2 Elris

1603 Words
Capítulo 2 Amo tener sexo, todas las veces que vi a Yuliana mirándome me la imagine debajo de mi cuerpo, incluso llegue a tener erecciones mientras daba una clase y tenía que terminarla estando tras el estrado, por eso cuando la vi en mi oficina intentando seducirme me sentí tan encerrado, tan tentado a hacer algo que jure que nunca haría, tener sexo con una estudiante, nunca lo he hecho. Intente resistirme y no pude, incluso me detuve y antes de que se marchara me fue imprescindible dejar la puerta abierta para que en un futuro vuelva a intentarlo, y sé que lo hará. – Elris – me llama Tania, una compañera que cree que es muy atractiva y a la cual solo veo de manera desagradable – ¿puedo ayudarte en algo? – asiente y muerde su labio – ¡puedes ayudarme en muchas cosas! – sugiere, mi cuerpo está adolorido por haber detenido la sección de sexo antes de satisfacerme – No me tientes, hoy no es el día – sonrió, ella me toma de la mano y camina a su departamento, como dije antes no me parece atractiva, pero podría descargar mi frustración en su cuerpo, y es precisamente lo que hago. Nada más entrar me besa, me quedo tranquilo para ver claramente cuáles son sus intenciones, se arrima hacia mí y se restriega sobre mi cuerpo. Es tan excitante como un trozo de plástico, al menos hasta que comienzo a pensar en Yuliana, la sexy estudiante que debe de estarme odiando en este momento, la volteo de espaldas a mí y la pego a la puerta, con el mismo ímpetu paso el cerrojo. Beso su cuello y ella ríe de forma desagradable, saco un condón, estoy empalmado de solo pensar en la otra choca así que no paso trabajo para ponérmelo, levanto el vestido de Tania y desgarro sus bragas, ella confunde mi desespero por terminar con deseos feroces, me introduzco en su cuerpo sin siquiera pensar en si está preparada, me recibe bastante bien y aprovecho para comenzar a bombear sin descanso, tapo su boca cuando noto que va a comenzar a gemir, mi cuerpo no se demora en terminar y salgo con la misma brusquedad con la que comencé, me quito el condón y lo desecho dentro de un papel en su bote de basura. – Eso fue genial – me dijo mientras arreglaba su ropa - ¿Cuándo repetimos? – niego – Si fue genial – no lo fue tanto – pero no repito con nadie – si hago algunas excepciones, pero ella no es una – así que lo siento, pero es la primera vez y también la última – se ve decepcionada – Por hoy voy a aceptar esa respuesta; sin embargo, quiero que sepas que no me rindo fácil – sonrío y me marcho, Yuliana me ve salir de allí acomodando aun mis pantalones y por su cara de furia no me quedan dudas de que sabe exactamente lo que estaba haciendo. – Yuliana – la llama un chico de cabello castaño, sé que lo he visto en algunas clases, pero no recuerdo su nombre, ella se acerca y sin hablar lo besa y se lo lleva del brazo, no estoy seguro de que vaya a hacer nada, pero si lo estoy de que es precisamente lo que quiere que crea. Me parece que es el mejor momento para irme a mi casa y encerrarme con mis libros antes de que cometa una locura. En mi casa todo está a oscuras, desde que perdí a mi madre siempre está en este estado cuando llego, mi padre vive, pero es tan desagradable que prefiero mantener las distancias, él nunca quiso que fuera maestro, decía que eso no iba a mantenerme, y en realidad no lo hace. Por eso escribo libros y hago algunas otras cosas que elevan mi nivel de vida sin necesidad de pedir de su dinero. Reviso mi correo, no hay nada que me agrade lo suficiente sí que lanzo los sobres aun cerrados sobre la mesa, me dejo caer en el sofá con un vaso de vodca que me serví antes, y como un loco masoquista comienzo a pensar en antes con Yuliana, mi pene de inmediato responde a los pensamientos y mi mano se dirige hacia él para acariciarlo sobre la ropa, cierro los ojos y apoyo la cabeza en el respaldo del sofá, mi memoria tiene vida propia, me deja sentir su olor como si aún estuviera presente, antes nunca había hecho algo como lo que estoy a punto de hacer, pero tampoco había tenido la oportunidad de tocarla, de sentir el sabor más íntimo de su cuerpo, sin pensarlo abro mis pantalones. Esto es lo bueno de