**SIENNA** Se acercó a la mesa del desayuno, sirviendo café en una taza de porcelana blanca con el emblema del hotel grabado en oro. Los movimientos eran deliberados, tranquilos, como si estuviéramos discutiendo el clima y no mi encarcelamiento. —Ella es de las que cree en los lazos familiares —continuó, sin mirarme—, especialmente cuando hay un heredero de por medio. Un nieto que llevará el apellido Sinclair. Eso lo cambia todo. Un heredero. La palabra me golpeó como una bofetada. No era yo quien le importaba a esa mujer. Era el bebé. Era la sangre, el linaje, la continuación de su preciosa dinastía. Yo era simplemente el recipiente incómodo que había que tolerar. Me lo van a quitar… Negué con la cabeza violentamente, retrocediendo un paso, luego otro, hasta que mi espalda chocó co

