Sonríe, Jayden.

1153 Words
PASADO. (Hace unos quince años atras). –Sonríe a cámara, Jayden – dijo mi padre. Observé la cámara, puntualmente hacia aquel punto rojo que me había acompañado a lo largo de mis cortos cinco años. Sonreí tan grande como pude, y luego abracé a mi mamá. –Nuestro pequeño hoy comienza su primer día de kínder… Tanto su papi, como yo, estamos muy emocionados por esto –anunció mi madre y luego besó mi mejilla, sentía pequeñas mariposas sobrevolar mi estómago, aquello me hacía saltar de la felicidad. Estaba realmente muy emocionado por ir a mi primer día de kínder y tener muchos amigos. –Así es, amigos. Jayden ya es todo un hombrecito y hoy comienza sus estudios, ¿No es así muchacho? –preguntó mi padre haciéndome cosquillas con su mano libre, ya que con la otra mano sostenia la cámara. Reí a carcajadas intentando escapar, fue entonces cuando encontré refugio en los brazos de mi madre, quien me protegió. –¿Estás bien, cariño? –preguntó él mirando hacia mi madre, quien me observaba triste. ¿Por qué lo estaba?, no quería que lo esté. –Confieso que no sé cómo haré para estar 3 largas horas sin mi bebé– contestó mi madre a cámara haciendo puchero, me abrazó con más fuerza, acción que correspondí, ya que deseaba que ella se sintiera mejor y tal vez mi abrazo lo haga. –Tranquila, como saben, ella es muy sobreprotectora con Jayden y será difícil alejarla del jardín – dijo mi papá y luego puso su mano en el hombro de mi madre intentando consolarla. –Quizás pueda simular ser una maestra –comentó mi madre chistosa, observé mi alrededor, pero mi mami tomó mi mano y la movió llamando mi atención nuevamente, fue entonces cuando volví a sonreír a cámara. –Eso no pasará –contestó mi papá mientras todos reíamos, este momento era muy genial, aunque ya quería irme a la escuela, sería emocionante, todos esos niños ahí y si mi mamá se disfraza de maestra sería aún más cool. – Ya es momento de despedirnos, debemos llevar a Jayden al kínder y no queremos que llegue tarde en su primer día, o ¿sí? –preguntó mi padre a la cámara. Negué rápidamente y me moví para el costado, noté algo en la habitación que llamó mi atención, pero mi madre nuevamente me llamó trayéndome a cámara. –Bueno amigos, hicimos esté video para que así ustedes también sean parte de éste día tan especial para la familia, ya que como siempre les decimos ustedes también son parte de ella –dijo mi mamá. Mi padre afirmó con su cabeza mientras nos abrazaba a ambos. Cerré mis ojos, la luz que daba justo en ellos estaba comenzándome a hacer daño. –Di adiós, Jayden –dijo mientras movía mi brazo. Intenté abrir mis ojos, pero la luz parecía crecer. –Saluda a nuestros Suscriptores, Jayden – insistió mi madre. Entreabrí mis ojos y mire hacia aquel punto rojo tan conocido para mí. –Adiós – solo me limité a decir. –Adiós, amigos– dijeron mis padres al unísono riendo. La gran luz se apagó repentinamente. –CORTE –gritó alguien desde el otro extremo de la habitación, miré rápidamente a mis padres, ellos ya no sonreían, mi madre caminó hacia el sofá y me dejó sentado allí mientras ella se acomodaba el vestido intentando quitar las arrugas que le habría provocado alzarme. Un hombre sostenía un extenso palo con un micrófono en la punta, mientras que otro tenía un gran reflector en su mano. De pronto las personas en la sala eran muchas, más de las que recordaba, ¿Cómo es que no las vi antes?, alce mis brazos en dirección de mi madre, pero ella pasó de mí, ignorándome. –Ana –gritó ella y rápidamente mi niñera apareció. Extendí mis brazos en dirección de mi padre, pero apenas me observó por el hecho de que tenía su mirada fija en un trozo de papel. –Papi –dije insistiendo, sin embargo, mi voz ya no parecía ser tan importante, ahora mismo me sentía invisible. Quizás lo era, aquella sensación me entristeció y logró que comenzará a llorar, realmente no quería ser invisible, ya que eso arruinaría mi primer día de Kínder y mami ya no se disfrazaría. Mi padre finalmente me observó. –Ana, ven a calmarlo–dijo molesto, moviendo su mano a desdén y saliendo de la habitación sin tener contacto con nadie de allí. Una mujer se acercó a mi madre y comenzó a retocarla mientras todos en la habitación comenzaron a moverse rápidamente llevándose varios elementos. –Ven Jayden, es hora de irnos al kínder –dijo Ana tomando mi mano. Salté para bajar del sofá y caminé de la misma forma que mi padre lo había hecho anteriormente. Sin despedirme de nadie, sin hablar en lo absoluto, solo caminar con la mirada baja. Un pequeño no comprende que sucede, ni mucho menos puede actuar un papel, justo como lo hacían mis padres, sin embargo, logré acostumbrarme a que la felicidad que sentía en ese instante en que grabamos un video se iba a desvanecer cuando la grabación acabará y aquella atención que finalmente tendría en esos minutos, simplemente desaparecería, justo como una ilusión. Aquel día, por más que no lo entendiera por completo en ese momento, aquel día me marcó para siempre y lo recordaría cada mañana al despertar. Aún más cuando ese escenario se repetía una y otra vez por 15 largos años. Sonreír a cámara se volvió habitual tanto como esconder aquella sonrisa luego de que toda esa farsa acabará. Sé que muchos creen conocerme, ya que toda mi vida estuve expuesto a una cámara y prácticamente cada segundo de mi día fue visto por millones de personas en todo el mundo. Sé que muchos creen conocer a mi familia y catalogarla como una perfecta, puesto que en aquel cubo de cristal que mis padres nos pusieron por años todo nos comportamos de manera ejemplar, pero nada de eso fue cierto. Todo famoso, toda estrella que crees conocer solo está interpretando un papel, somos actores en nuestra propia realidad y vendemos una película hecha para todo público que sabemos que nos dará justo lo que quisimos, “popularidad”. ¿Pero cuál es el costo de la popularidad?, en mi caso, aunque no lo reconozca, ni mucho menos lo diga en voz alta, en mi caso el costo fue mi vida, mi alma, y mi ser por completo. Ese dolor que sentí ese día en el que supe que la vida era una completa mentira, en el que supe que estaba solo y que las personas que deberían amarme por naturaleza solo lo hacían para usarme, ese dolor no disminuyo, solo se reprimió al igual que todas mis emociones y hoy en día no sé quién soy.
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