**SIENNA** Él me levantó en sus brazos, y mis piernas se enroscaron alrededor de su cintura. Me llevó hasta el sillón, sin romper el beso ni un instante. Nos dejamos caer suavemente yo en horcajadas, y luego se inclinó a besar mi cuello, con los ojos ardiendo de deseo. —¿Estás segura de que quieres que me detenga? —preguntó, con la voz ronca. No respondí con palabras. En lugar de eso, lo atraje hacia mí, besándolo con una intensidad que dejaba claro mi deseo. No había vuelta atrás. Estábamos a punto de no tener retorno, de entregarnos a la pasión. Y, en ese momento, no me importaba nada más. Siempre lo cabalgué, él marcaba el ritmo, cuidando que no me excediera cuando mis movimientos se volvían ligeros y salvajes. Lo cabalgué, él marcaba el ritmo, cuidando que no me excediera cuando

