had
