Capítulo 4.- Visitas indeseables (parte 1)

2202 Words
Desde mi accidente, han pasado casi dos años, todos los recuerdos siguen frescos en mi memoria; aunque Kole, me forzó a ir a terapia creyendo que el accidente fue más bien provocado por mi inconsciente en un intento de suicidio por el trauma al ver morir a la abuela, ¡Sandeces! Ni siquiera mi madre logró traumarme con todo el daño que me hizo, admito que la pérdida de la abuela fue brutal para mi corazón, pero cuando fue la hora del funeral, había aceptado que ella había cumplido con su ciclo en este mundo y la vida seguía, en fin, solo fui por tranquilidad de Kole y al poco tiempo decliné las sesiones, no necesitaba de esa basura, los antidepresivos vuelven a la gente adicta, me fui por la alternativa de la meditación y baños de luna, quizás la única secuela del accidente, además de la pequeña cicatriz en mi frente, fue el hecho de que no me atrevo a conducir, me da un miedo atroz, prefiero enfrentarme a los entes oscuros antes que ponerme tras el volante . Me encuentro en la tienda de antigüedades, ahora soy yo quien se dedica a tiempo completo a trabajar en ella, agregué algunas cosas como souvenirs al inventario, aunque ya pasaron las fiestas del día de brujas, sigue habiendo afluencia de personas por los alrededores, tengo esperanza de tener buenas ventas aun, ya se están organizando para la celebración de día de gracias, suele haber festivales y una feria local pone algunas cuantas atracciones mecánicas, sinceramente no soy fan de ese día, menos considerando que los puritanos quemaron en la hoguera a una de mis ancestros, sería hipócrita de mi parte dar gracias por que los evangelizadores llegaron, así que la fiesta se reduce a una cena con Kole en el living viendo alguna serie nueva en la televisión. Suspiro al tocar un pequeño cofre de madera, creo que es el último artículo que queda en el inventario que la abuela haya comprado, las yemas de mis dedos rozan los detalles grabados en la madera, no puedo evitar suspirar con algo de pesar. —Te extraño —musito acomodándolo de vuelta a su sitio siguiendo con la limpieza del pequeño estante, casi es la hora de cerrar, mi hermano llamó diciendo que pasaría a recogerme, no sé qué esté tramando, es mi cumpleaños, sinceramente estoy agradecida por tenerlo a él por hermano, podría estar saliendo con alguna chica o divirtiéndose fuera de la ciudad un viernes por la noche, pero ha decidido quedarse conmigo, bueno, considerando que debería ser un día especial y siempre hemos sido unidos, sin embargo lo considero lo suficientemente mayor para que extienda sus alas y siente cabeza, ¡Quiero sobrinos!, pero me ha dejado en claro que solo podría casarse con Joyce Putnam, que por extraño que lo parezca, sigue soltera ¿Por qué no dejar que Kole la ronde? ¡Se gustan! La chica Putnam en cuanto lo ve se sonroja hasta la médula, creo que ayudaré un poquito con algunas velas. El sonido de la campanilla se hace presente al abrirse la puerta de la tienda. —Ya estamos cerrando —digo terminando mi tarea para dirigirme de vuelta al mostrador.   —Kali, Kali Ann —llama mi hermano al entrar a la tienda, me giro en mis talones dejando la pequeña franela que estaba usando para sacudir el polvo de la mercancía hace un momento y justo ahí, Kole con una gran sonrisa y un pastel en sus manos. —Kole —musito emocionada, mis manos van a mi boca tratando de ahogar un chillido, él se acerca aún más. —Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños, querida hermana, feliz cumpleaños a ti —canta mientras yo solo puedo aplaudir admirando el bello pastel que me ha traído, es mi favorito, chocolate con fresas recién horneado de la tienda de los Bishop—. Feliz cumpleaños Kali Ann, veintinueve años, uno más y llegas al tercer piso. —Gracias Kole —digo apenas tomando el pastel de sus manos, me encamino al mostrador con este para acomodarlo. —No olvides apagar las velas. —Claro que no, ya estoy lista para pedir mi deseo —espeto