**SIENNA** CONTINUACION DEL FLASHBACK. Fátima nunca me explicó por qué confiaba en mí. Tal vez porque yo nunca la traicioné, ni siquiera en pensamiento. Quizás debido a que comprendió que sabía cuándo callar, pero también cuándo actuar. Como aquella noche en el restaurante francés, donde noté que el mesero había cambiado los cubiertos tres veces sin razón aparente, y simplemente intercambié discretamente nuestros platos cuando Fátima se distrajo saludando a un conocido. Ella nunca dijo nada, pero al día siguiente mi salario había aumentado un 20 %. O como cuando el ascensor del hotel se detuvo en un piso que no habíamos presionado, y yo simplemente me posicioné entre la puerta y Fátima hasta que las puertas se cerraron y continuamos nuestro ascenso. El hombre que esperaba en ese piso

