Capítulo 1

1609 Words
Noah   Estoy organizando la manada porque Jayden encontró a su mate y se casará en una semana. Hace seis meses, luego de visitar las Taigas de Suecia y Finlandia, nos fuimos a Londres desde donde cogeríamos el avión comercial hacia Canadá. Desde hace varios años viajamos así para tener más oportunidades de conocer a nuestras mates; pero, hasta ese momento todo había sido en vano. El golpe de suerte llegó gracias a un retraso de 24 h en la aerolínea, haciendo que el milagro se produjese. Como no sabíamos en qué perder el tiempo, nos fuimos al Museo de Historia Natural de Londres, mientras hacíamos el recorrido por las cinco colecciones más importantes correspondientes a las áreas de: botánica, entomología, mineralogía, paleontología y zoología... Mi beta encontró a su pareja eterna, una niña de 17 años muy mona que estaba haciendo una visita guiada con su instituto. Casi se vuelve loco, tuve que cogerlo por los brazos y gruñirle para que se tranquilizara. La chiquilla se giró a mirarlo embobada, su olor me perturbó y estuve a punto de abalanzarme sobre ella para descifrar el aroma exquisito que salía de su persona o tal vez de su ropa. La cosa fue que, Jayden se negaba a dejarla allí, comenzó a seguirla siendo su sombra. Parecía un acosador; a las semanas entablaron una amistad y supo que en cuatro meses cumpliría su mayoría de edad, ese sería el momento para declararle su amor, explicarle lo que es y proponerle matrimonio. Todo salió a pedir de boca y al acabar de graduarse se vino a la manada con nosotros, lo difícil sería decirle a su madre que su niñita no estudiaría en una prestigiosa universidad, pero nos tranquilizó diciendo que su mamá se casó con 17 años con su padre y que a su edad ya la tenían a ella; que no se opondría. Una sensación extraña se apoderó de mí, Vilho, mi lobo, se puso agresivo, luchaba por salir, gruñía y aullaba de una manera que me desconcertó. Yo sentía mucho dolor en mi pecho, una angustia como si mi pareja me hubiera traicionado, pero, eso no podía ser cierto ya que aún no la había encontrado, y si lo hubiera hecho no podría reclamarle por cosas del pasado, pero mi amigo no lo entendía de ese modo. Mientras recuerdo lo que ha pasado en estos últimos meses y sonrío con alguna anécdota divertida de Sofía, mi beta entra como tromba al estudio con los ojos desencajados. Enseguida me pongo en alerta, espero que no haya habido algún incidente con humanos, porque eso fastidiaría las cosas. —Noah, tengo malas noticias. — dice Jayden apenado. —¿Qué ha pasado hermano? Estás triste y eso no es normal en ti. —le digo por el olor que desprende y suspira. —Es que la madre de Sofía ha puesto el grito en el cielo por nuestra boda, está en contra de que su hija se case con un hombre que le dobla la edad, además quiere que estudie y cumpla todos los sueños que tenía fijados antes de conocerme. —me levanto furioso. —¡¿Pero, quién se cree esa mujer para oponerse de esa manera?! Su hija es mayor de edad, entiendo que aún es una niña, pero nosotros no nos regimos por las normas mundanales. Cuando llega nuestra pareja es imposible no estar cerca y reclamarla. —digo molesto. —Y tú mejor que nadie sabes lo que me costó no marcarla en ese momento, pero me hiciste entender que era menor y mejor hacerlo todo de la manera correcta. —camina preocupado de un lado a otro del despacho. —Pues tendrá que aceptarlo y aguantarse; además ya la has marcado. Es tu mujer, no puede hacer nada aunque quiera. —lo tranquilizo. —¿Y si arruina la boda? Es el momento más hermoso para cualquier mujer y que tu madre se ponga a liarla... Me parte el alma verla llorar sin parar, le dijo palabras muy duras. —esta señora me va a conocer, no pienso reprimir a Vilho con ella y lo siento por Sofi que es un sol, pero esa mujer conocerá de lo que está hecha esta manada. —Si quieres la quemo. —le digo y él se carcajea. —He pensado en adelantar la boda, así cuando ella llegue ya estaremos casados legalmente y no podrá fastidiarlo todo. —me gusta como piensa Jayden. —Me parece perfecto. Pero lo importante es lo que ella desee. —me mira y sonríe. —Ha dicho que lo que yo decida estará bien. ¿Crees que el juez pueda cambiar el día