**SIENNA** No importaba la belleza de mi jaula, la suavidad de la cama, ni lo deliciosa de la comida. No me convertiría en la muñeca obediente que Romina esperaba, ni en la incubadora silenciosa que entrega a su bebé y desaparece. Puedo sonreír. Puedo jugar a la dócil invitada, a la futura madre agradecida por su generosidad. Podría asistir en los alimentos y agradecer las atenciones prestadas. Pero mis ojos están abiertos, más abiertos de lo que han estado nunca. Estoy observando, aprendiendo, memorizando cada detalle, cada interacción, cada mirada intercambiada cuando creen que no estoy prestando atención. —Esta vieja no es sincera, eso lo sé. ¡Qué malditas reglas quiere que aprenda! Se volvió loca. Me levanté y caminé hacia el ventanal, observando los jardines extensos que se extend

