El resto del turno se le hizo eterno. Estaba eufórica por haber conseguido que Mike la invitara a salir, pero a la vez furiosa porque él solo quería acostarse con ella. Se repetía a sí misma que era un chico y que no debería haber esperado nada diferente. Jess, claramente, no lo había hecho. Y no quería enfadarse con él. En realidad era un buen tipo; bueno, al menos hasta hoy eso pensaba. Así que hizo un gran esfuerzo por ser amable y cordial durante el resto del turno. Sabía que lo superaría. Salió del trabajo a las 6 de la tarde esa noche y regresó a nuestro apartamento. —Hola, Em —dijo Jess al abrir la puerta. Se alegró al ver que Emma aún llevaba la falda y que los pezones, que formaban dos pequeñas tiendas de campaña bajo la blusa, le indicaban que seguía sin sujetador. —¿Qué tal