y la recepción esté lista para mañana a la tarde? —por mi hermano cualquier cosa. —Por supuesto que estará todo como lo habéis planificado. Ve a darle la enhorabuena a tu chica y a mimarla, yo me encargo. —me abraza y sale con una gran sonrisa en su cara. Cuando se retira pienso: >   ******   Ya está todo listo para la boda, la manada al completo está invitada. Los centinelas están en puestos estratégicos por si alguien intenta atacarnos, aunque eso es muy difícil, quien precie su vida no se meterá con nosotros; pero así y todo, no me gusta arriesgarme. Prefiero no dejar cabos sueltos y este día debe ser perfecto. El auspiciante se encuentra en su lugar, al cabo de unos minutos aparece mi amigo enfundado en un traje azul eléctrico, con su corbata haciendo juego. Está que no cabe de felicidad, ha esperado 400 años para encontrarla y por fin lo ha hecho. Siento un poco de envidia sana, daría lo que fuera por estar como él, y aunque mi tiempo se acaba, no me daré por vencido. El momento tan esperado llega, Sofía va entrando radiante de felicidad, su vestido es hermoso, las mujeres le han recogido el pelo de manera elegante y la han maquillado en tonos pastel y rosa. Jayden destila lujuria y ronronea, puedo escuchar sus latidos desde donde estoy y sonrío moviendo la cabeza. La ceremonia comienza sin inconvenientes, dicen sus votos haciendo llorar a más de uno. Nos encontramos en la recta final, gracias al cielo nada malo ha ocurrido, cuando den su consentimiento, podremos respirar tranquilos e irnos a festejar esta unión tan deseada y esperada para nosotros. El Juez toma la palabra. —Antes de pasar a las preguntas de rigor, hay una que nunca puede faltar. ¿Hay alguien entre los presentes que se oponga a esta unión? —dice el auspiciante y todos sonreímos porque estamos ansiosos y felices con este acontecimiento. —¡Yo me opongo! — dice una voz desde el fondo y a mí me entra de todo, en especial ganas de quemarla viva. —Madre… —Sofía está pálida. —¿Me creíste tan estúpida como para no deducir que intentarías adelantar las nupcias? —nuestra pequeña comienza a llorar y es cuando decido tomar cartas en el asunto, esta mujer no va a arruinar su día. —¡Basta! —digo con voz de alfa—. ¡Se acabó su berrinche, señora, o se calla o se va! —la miro con rabia, aunque me descontrola su estampa. —¡Aquí, quién cerrará la boca es usted! ¡Nadie me dice lo que hacer, y un hombre no será el primero! —Su altanería me gusta y enciende algo en mi interior. —Para su información, estos son mis dominios y hago lo que se me venga en gana. ¡O se retira por las buenas o la saco a la fuerza! —chillo, mi fuego quiere salir, pero no de la manera habitual. Vilho me dice que hay algo en esta mujer que lo desespera, concuerdo con mi lobo, pero, no podemos olerla, es como si lo estuviera conteniendo, aunque eso es imposible. Nadie puede esconder su aroma de esa manera, a no ser que… —¡¿Esto es lo que quieres Sofía?! —se dirige a su hija ignorándome. —Sí, mamá. Lo amo y así será por toda la eternidad. Es un hombre excelente, me adora como papá lo hacía contigo, dale una oportunidad, no te arrepentirás.—le contesta. —Bien, has hecho tu elección, ya no tengo nada más que hacer aquí. —se gira para irse sin importarle los lloros y súplicas de su hija. —Me decepciona conocerla, su hija hablaba maravillas de usted, pero veo que se equivocó. Es arrogante, altanera, egoísta… —no me deja acabar. —¡¿Quién coño se cree usted para hablarme así, sin conocerme?! ¡¿Tiene hijos?! ¡Por supuesto que no! ¡A leguas se ve lo tirano que es, dudo que alguna mujer quiera ser su pareja! —dice gritándome mientras alza una ceja, me duelen sus palabras por lo que le gruño. De pronto, las hojas de toda la fauna que nos rodea comienzan a moverse como si tratasen de apoyarla, o protegerla, y una ráfaga de aire la hace estremecer, erizando sus vellos, haciendo que suelte un jadeo. En ese preciso momento veo caer sus barreras y puedo sentirla al 100%; huele a bosque, a tierra mojada y flores silvestres, mi corazón palpita y sin poder evitarlo me abalanzo sobre ella. —¡¡¡Mía!!! —grita Vilho ante la mirada estupefacta de todos. Y yo pienso: >
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