UN GRITO AHOGADO

1404 Words

**SIENNA** Me quedé inmóvil en la cama, exactamente en la misma posición en la que Gabriel me había dejado. Podía sentir todavía el fantasma de su calor a mi espalda, el peso de su brazo alrededor de mi cintura, la presión suave de su mano sobre mi vientre. Era una huella, un recuerdo tangible de la intimidad no física que habíamos compartido. “Voy a amarte. Voy a protegerte. Voy a quedarme”. Sus palabras reverberaban en mi cabeza como ecos en una caverna vacía, rebotando una y otra vez hasta que me dolían los oídos. O quizás era mi corazón el que dolía. Ya no podía distinguir la fuente del tormento. No me tocó de forma romántica. No cruzó esa línea física que ambos hemos estado evitando, esa frontera que separa al jefe protector del hombre. Pero, de alguna forma, lo que hizo fue peor.

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