Capítulo 2

2421 Words
CAPÍTULO 2 Bajé a desayunar con mis padres. Ambos veían el noticiero con sus respectivos cafés. Para mi sorpresa, mi desayuno ya estaba preparado y consistía en un jugo de naranja con tostadas rellenas con jamón y queso. —Buenos días cariño. —me saludó papá Albert, con aquel buen humor de siempre. Mi padre Richard me saludó con una sonrisa en sus labios. Me quedé observando mi desayuno luego de sentarme. —¿Sucede algo? —me preguntó papá Richard. —Mi compañero de escuela está en el hospital. —Dios mío ¿Lauter?¡Jesús! —exclamó papá Albert. —Ni Jesús ni Lauter. Si no, Alexander. —¿Qué le ha ocurrido? —No lo sé. Lucy me ha dicho eso por mensaje, le pregunté qué había pasado y tampoco lo sabe. Mi celular sonó y era un mensaje de Lucy: Esta tarde tengo ganas de salir de compras. No tengo sudaderas ni shorts para el verano ¿te apuntas? —Lucy me pregunta si puedo acompañarla al centro comercial a comprar calzones. Mis padres fruncieron el entrecejo. —Ve, pero no llegues tarde o no saldrás por una semana. —me permitió mi padre Robert, con los ojos pegados a la televisión. —Toma quince dólares de mi billetera y cómprate algo bonito para lucir en el verano. —me dijo papá Albert. —Gracias, eres el mejor. —me levanté de la silla y le di un beso en la mejilla. —¿Y yo qué? ¿Estoy pintado, niñita? —soltó papá Robert, fingiendo estar ofendido. Le di un beso en la mejilla, sonriendo por la situación. Subí a mi habitación y me vestí con un short azul y una sudadera blanca. Me recogí el cabello n***o en una coleta alta y delineé mis ojos azules. Me observé en el espejo colgado en mi puerta. Me notaba un poco más regordeta de piernas, y mis mejillas estaban igual. Lucy: ¿te han dejado acompañarme? Aixa: Sí, por suerte. Lucy: Te llamaré. Al instante, me entró una llamada de mi mejor amiga. Atendí. —No me contaste que ocurrió anoche con ese tal Finn. —fue lo primero que soltó. —Sólo tenía intenciones de un rollo de una noche y listo. Fue todo un mal entendido. —¡¿Qué?! Quiero asesinarlo. —Sí, pero todo ha sido culpa de Alexander. Le conté lo ocurrido, hasta que llegué al punto de contarle la aparición de Lauter. —¿Lauter? Esto parece una novela. —me dijo, entusiasmada para que continuara. —Creo que estamos cada vez más cerca. A noche me acompaño a casa, y charlamos de todo un poco. Tenías que ver su cara furiosa cuando le conté las intenciones de Finn. Un breve silencio se produjo en la llamada. —¿Crees que Lauter tuvo algo que ver con la internación de Alexander? —preguntó, finalmente. Aquella manera de pensar me parecía un poco exagerada. Lauter no era de aquellos chicos que iban golpeando a personas por la vida. No tenía ese perfil. Pero...realmente parecía enfurecido cuando le había contado lo de Alexander. —No creo, sería raro que eso haya pasado. —¿Qué te parece ir ahora al centro comercial? Paso por ti. —Sí, está bien. Te espero. Lucy cortó la llamada y en treinta minutos ya la tenía tocando el timbre de mi casa. Luego de sacar quince dólares de la billetera de mi padre, bajé las escaleras y le expliqué a mis padres que Lucy había venido a buscarme antes de lo previsto. Ambos me saludaron, saludaron a Lucy y su madre que se encontraban en el auto, esperándome. Subí a la parte trasera del coche. —Dios, aquí está hermoso. —les dije, al sentir el aire acondicionado golpetear en mi rostro. —Hace demasiado calor. —se quejó Miriam. —Prefiero ir temprano al centro comercial para que luego vayamos a mi casa. —me informó Lucy. —¿Disculpa? No le he dicho a mis padres que iría a tu casa luego. —No te preocupes, yo llamaré a tus padres para preguntarles si te permiten pasar