Capítulo 2

1185 Words
DOS Asher —La tabla se astilló y se partió en dos bajo mis nudillos ensangrentados, pero no dudé. —¡Otra! —ladré a mi principal ejecutor y segundo al mando, Zane. Él sacó una tabla nueva del montón sin decir palabra y se preparó para el siguiente golpe. Me eché hacia atrás y atravesé la tabla con mi puño. Al igual que la docena anterior, fue un consuelo vacío para mi furia desbordante. —Mi maldito, entrometido, que-no-sabe-cuándo-parar padre… —Me retiré con un gruñido antes de que Zane pudiera sacar otra tabla del montón, y planté las manos en las caderas para poder caminar de un lado a otro. No podía quedarme quieto, o iba a empezar a hacer agujeros en la pared de mi granero, y acababa de construir la maldita cosa. No podía permitirme reparaciones ahora mismo. —No con un cuarto de la población mundial de lobos descendiendo sobre nosotros en dos semanas. —¿Por qué piensa que esto es una buena idea? Un gran mercado de apareamiento no va a resultar en nada más que derramamiento de sangre. Tantos machos sin pareja en un solo lugar, con todas esas feromonas… Va a ser un caos, y la gente va a salir herida. ¿Por qué haría esto? —Estaba hablando mayormente conmigo mismo, pero Jasper respondió de todos modos, desde su posición recostado casualmente contra uno de los postes de soporte del granero. —Tal vez porque estás en tus treinta y él está cansado de esperar a que conquistes y muerdas a una mujer por tu cuenta, ¿hmm? —Le gruñí en respuesta. Mi lobo se adelantó, buscando el peligro que causaba mi rabia. Cuando lo único que encontró fueron nuestros compañeros de manada más confiables en un granero por lo demás vacío, se enroscó con un bufido molesto. Tú también, amigo. No estoy listo para tener pareja aún, y vas a tener que lidiar con eso. No consideró eso digno de una respuesta y se quedó dormido. Aunque agitó la cola hacia mí como si me estuviera haciendo un gesto grosero antes de cerrar los ojos. Bastardo hambriento de lobas. —Mi lobo se había emocionado cuando recibí la llamada de mi padre esa mañana declarando los terrenos de mi manada como el lugar de la primera reunión de todas las manadas en siglos. La idea de todas esas lobas elegibles lo había hecho aullar y ladrar de alegría. Yo, por otro lado, no tanto. —Independientemente de por qué —Zane le lanzó a Jasper una mirada puntiaguda de "no estás ayudando"— tenemos mucho trabajo por hacer, y dijo que empecemos a esperar gente en tan solo una semana. ¿Dónde vamos a poner a todos? Tenemos algunas habitaciones en la cabaña, claro, pero solo una de las casas de literas está terminada. Si ponemos a toda la manada en ello, podríamos adelantar el cronograma, tener la segunda terminada con seguridad, y la tercera al menos cerrada, si no otra cosa… —Gruñí, aún demasiado enojado para concentrarme en los detalles, aunque la decisión final tenía que ser mía. Ese era el trato de ser Alfa: tenías todo el poder, tenías toda la responsabilidad. No era ni de cerca tan divertido como lo pintaban. Obligándome a calmarme, cerré los ojos por un momento y respiré hondo varias veces por la nariz. Los aromas familiares a serrín, tierra y abeto inundaron mis sentidos, trayéndome unos centímetros de vuelta del borde. El autoritario, dominante, entrometido —Para, Asher. Concéntrate. —Sacudí la cabeza para aclararla y le di una decisión. —Sacamos a todos excepto a Marise y Neo, porque los necesitamos libres para preparar la comida también. Eira obviamente no está disponible, dado su embarazo. Todos los demás pueden ayudar. Aceleren la segunda casa de literas, hagan cada habitación doble, y si la tercera no está terminada, ahí pueden dormir los chicos, y los que lleguen temprano pueden colaborar antes de que comience la festividad. También podemos alojar gente aquí, si es necesario. No sería la primera vez que alguno de nosotros duerme a la intemperie. —Suena como un plan, Alfa. —Zane inclinó la cabeza en señal de reconocimiento y se excusó del granero. —Eso me dejó solo con Jasper, mi tercero. —¿Quieres hablar de eso? —No —dije, ya de vuelta a caminar de un lado a otro. Pasé los dedos por mi cabello desordenado por lo que parecía la décima vez en diez minutos. —No va a ser tan malo. Los otros Alfas sabrán quiénes son sus exaltados, y haremos lo mejor para mantener a todos ocupados. Eira está disfrutando de sus deberes de reposo en cama como planificadora de actividades. Fue inteligente, por cierto, darle algo que hacer desde el principio para que se sienta importante, aunque no pueda estar de pie y moviéndose. —Eira era nuestra única loba embarazada, y la prima de Jasper. Dulce como cordero, hasta que la hacías enojar. Entonces sabía cómo usar sus colmillos. —Sí, bueno, no puedo permitir que se lastime, ¿verdad? Adam intentaría arrancarme la cabeza. —Él rio, el sonido oscuramente divertido. —Está aún más sobreprotector ahora. —Suspiré y finalmente dejé de caminar. —No culpo al hombre. Perdemos más de nuestras mujeres en el parto que las que cualquier guerra o enfermedad nos ha quitado jamás. No es de extrañar que nuestros números disminuyan cuando los embarazos son tan duros. Si estuviera en su lugar, estaría hecho un desastre sobre cuatro patas. —Cuándo. —¿Qué? —Cuando estés en su lugar. No vas a salir de esta reunión sin pareja. Cuanto antes lo aceptes, mejor. Tu viejo está en una misión para verte apareado y paternal, ya mismo. Sabes que la línea gobernante tiene que estar asegurada, y no va a dejarte en paz hasta que lo esté. —Gruñí de nuevo, molesto por su lógica. Pensar en mí en los zapatos de Adam me dejaba enfermo del estómago. Claro, era Alfa y responsable del bienestar de mi manada, y los amaba a todos. Pero una pareja embarazada era un nivel completamente diferente de preocupación. Tenía control en algunas situaciones, pero en la mayoría, mis compañeros de manada eran libres de vivir sus vidas y tomar sus propias decisiones. —Poner a la mujer que amaba en peligro por el simple hecho de estar con ella, la progresión natural del matrimonio a la paternidad, a formar nuestra propia pequeña manada… me horrorizaba. La idea de aparearme con una mujer, embarazarla y perderla a ella y al bebé de un solo golpe… Era bueno que el vínculo de pareja me matara junto con ellos, porque de lo contrario me volvería feral. El pensamiento me dejaba paralizado de miedo. —No, no estaba listo. Y ninguna cantidad de intromisiones de mi padre me haría estarlo un minuto antes. Mi lobo soltó un bufido molesto ante mi línea de pensamiento y comenzó a caminar. No estaba de acuerdo, pero tendría que aprender a lidiar con eso junto con mi padre.
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