Mi manada Boreal

Narrador Omnisciente Noah es el alfa supremo de las manadas de la Taiga, muchos optan por llamarlas Boreal, ya que su localización es en una zona extensa de bosques inhóspitos que ocupa varios países como: Estados Unidos, Canadá, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, Mongolia e Islandia. Algunas de estas regiones están en el programa de conservación del WWF, por lo que esas manadas tienen más contactos con humanos, debiendo ser más cautelosos de lo usual sus integrantes a la hora de transformarse. Lleva buscando a su luna por cientos de años, ha viajado varias veces alrededor del mundo, volviendo siempre con las manos vacías. Casi ha perdido la esperanza; sabe que no le queda tiempo, pero sigue optimista, no se dejará vencer por el miedo o la desesperación. Su beta Jayden, lo mira con angustia, ya que sabe que al no poder anclar su poder a su otra mitad; su lobo lo está consumiendo y con él, la oscuridad que domina a los hijos del fuego. Si no la encuentra pronto y su agresividad se sigue incrementando, deberán matarlo, antes de que él lo haga con todos; provocando el caos en un ecosistema único. Porque las manadas boreales son muy especiales, ya que en ellas no conviven solo lobos, sino también otras especies metamórficas como: el lince, el zorro, el oso pardo, la comadreja y la marta. No hay otras como estas en todo el mundo; su poder está ligado directamente a la tierra; cada una posee un don singular proveniente de los cinco elementos. Pero, solo una, tiene el poder del fuego, ese que es capaz de arrasar con todo. Juntas son indestructibles, aunque la de Noah podría acabar fácilmente con las otras si se lo propusiera, o si se descontrolase, por la falta de su pareja eterna. Por eso necesita encontrarla, ya que las lunas son quienes les dan el equilibrio a los alfas; sin ellas se consumen lentamente hasta que terminan siendo animales sin compasión, teniendo que ser eliminados para que su poder vuelva a la tierra y renazca en otro ser. En el caso de Noah es más complicado aún, si él no permite que lo maten, nadie podrá. Porque un ser tan poderoso como él, no tiene rival; ni siquiera los demás alfas supremos que hay alrededor del mundo lo son. Ya que estos solo cuentan con el don de la sanación acelerada y fuerza, pero no pueden manipular los elementos y mucho menos controlarlos. ****** Libby es una bióloga, amante de todos los seres vivos. Siempre se ha sentido atraída por la tierra, esa que es capaz de regenerarse, alimentarse y descomponer cualquier elemento natural que habite en ella; conformando así, un ciclo maravilloso de vida. Desde pequeña se la podía ver hablar con plantas, arbustos o árboles; acariciaba sus hojas y reía al escucharlas moverse al son del viento. Lo mismo ocurría con cada animalito que se le cruzaba… A excepción de los insectos que la aterraban. Su vida se resume en trabajo y más trabajo, no tiene tiempo para el amor, o simplemente se ha cerrado a él. Su corazón es exclusivamente de su hija Sofía, esa que tuvo con su primer novio en contra de los consejos de toda su familia. Steven fue su único hombre, ese que con tan solo 16 años la enamoró de manera singular y que tres años más tarde moriría de leucemia, luego de una ardua lucha. Ella lo sabía, y por eso aceptó su propuesta de regalarle un hijo; ese que le recordaría su amor y entrega; ese que dejaría como marca en el mundo cuando ya no estuviera. Por eso su familia la desheredó, creían que dejarse embarazar con 17 años de un hombre que estaba enfermo y moriría joven, era arruinarse la vida. Pero ella no lo veía así, sino como el acto más puro y desinteresado de amor que pudiera existir. Así que tomó una maleta con las pocas cosas que tenía y se mudó al pequeño apartamento que compartiría con el que sería su marido por el tiempo que Dios quisiera. Luego de que su emancipación fuera admitida, pudo casarse con el hombre que amaba, una cosa tenía seguro y era que su bebé nacería dentro del matrimonio y con todos los derechos. Jamás permitiría que lo llamaran bastardo o que lo trataran de un error por haberlo tenido a tan corta edad, porque ella lo había hecho consciente, a pesar de la negativa de los padres de ambos. Su matrimonio fue corto, apenas año y medio, ya que el trasplante de médula y tratamientos no surtieron efecto arrebatándoselo demasiado pronto; pero, entre su tristeza, estaba feliz, porque lo había hecho feliz. Le regaló lo que él más anhelaba y pudo sostener a su bebé el tiempo suficiente para saber que era real y que una parte de él siempre la acompañaría. Su vida no fue fácil, pero Steve le dejó un fideicomiso con ciertas especificaciones. Podría utilizar ese dinero únicamente para estudiar, no quería dejarla desamparada y por eso antes de fallecer cobró la herencia en vida de sus padres pagando el apartamento donde vivían y dejando el dinero suficiente para pagar los insumos de este, por varios años. Ella solamente debería cuidar de su princesa y estudiar, si jugaba bien sus cartas para cuando el dinero se acabase, tendría una licenciatura y un buen trabajo para mantenerse. Así lo hizo; con una carrera en auge y siendo su propia jefa, se embarcaba ahora en una misión de investigación en los bosques boreales. Desde pequeña algo la llama de ese lugar, pero con los acontecimientos de su vida, tuvo que posponer sus planes. Unos que no pensaba cambiar por nada, y menos ahora que su hija le dijo que se iba a casar; que viviría en los Bosques del lago Esclavo en Muskwa, Canadá; y que dejaría sus estudios y sueños. Esos que tanto le habían costado decidir… Todo lo haría por un hombre al que recién conocía y que le doblaba la edad. Estaba furiosa, y como toda una leona que defiende a sus cachorros haría hasta lo imposible por apartarla de ese hombre. Sofía había cumplido 18 años y se dijo que le daba igual su mayoría de edad. Debería intentar impedir esa boda, su niña era muy joven aún, y con eso en mente, organizó su equipaje.