la tarde en casa. —me avisó Miriam, guiñándome un ojo en el espejo retrovisor. —Bueno, así sí creo que me dejen. —sonreí, tranquilizándome un poco. Mis padres eran un poco estrictos con las salidas, pero si se trataba de ir a la casa de Lucy, si me lo permitían. Miriam y mis padres se llevaban muy bien, cada tanto cenaban junto a ella. Luego de escuchar cantar a mi mejor amiga y su madre en el auto, llegamos al centro comercial. Estaba lleno de gente para ser las once de la mañana. El día estaba precioso, el cielo azul nos acompañaba y el sol no paraba de calcinarnos a todos. Por suerte, sabía que el centro comercial tenía aire acondicionado y no la pasaríamos tan mal adentro. Nos despedimos de Miriam por un par de horas. Lucy me tomó del brazo. Estaba preciosa con su melena anaranjada atada en una coleta, unos shorts negros y una remera gris de tiras. Sus anteojos de sol le quedaban geniales. —Así que no sabes por qué Alexander está internado. —me dijo, provocándome con una sonrisa suya para que soltara algo. —Por Dios, no. —¿Te imaginas que Lauter le haya partido la nariz por lo que te hizo? Eso sería una historia interesante para contar. —admitió. —Lauter no es violento. —Tú qué sabes si apenas te habla. —Porque sé que no es así y punto. Observaba a Lauter durante horas en la escuela y cuando regresaba a casa me la pasaba mirando sus historias de ** y todo lo que publicaba. Obviamente que eso no justificaba mi defensa hacía él, pero quería creer que no era una persona violenta. —¿Qué quieres hacer? —le pregunté, para cambiar de tema. —Elegir tu regalo de cumpleaños. —¿Estás hablando en serio? —mi voz subió a una octava, sorprendida. —Sí. Se acerca tu cumpleaños y cómo no sé qué regalarte, quiero que escojas un regalo. Sólo tengo treinta dólares, no te pases eh. —bromeó, agarrándome del brazo para caminar a la par. —Sabes que lo material es lo de menos, Lucy. De verdad, no hace falta. —Niña, a todo el mundo le gusta que le hagan regalos. —rodó los ojos. —Tampoco me gusta que mi video se haya hecho viral por sólo gritar el nombre de Lauter. Lucy estalló de risa ante mi comentario —No quería mencionarlo y hacerte recordar lo viral que se ha vuelto. —Me interesa saber quién demonios lo ha subido a la red. —Dudo que puedas encontrar al que grabó eso. Pero podemos hacer el intento de buscar el inicio de todo ¿o no? —me guiñó un ojo. —Lo peor de todo es que parezco desesperada por llamar a Lauter, y ha sido coincidencia cuando los vasos estallaron. Seguro fue una broma de mal gusto. —A que no te atreves a gritar aquí y ahora. Miré a Lucy, extrañada por su propuesta. Estaba segura de que estaba divirtiéndose con lo que me había propuesto. —Dime que el calor te está afectando. —Grabemos un video en donde tú gritas y le demostraremos a todas aquellas personas que vieron el video que tú no has provocado eso. —Es que no tiene sentido que no haga. —insistí — Nadie en su sano juicio creería que yo provoqué eso, Lucy. —Si estás tan segura, grita. —me dijo, encogiéndose de hombros. —No voy a gritar. Entonces, para mi sorpresa, recibí una bofetada de mi mejor amiga que casi me provoca que caiga al suelo. —¡¿Pero qué demonios te pasa?! Lo que pasó a continuación no tuvo explicación alguna. El puesto de bebidas frutales que estaba en medio del pasillo del centro comercial se vio afectado por una gran explosión por parte de la máquina expendedora. El encargado del puesto, salió de manera inmediata del pequeño cubículo, completamente aterrado. Las personas que estaban pasando por allí, se quedaron heladas y otras gritaron como si de un atendado se tratara. Lucy se quedó quieta, con la