y busco entre mis bolsillos la caja de fósforos, siempre cargo una conmigo, no fumo, pero la abuela me hizo hincapié que era bueno tener algo de luz a la mano y no precisamente la de una lámpara, la luz led no sirve para encender velas, extraño a la abuela, todo este tiempo he seguido con el legado familiar, hago cada una de nuestras tradiciones de brujas y me he dedicado a estudiar a fondo las ciencias ocultas, aunque el libro que se supone debo proteger, abuela lo ocultó sin revelarme el escondite, lo único que sé es que debe estar en alguna parte de la casa, la medida que tomó fue porque mi curiosidad me llevó a experimentar con él, leí algunos encantamientos e intenté llevarlos a cabo, ella me sorprendió y reprimió diciendo que no estaba lista aun para realizarlos, bueno, creo que me pasé un poquito al querer invocar un demonio en casa. Las personas de la comunidad siguen requiriendo de mi ayuda para sacar a los espíritus de sus casas, se siente bien el que confíen en mis capacidades; los entes con los que he lidiado últimamente han sido tranquilos, nada tan oscuro como aquella sombra que atacó a la abuela; enciendo las velas y dejo los fósforos de vuelta a mi bolsillo, me acerco colocando mis manos a cada lado del pastel y sonrío. —Deseo… —¡No lo digas! —interrumpe Kole levantando sus manos—. Si lo dices no se cumplirá, Kali Ann. Ruedo los ojos mientras me da un gesto suplicante. —Está bien, no lo diré, tranquilo, no te pongas intenso. —¡Kali! —llama mi atención, pero más que intimidante, me resulta gracioso. —Así me llamo —respondo con una sonrisa de oreja a oreja que simula la del gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas y me mira con sus ojos entrecerrados en un gesto molesto, solo puedo reír, mi hermano puede comportarse bastante infantil si se lo propone, incluso ahora puedo apostar a que me hará una trompetilla cruzándose de brazos, Kole siempre fue y ha sido mi más cercano, inseparables a pesar de las circunstancias. —Boba —masculla y suelta la trompetilla que ya me esperaba, niego con mi cabeza divertida y cierro los ojos para después apagar las velas, Kole aplaude, abriendo los ojos, lo sigo en mi pequeña celebración por una vuelta más al sol. —Te tengo una sorpresa en casa —suelta entusiasmado frotándose sus manos. —Kole, sabes que no son necesarios los regalos —declaro, él siempre tiene un pequeño presente para mí, pero no me agrada que gaste demasiado, aunque papá nos dejó un buen seguro de vida a ambos, no es como para gastarlo de la noche a la mañana. —Eres mi hermanita, solo puedo consentirte —acerca su mano y acaricia mi mejilla con mimo—. Así que ya acomoda todo esto y vamos a casa. Asiento y me encamino hacia el otro lado del mostrador, saco el dinero de la registradora para guardarlo en mi bolso, jamás dejo las ganancias aquí, aunque es raro que se cometan crímenes, no me arriesgaré a ello; tomo mis llaves y el resto de mis pertenencias para luego ir hacia el otro lado de nuevo tomando el pastel en mis manos. —¿Tu lo llevas o prefieres cerrar? —Yo cierro, andando —dice mientras nos abrimos paso hacia la salida, una vez afuera, mientras él se entretiene cerrando las puertas del lugar, miro con recelo a su auto, aún tengo miedo de conducir, tarde o temprano debo superarlo, pero es que el ver a esos seres en aquella ocasión fue tan aterrador, aún recuerdo como desperté en el hospital, Kole estaba al límite de la angustia, , dice que dormí tres días, pero lo que más presente tengo en mi cabeza es aquel ser de ojos azules obligándome a entrar de vuelta a mi cuerpo, cómo si algo malo fuese a pasar si no lo hiciera. —¡Listo! —exclamó acercándose para abrir la puerta del copiloto para mí—. Ya podemos irnos, sube. Asiento y subo con cuidado, me acomodo el pastel sobre mi regazo y una vez seguro, acomodo mi bolso al lado, Kole aborda y arranca el motor. —Oye, necesitamos hablar. —¡Oh, oh! Cuando Kali Ann dice que quiere hablar es porque es serio, adelante, dispara —dice sin apartar la vista del camino. —Tengo algunos días maquinando algo en mi cabeza, es sobre la casa podemos hacer negocio con ella. —No, Kali, no la vamos a vender —su voz es seria, noto cómo ha fruncido el ceño, niego con la cabeza mientras sonrío. —No, déjame hablar. —Kali, es la casa familiar, ha estado en la familia por siglos, ¡Es histórica! Solo se ha restaurado a lo largo de los siglos, si no me equivoco está desde los juicios de Salem. —Es a lo que voy, hermano, tenemos una casa enorme y solo somos tú y yo, Salem es un lugar mágico, sabes que muchos turistas rondan la zona, buscan donde quedarse, tenemos hoteles, pero ¿Y si les ofrecemos la experiencia completa de pasar unos días en nuestra casa? Una casa de generaciones de brujas —explico con entusiasmo—. Podríamos tener algo de dinero extra. —Kali, esa idea es muy, pero muy loca, no sabes si algún demente llegue a casa, si bien somos inmunes a los espíritus malignos, no somos antibalas, ¿Te imaginas a un sociópata en casa? Un asesino serial —hace una mueca y para en la señal de alto, estamos por llegar a casa. —Kole, no soy idiota, estaba pensando en algo como Airbnb, ser anfitriones, podemos rentar una de las habitaciones, ofrecemos comida al solo rentar una pequeña parte de la casa, así nadie invade nuestra cocina, podría funcionar, solo piénsalo, quizás una linda chica se aloje y al fin le digas adiós a la soltería —digo dándole un guiño, él sonríe divertido negando con la cabeza. —Esa idea ya me está gustando, aunque sabes que yo ya tengo dueña, aunque ella no esté enterada. —Solo debes animarte a hablar con Joyce, Kole, pero volviendo al tema, ¿Qué te parece? —Es una idea loca, Kali Ann —responde retomando el camino, estamos a pocos minutos de llegar a casa—. Yo aún tengo lo del seguro de vida de papá, no he gastado nada y tus fondos también están bien ¿No? El famoso seguro de vida de papá que fue guardado por la abuela, una de las razones por las que mamá nos odiara tanto fue el hecho de que papá no le dejara nada, dejándonos como beneficiarios solo a mi hermano y a mí y a mi abuela como albacea, pero solo lo recibiríamos al cumplir veintiuno, cosa que fue lo mejor que pudo pasar, gracias a eso pudimos cubrir nuestras ultimas cuotas universitarias y el resto guardarlo en cuentas crecientes, no nos falta nada, pero siempre es bueno tener una forma para generar dinero, hacer negocios, soy administradora, creo que los negocios son parte de mí. —Si, los fondos están bien, pero sería divertido, una nueva experiencia, podríamos conocer gente, solo déjame probar una vez —suplico con mis manos juntas, él suelta una pesada respiración y estaciona el auto afuera de nuestra casa, cierra los ojos un momento y al abrirlos me mira, le hago un puchero y abro mis ojos al máximo, sonríe. —Está bien, solo una vez, pero si las cosas salen mal, te harás cargo, Kali Ann, ¿Entendido? —Si —respondo sonriente, él acerca su mano a mi cabeza revolviendo mi cabello con mimo. —Y ¿Qué área de la casa rentará mi hermanita? —El ala oeste, en donde dormía mamá y Georgia. —Buena elección, jamás te daría mi lado y me imagino tu no dejas tu cueva en el oeste por nada. —No, sabes que me gusta ver la puesta de sol. —Desde niña te gusta esa área, bien, creo que vamos adentro y partes ese pastel de una vez que muero por probar. —Pero es mío, yo decido cuando partirlo. —Yo te seguí en una de tus locuras, ahora dame pastel, bruja —suelta divertido saliendo del auto, sonrío negando con la cabeza y abro la puerta de mi lado, él se acerca para ayudarme con mi bolso, se lo coloca en el hombro, cierra tras de mí y luego se adelanta caminando de forma femenina provocándome una risotada. —Me veo genial con este bolso. —Eres una diva, Kole. —Me luce mejor que a ti —dice dando un guiño, abre la puerta y juntos entramos a casa, tengo el presentimiento de que esto saldrá bastante bien.     ******            ******
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