**SIENNA** El reloj en la pared marcaba las dos de la madrugada, pero el sueño se sentía imposible. Me levanté y caminé hacia la ventana, observando las calles vacías de mi colonia. En seis días, tal vez estaría viendo un paisaje completamente diferente. En seis días, tal vez ya no sería Sienna, la hija problemática que llegaba tarde y preocupaba a su madre. **** Es sábado. El calor se filtraba por las rendijas de la puerta como una advertencia líquida y persistente, y yo ya tenía el bolso colgado del hombro cuando la voz de mi madre se alzó desde la cocina con la puntualidad de un reloj descompuesto. —¿Otra vez saliendo? —dijo sin dignarse a levantar la vista del fregadero, donde atacaba los platos con una saña que parecía dirigida más hacia mí que hacia la grasa adherida—. ¿Y a qué h