boca abierta y con los ojos como platos, observando como los diversos jugos empezaban a derramarse en el suelo, y la gente de seguridad se acercaba para ver qué había ocurrido. —Mierda. —logró decir Lucy, volviendo sus ojos hacía mí. —Fue, fue solo coincidencia. —dije, con el cuerpo temblándome de los nervios que comenzaban a crecer en mi interior. Lucy me tomó del brazo y me arrastró hasta el baño del centro comercial, sin decir ni una sola palabra hasta que llegamos. —¿Cómo hiciste eso? —me preguntó, con una voz nerviosa y a la vez, con aire fascinado. —¿Hacer qué? —claramente me estaba haciendo la tonta. Salto de página —¿Me tomas el pelo? ¡Claramente lo hiciste tú! —Bueno, sí. Mi confesión la tomó por sorpresa, por más que insistiera que yo provoqué aquello. —No puedo explicártelo aquí, hay mucha gente. —le dije, viendo que varias señoras se encontraban retocándose el cabello y otras en los pequeños cubículos. Entonces me tomó por sorpresa de la mano y me encerró con ella en uno de los baños portátiles, colocándole seguro. —Tengo un don que no controlo. —admití en un susurro —Desde niña comencé a manifestar este tipo de cosas, y mis padres todavía no lo saben. O creo que sí, no lo sé. Sólo sé que nadie puede saber esto, Lucy. Me quedó mirando con aquellos ojos verdes que irradiaban seriedad ante mi situación. Mi mejor amiga me estaba viendo con ganas de golpearme, pero a la vez de abrazarme. —Te creo. —me dijo, sin ninguna pizca de gracia en su voz. Mi cuerpo se alivió de la cabeza a los pies, y sentí cómo todo aquello se podía hacer más llevadero. Había esperanzas de que eso ocurriera. Ella me abrazó finalmente. —Huele a mierda aquí. —le dije, tras devolverle el abrazo. —Sí, mejor vámonos a tomar algo fresco. Lucy me tomó del brazo y así salimos del baño juntas. La mayoria de las mujeres que se encontraban en el baño nos había mirado con mala cara y algunas, extrañadas por vernos juntas. Fuimos a beber algo fresco al Starbucks y nos sentamos frente a frente. —Si aquel video se vuelve viral me encargaré de hacerle creer a todo el mundo que fue falso. —le dije a Lucy, decidida. —¿Crees que alguien haya captado el video de la explosión de ahora? —me preguntó, por lo bajo. —Me encargaré de romperle el rostro a la persona que haya sido capaz de captar eso. —le aseguré. Lucy me sonrió y llevó sus labios a su jugo de limón. —Tienes que aprender a controlar aquello, Aixa. No puedes ir por la vida haciendo explotar cosas. —¿Por qué no? —le sonreí. —¿Quieres que personas experimenten contigo? Yo que tú ando con cuidado. —Eres la única que sabe esto Lucy. Y me gustaría que me ayudaras a controlarlo, siento que todo esto se me está saliendo de control. —admití, mirando mis manos. Lucy se acercó más al centro de la mesa y me dijo: —A partir de ahora somos inseparables, Aixa y estaré para ti. —me dijo, con tranquilidad— Pero ahora quiero que no mires atrás tuyo porque veras algo que no te gustara. Quise hacerle caso, pero su cara de espanto me alarmó de la peor forma. Sin poder evitarlo, miré hacía atrás y fue la peor escena que vi. Lauter estaba junto a una chica de cabello rubio ceniza, caminando de la mano y viniendo hacía nuestra dirección. Mi estomago se hizo un revoltijo y evite inmensamente vomitar de los nervios. Jamás lo había visto con alguien de esa forma, jamás lo había visto tomando de la mano a una chica. Siempre lo veía con chicas alrededor pero no así. —Aixa mírame. —me obligó Lucy, autoritaria. No quise ver aquella imagen, así que decidí mirarla, con mis lagrimas queriendo brotar de mis ojos. —Aixa, cálmate. —carraspeó, al ver que la mesa comenzaba a temblar sola