vivir solo, nadie te interrumpe cuando tienes este tipo de impulsos, saco mi pene de su encierro y me sorprende lo listo que está para la acción con solo un pensamiento, lo comienzo a acariciar mientras sigo pensando en ella, en lo idiota que fui al detenerme y no dejar que mi cuerpo se liberara. Soy frenético en mis movimientos porque realmente no disfruto de satisfacerme por mi mismo, no tengo reparos en hacerlo. Pero prefiero otras cosas, como estar en el interior de Yuliana, termino en mis manos y tengo que levantarme de inmediato para limpiar todo el desastre. Luego me rindo en intentar estar tranquilo porque con el más mínimo pensamiento vuelvo a excitarme, me acuesto en la cama e intento dormir lo más que puedo solo para despertarme tan cansado como me acosté, me doy una ducha para no parecer un esperpento, me pongo un traje y me voy a la universidad a seguir con la tortura. – Elris – increíble la puntería que tiene esa mujer, Tania es a la primera que encuentro en mi camino – Buenos días Tania – mi estado de ánimo no está como para soportarla con una sonrisa en el rostro – ¿Pesaste en lo que te dije ayer? – resoplo – Si te refieres a tu proposición de repetir lo que sucedió – la miro antes de decir la siguiente frase – y que no tenía que haber sucedido – termino – pues no, no lo pensé porque no tiene sentido, no quiero pensarlo porque ya te di una respuesta – soy seco y cortante para que no siga con lo mismo, ella sonríe, es como si no entendiera nada de lo que digo – ¡Alguien se despertó de mal humor hoy! – no me puedo creer que esa sea su única reacción, niego y sigo caminando, no tiene sentido discutir con ella ni seguirle dando motivos que no escucha. Entro en el aula donde debo dar el primer turno, por desgracia es el aula de Yuliana, ella está donde siempre se sienta, junto al mismo chico al que beso frente a mí el día anterior, me mira con intensidad en el instante en el que se percata de mi presencia. – Por favor entreguen sus trabajos antes de comenzar la clase – les digo, ella es la primera en levantarse, deja caer las hojas de su trabajo sobre la mesa y me percato que sobre ellas hay adherida una nota amarilla, la tomo y tengo que sonreír ante lo que dice, porque es nada más que la verdad “tener sexo con ella no te hará olvidarme”, me guiña un ojo – señorita Smith, sígame a mi oficina por un instante – es peligroso. Pero voy a hablar con ella a solas. Salgo del aula y ella me sigue, entro en la oficina y cierro. – ¿de qué le apetece hablar conmigo profesor Sams – dice mi apellido desinteresadamente mientras mira sus uñas. – ¿en serio crees que es apropiado que me pongas una nota que todos podrían ver en tu tarea? – se encoge de hombros – Solo quería que yo supiera para qué no pierda su tiempo – me mira, la profundidad de sus ojos me absorbe – no lo hice por mal, ni nadie vio la nota así que no debe de preocuparse. – Eso sin contar que hiciste lo mismo. ¿o crees que no te vi con el chico ayer? – parezco un novio celoso – La diferencia es que yo si calme mis deseos Elris – me encanta como dice mi nombre – y tú – mira mi entrepierna para qué me percaté de que mi pene está despierto, algo que no había notado hasta ahora – por motivos obvios debo suponer que no lo hiciste – me molesto, voy en su dirección, no pienso permitir que me haga creer que no tiene deseos de estar conmigo – No le creo ni por un segundo señorita Smith que usted se haya saciado con otro pensando en mí – la arrincono contra la pared y ella lo permite, pongo la mano en la cinturilla de su pantalón y la resbalo hasta la zona de su entrepierna por encima de la tela, emana calor – no tengo dudas de que debe de estar tan húmeda como ayer – su respiración es irregular – así que no trate de engañarme – No lo hago, usted nunca pregunto si tenía deseos de tener sexo en este instante – se justifica – ¿y los tiene? – traga ruidosamente y asiente, acerca su cuerpo más al mío y su boca a mi oído, tengo el presentimiento de que lo que va a decir me complicara la vida – Siempre que usted está cerca, no puedo dejar de tener deseos. Siempre quiero tener sexo.
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