LISSANDRO RINALDI
Todo el camino a casa estuve con la mirada perdida en la ciudad y ahora llegó el momento de afrontar todo, sea cual sea la decisión de Nain tengo que aceptarla. Si mi propia madre fue capaz de abandonarme ¿Por qué no ha de ser ella capaz de hacerlo? Por cosas como estas es que siempre trate de mantener el corazón fuera de la cama.
Cuando Massimo detuvo el coche, después de pensarlo un poco me armé de valor y salí del auto. Sebastián se enganchó a mi mano, su tacto era firme y fuerte, como si tuviera miedo de que lo dejase abandonado. Ver los ojos del pequeño me traslado al pasado, pero entre él y yo había una enorme diferencia del cielo a la tierra. Su madre no lo abandonó porque quiso en cambio la mía sí.
Camino hasta la puerta y tocó el timbre, al instante la puerta