y ella se encargaba de sujetarla para que nadie sospechara. —Lo odio. —susurré, sintiendo como mi respiración se volvía trabajosa. —Seguro se trata de una prima. Cálmate, por Dios. Sus ojos volvieron a viajar en la dirección donde estaba Lauter y la chica, pero esta vez su rostro palideció. Me vi obligada a mirar y quise gritar cuando hice eso. Lauter la estaba besando, tomándola de la cintura con una mano y con la otra posada en su mejilla. Ella se separaba de sus labios para sonreírle y luego lo volvía a besar. —Si nos vamos de aquí será obvio que nos fuimos por él. —me dijo Lucy, como si leyera mi mente. —Así que tomate tu maldito jugo de naranja, Aixa y finge que aquí no está pasando nada.  —En un momento creí que entre él y yo iba a suceder algo. —le dije, sin poder evitar que mi voz sonara rota. Lucy me miró con preocupación, sintiendo lastima por mí. —Es hora de que sigas adelante amiga y te olvides de él. Sus palabras fueron como un valde de agua fría, pero cuánta razón tenía. Olvidarme de él era lo mejor, pero era fácil decirlo y lo difícil era poder hacerlo. Maldita sea. —Oh mierda, nos vieron y él viene hacía acá. —soltó Lucy, con los ojos bien abiertos. Ella comenzó a reír a carcajadas —¡Aixa eres tan graciosa! —exclamó, fingiendo ocultar su nerviosismo. Me causó gracia su manera de intentar sobrellevar la situación, asi que le seguí el juego. Me enderecé y fingí decirle algo gracioso. —¡Hey chicas! ¿Cómo están? —¡Hola Lauter! ¿Bien y tú? —le pregunté, fingiendo sorpresa por verlo. —Me imagino que estás bien, digo, por la compañía que traes. —le dijo Lucy, y yo le di una patada por debajo de la mesa. Vi como Lauter se ponía rojo como un tomate y trataba de sonreír a la fuerza. —Así que vieron a Elizabeth. —soltó él en un suspiro, mirándome a mí. Me encogí de hombros como si no me importara, pero por dentro se me estaba rompiendo el corazón. —Me alegra mucho que hayas encontrado al amor de tu vida, supongo. —le dije, fingiendo estar bien. —Sólo tengo dieciséis años, no creo que sea el amor de mi vida. —me dijo, bruscamente. —Pues me alegro que hayas encontrado a alguien con quien estar. —dije, indiferente. —Pues me alegra que te alegre. —Me alegra que te alegre que me alegre. —mi voz subió a una octava. —Hasta luego chicas. —nos dijo a ambas, de forma seca. ¿Qué demonios le ocurría? ¿Por qué se había despedido de manera tan brusca? Quería matarlo. Lucy tomó su teléfono y se lo llevó a la oreja. —Aixa, me están avisando desde China que tus celos se notaron hasta allí. La miré con la peor cara, hundiéndome en la silla. —Cállate. Se levantó de la silla y me miró con seriedad. —Levanta tu culo de esa silla y vamos a comprar algo de ropa que esta noche tenemos una fiesta. —¡¿Qué?! —Invité a medio mundo esta tarde para beber algo en casa y pasar el día en la piscina. —¿Cuándo pensabas decírmelo? —Cuando llegáramos a mi casa, pero creo que necesitas saberlo ahora para que pienses en otra cosa que no sea Lauter y aquella tipa. —¿Él ira? —le pregunté, con la esperanza de una respuesta negativa. Me miró con cara de "lo siento, pero sí". —¡Lucy, maldición!   ... Hola, soy Florencia Tom, escritora de este libro y quiero agradecerte por quedarte enganchada con este capitulo. No te olvides por favor de darle un corazoncito y compartir esta historia con aquella persona que quiera sentir lo mismo que tú con esta historia!¿Quieres continuar leyendo esta historia?¡Desliza hacía abajo y continua disfrutando de esta historia!¡No olvides visitar mi perfil y encontrar nuevos libros escritos por mí!¡Beso grante, te quiero!   
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