segundo capitulo.

2029 Words
-Escribí "Asesinos".- dije mientras que Gael me observaba sorprendido.- Ves cuan necesario es aprender a leer.- terminé de decir alejándome pero noté que el comenzó a caminar a mi lado en lugar de permanecer en su casa. -¿Dónde vas?- pregunté. -Te acompañaré unas cuadras, el barrio a esta hora suele ser peligroso.- contestó levantando sus hombros y formando una media sonrisa, mientras podía oír el ruido de gritos saliendo de su casa, puse mi brazo en su hombro y continuamos caminando. -Aún así, preferiría que uno de los guardias me enseñará a leer a que tú lo hagas Gina, eres pésima maestra. – cortó el silenció. Lo empuje. -¿Qué?. Es la verdad tú no tienes paciencia.- sonrió negando con su cabeza.- Aún recuerdo la última vez que solo jugamos a fingir que eras mi maestra, me golpeabas con una barrilla cada vez que fallaba un cálculo el cual hasta inventabas el resultado, ¿Cómo se suponía que aprenda de esa forma?.-preguntó. -Apenas teníamos 10 años.- respondí sonriendo, podía recordar aquello como si fuera ayer.. -Tú poca paciencia sigue siendo la misma, solo que ahora eres aún más gruñona que antes. –Bromeó iba a contestar justo cuando mi zapato se hundió en un charco de lodo. Suspire con furia, mire hacia el interior de la casa que había tirado su desecho de agua en la vereda en lugar del desagüe.-Algunas cosas nunca cambian.- acotó. Gael reía a unos escasos metros de mí. -Toma esto por burlarte.- respondí sacudiendo mi zapato frente a él manchándolo con lodo. -No, ahora deberé lavarlo. Ya no me ensucies que mañana tenemos un día importante.- refunfuñó. Negué mientras caminaba descalza de un pie hacia mi casa. Noté que Gael ya no caminaba a mi lado. -¿No vienes?-pregunté girando justo cuando una bola de barro impactó contra mi overol. -Hasta mañana gruñona.- corrió a tanta velocidad que apenas pude verlo irse. -ESTAS MUERTO.-grité pero dudaba que lo haya oído. -Cállate niña ya es hora de dormir.- gritó alguien desde el interior de una casa. Comencé a correr hacia mi casa, le había prometido a mi padre volver antes de las 17hs y ya casi eran las 18hs. Tomé un atajo por lo que yo llamaba el pasillo de la muerte, se trataba del escaso espacio que quedaba entre varias viviendas de chapa de Blackblood, solo podías pasar por aquí en ayuno y evitando respirar. Suspiré al llegar agotada a mi casa, permanecí en el frente de está observando como mi vecina Alicia recostaba a sus dos hijos en una misma cama y luego ella se sentaba sobre una silla a su lado solo para velar por su descanso. Mi mirada fue hacia la otra vivienda pequeña aún lado de la mía, allí vivía una pareja de ancianos el señor Edward y su esposa Vivian apagó juntos una vela dejando en oscuridad todo el interior de su casa. Mi padre abrió la puerta de mi casa llamando mi atención, entre con la cabeza a gacha observando su semblante. -Lo siento padre, se me hizo tarde.-hablé tomando asiento. -Está bien Gina, siéntate a comer antes de que deba apagar las luces.-respondió. -¿Podemos leer antes?.-pregunté -Ya no hay tiempo.- respondió dejando un plato con un huevo frito sobre la mesa y una taza de té. Dirigí mi atención a su cama, está estaba sobre el suelo de la cocina ya que teníamos una sola habitación en la cual el me la había cedido. Sobre la cama tenía un libro nuevo y moría por hacerlo. -¿Puedo leer luego de comer?-pregunté -Ya no hay tiempo Gina.- insistió tomando asiento a mi lado y abriendo su pequeña y eterna libreta. Observé los nombres algunos eran de nuestros vecinos y en todos tenia pequeñas palabras que no lograba leer por lo pequeña que eran las letras. -¿Puedo al menos mirar la tapa del libro y leerlo mañana? .- pregunté mientras masticando. Mi padre suspiró. -¿Tú no te cansas verdad?- preguntó negando.- Apenas termines tú comida apagaré las luces, Gina. Ambos debemos descansar mañana hay mucho trabajo por hacer, y aquel que madruga obtiene la providencia.-dijo. -O solo más cansancio.- respondí bebiendo un poco de mi té. El no rio, nunca le causaba demasiado mis ocurrencias aunque sabía que dentro suyo había un pequeño individuó riendo con cada uno de mis chistes solo que se esforzaba por mantenerse serio. -Puedo leer con las luces apagadas , ¿sabías? Es como un nuevo don que desarrolle.- Insistí. -Un don que te dejará ciega.- movió su cabeza de lado a lado y volvió a suspirar observándome.- Estoy cansado, iré a dormir. Ahora que sé que puedes leer a oscuras imagino que también sabes cenar a oscuras.- habló apagando la luz de la mesa y pude ver una pequeña risa de maldad en su rostro antes de hacerlo. Reí por lo bajo, había perdido en mi propio juego. La luz que entraba por la pequeña ventana de la cocina me ayudo a encontrar mi taza y terminar su contenido. Tome ambos utensilios y me dirigí hacia la puerta de salida. -Mañana lo lavaré yo, déjalos sobre la mesa. Sabes bien que no me gusta que salgas luego de las 18hs.-comentó. -Mañana me levantaré al amanecer y lo lavaré yo, no te preocupes.