Sorpresa

1314 Words
A diferencia de los pasados días, hoy me siento algo inquieta, incómoda. Como si algo fuera a pasar hoy, aunque no soy capaz de identificar que será ese algo. Eso me tiene con una sensación extraña en mi interior. — A lo mejor son solo cosas mías — me digo en la soledad de mi habitación —. Debería dejar de divagar tanto, no ha de ser nada Con esto último que me digo, me da la fuerza suficiente para despertarme completamente. Me levanto rápido del colchón antes de cambiar de opinión y quedarme sopesando más ideas sobre que será eso que me tiene tan inquieta. Aunque no es como si fuera Dios ni nada para saber que es lo que pasará hoy, con ese pensamiento me dirijo a tomar una corta ducha para despejar mi mente. — A lo mejor un baño de agua caliente me ayude a despejar mi mente — me digo antes de abrir la puerta del baño e introducirme en el mismo, me despojo de la ropa que escogí la noche anterior antes de dormir —. ¿Cómo estará Alexander hoy? Cuando su rostro aparece en mi mente una sonrisa deslumbrante cruza mis facciones, aunque no se porque el presentimiento de temprano se acentúa un poco más. — ¿Será que algo malo le pasó? — me pregunto alarmada —. No, no creo me niego a pensar que sea de esa manera Aunque eso no calma la inquietud que siento en mi interior, sin saberlo me quedo viendo la pared que se encuentra frente a mi como sin con solo verla a mi mente pudieran llegar las respuestas que me vengo haciendo desde que me desperté. — ¡No! — exclamo alejando esos pensamientos negativos de mi cabeza Salgo apresurada luego de que a mí mente salen muchos pensamientos, escenarios el cual cada uno es peor que el anterior. No soportando mas esto, tomo una decisión, me encamino nuevamente hacia mi habitación para luego cambiarme no sin antes secarme bien con mi toalla habitual, a diferencia de como estoy acostumbrada no me echo crema corporal. Escogí rápidamente la ropa a ponerme sin detenerme a discernir si combina, estoy tan perdida en mi, que cuando salgo al pasillo y me dirijo al ascensor de piso y llegó al automóvil. Busco en la bolsa de mi pantalón y captó al instante que no llevo mis llaves lo que me hace devolverme a buscarlas, lo que hace que me frustre un poco más. Ya en la comodidad de mi amado Bugatti, hago mi recorrido rutinario hacia la zona donde trabajo, pero al contrario de los días pasados. Posiciona mi mirada hacia el parque no viendo ningún rostro conocido que fuera de estar tranquila, no se porque eso me pone más tensa, dudo un poco antes de cambiar mi rumbo. Decidí dar un par de vueltas alrededor de la zona, estando especialmente atenta a si veo cualquier cosa inusual, ya llevo un poco más de una hora en lo mismo y nada. Fuera de sentirme bien porque no ví nada extraño, más bien aumenta el sentimiento que he tenido en todo el día. — Creo que debería dirigirme a mi trabajo, como tal no ví nada malo a lo mejor era mi mente algo desenfocada imaginando cosas extrañas — me calmo al decirme estás palabras, camino hacia mi área de trabajo como hice el día anterior, como hago todos los días entre las siente y las ocho de la mañana, subo saludando a todas las personas que me encontré en el camino que trabajan en la empresa editorial que yo misma dirijo Es sorprendente como de ser escritora, pase a ser la dueña de este lugar, aunque a pesar de esto aún me cuesta la comunicación las personas pensarían que al ya estar al frente de dicho emporio habría eliminado mi manera de ser tan introvertida, pero es todo lo contrario aún me cuesta. A veces me pongo una máscara para afrontar dicho tipo de situaciones, eso no está bien debería adecuarme a mi espacio de trabajo, aunque por más que trato porque no es como si no lo hubiera hecho, si lo hice. Hasta lo imposible por ser diferente, cambiar un poco debido a que se que no es bueno ser de esta manera, debido a esto podría perder muchas oportunidades futuras, buenas oportunidades que permitirían que la empresa creciera. Así pasa la mayor parte del día, recordando en todo lo que me llevo a estar aquí, al frente de este lugar, al recordar que mis padres al contrario de tal vez muchos otros nunca me apoyaron, no estuvieron ahí para mí cuando debieron haberlo estado, siempre con el pensamiento que deberías hacer esto o aquello, esto te dará más dinero que ese estúpido sueño que tienes de andar escribiendo como una boba en una libreta que a lo mejor nadie en tu vida, volteara a ver. Si supieran lo equivocados que estuvieron toda su vida, me gustaría decirles pero en este momento se encuentran en Austin con su querida niña perfecta, la niña trofeo la que nunca hizo nada malo. La que nunca se equivocó, la que no rompió un plato nunca en su vida. O bueno mejor dicho no el plato que la mayoría han de estar pensando, lo realmente rompió fue mi corazón cuando la ví recibiendo de parte del que podría haber sido hoy en día mi esposo. Lo peor de todo, es que cuando salí y les dije afligida a mis padres lo que pasaba en el interior de esa habitación, porque si, tuvo el descaro de hacerlo en la habitación contigua de la mi casa, casa donde viven mis padres, que por cierto por el gesto y como actuaron era obvio que sabían. Todavía recuerdo, el gesto de burla en su rostro. Eso me perseguirá toda la vida, además de las cosas horribles que me dijeron que sinceramente no quiero ni recordar. Cuando soy plenamente consciente de dónde se encuentran mis pensamientos, agitó mi cabeza para despejarme. Posicionó mi mirada en el reloj para notar que ya es tarde, salgo de mi oficina asegurando todo, podrá ser muy New York, pero no me confío. Me subo a mi auto ensimismada todavía en mis pensamientos, enciendo la ignición y arranco sin verificar mi retrovisor ni nada. Al instante recuerdo a Alexander, gracias a ese recuerdo logro frenar a tiempo. Pero es un poco tarde siento un golpe en el capó del carro. Me bajo al instante asustada, me acerco para verificar que la víctima de dicho hecho se encuentre bien, me asustó más aún cuando reconozco a la persona. — ¿Alexander? — exclamo alarmada, me acerco más a él coloco mi mano en su frente y por su rostro para ver si no se golpeó la cabeza suspiro aliviada cuando no percibí ninguno —. ¿Porque no esquivaste? Después de hacer está pregunta, lo examinó más de cerca, tiene los ojos abiertos, los lentes no los veo puede que se hayan caído debido al golpe pero a pesar que se encuentra frente a mi, no me ve a los ojos. Tiene una mirada aparte de herida, es como si estuviera asustado de algo. Bajo mi mirada hacia su mano, para ver el objeto que tiene en ella, identifico la procedencia del mismo lo que me deja congelada en mi lugar, a raíz de lo rápido que ocurrió todo apenas soy consciente del perro que me ve con extrañeza. Veo alrededor, hay varias personas viéndonos pero la idea que se reprodujo en mi mente no me deja pensar cuál debería ser mi siguiente curso de acción, uno los puntos. Eso explica porque se alarmó cuando le ofrecí darle un aventón. Tomo fuerzas de no se dónde y así mismo frente a frente, susurro solo para que lo escuché él. — ¿Alexander tu eres...?
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