- respondí dejando ambos utensilios sobre la mesa y caminando hacia mi habitación. -Gina.-llamó mi atención. -¿Si?-pregunté. -Si mañana vuelves a tiempo podrás leer el libro que te traje.-respondió. -Está bien.- respondí cerrando la puerta tras de mí Mi habitación consistía en unos escasos metros en los cuales apenas entraba mi cama y un pequeño armario pero era suficiente para mí. Tenía todo lo que una adolescente de mi edad necesitaba, privacidad. La oscuridad de está y el poco sueño que habitualmente tenia me llevaba a recurrir al único recurso que poseía en exceso, mi imaginación. Primero imaginaba historias demasiado irreales en donde era un soldado y luchaba contra miles, luego una realidad paralela siendo una joven de cada linaje y color. Así por horas hasta que oía la puerta principal abrirse, cerraba mis ojos simulando dormir mientras la sombra de mi padre pasaba por mi ventana escabulléndose entre la oscuridad de la noche. Cada día era igual desde hace años y jamás me preguntaba hacia donde iba, ni mucho menos se lo preguntaba a él. Solo sabía que regresaría con su mochila repleta, iría de casa en casa y al final cada vecino lo abrazaría como despedida, a la madrugada se acostaría cansado y con su bolso vacío. Siempre anhele descubrir que es lo que hacía pero hacerlo podía quitarme los beneficios que su ausencia noche tras noche me regalaba. Salí por mi ventana de madrugada y caminé por aquellos angostos pasillos de mi barrio, el sonido del silencio era casi un milagro. Esta era mi hora favorita por aquella razón, todos dormían, y sus palabras, gritos y llantos eran callados por las estrellas las cuales los arropaban de noche. Llegue al muro, y comencé a escalarlo por aquellas pequeñas aberturas que había hecho anteriormente en las tantas visitas. Subí hasta la cima de esté y observe las estrellas desde allí, podía haberlo hecho desde la ventana de mi habitación, pero no hubiera sido lo mismo, estar suspendida en el aire a metros del suelo en aquel mural les daba una belleza agregada a aquellos increíbles astros. Suspire observando el cielo, siempre me pregunté qué tan lejos estaría de aquí. ¿Qué tan lejos debería ir solo para tocar una estrella? La respuesta era simple, lejano. Para alguien con mi sangre, todo se veía lejano. Mi vista se desvió hacia la cuidad de Brightside, las luces apenas se apagaban en algunas viviendas y el ruido de una risa casi en eco se oía de fondo, el color de sus edificios iluminaba pesé a la oscuridad, observe mi favorito la Torre Terrot. Este jamás se apagaba y era el único en la cuidad de color gris, permanecía así a pedido de su creador, se dice que un solo hombro construyo toda aquella imperial obra, nunca lo creí pero todos mis amigos sí. Bueno tal vez solo Gael lo hacía. El juraba que el edificio era de aquel color pues su dueño tenía la sangre gris y era el único en su especie. De hecho, para él la guerra de las "Ruinas" comenzó cuando todos los linajes deseaban poseer aquel edificio, lo cual no fue así. Hace cientos de años todos los linajes Vivian en armonía y separados, cada uno ocupando un sector del Territorio. Todo era pacífico, cada sangre se ocupaba de un tipo de producción y abundaba el comercio. Todo cambio cuando el antiguó líder Aike de los Blackblood comenzó a planear una toma del territorio, preparo un gran ejército y entreno a su pueblo como soldados. Aike ataco uno por uno a los linajes, los primeros en caer fueron los "Greenblood"(Sangre verde), luego los "Redblood" (sangre roja) y a ellos le siguieron los "Blueblood". Uno por uno atacó con tanta fuerza y salvajismo a los linajes que los destruyó como un domino, con una ataque sorpresivo, sin que ninguno pudiera estar preparado. Su ultimo objetivo los "Whiteblood" si lo estaban gracias a varios avisos de los que pudieron sobrevivir al ataque de Aike, se prepararon y junto a los sobrevivientes de cada linajes derrotaron Aike, siendo esté el primero en morir bajo el "Desangro", aquella es una antigua técnica mortal. Por su parte los "Blackblood" que sobrevivieron a aquella guerra fueron desterrados y condenados a servir eternamente a los demás Blood. Los linaje de cada color decidieron unir sus fuerzas y construir un muro alrededor, para mantenerlos alejados a los Blackblood. Los Blackblood no contamos con escuelas, hospitales mucho menos universidades, pues nuestro completo y total destino es servir al “Brightside” de la cuidad. Daria lo que fuera por haber nacido del otro lado del muro, ni siquiera me importaría el color solo ser uno de ellos. Los Ciudadanos de Brightside tenían derechos, derecho a la educación, a la atención medica, derecho a elegir su (limitado) pero elegir su futuro, ellos lo poseían todo y nosotros carecíamos de todo. Cuando tenía 8 años acompañe a mi padre a la cuidad Brightside donde él se encargaba de la limpieza de los acueductos, recuerdo ver como se sumergía en aquel agujero en mitad de la calles, mi ropa negra me delataba y cada ciudadano que pasaba me observaba con desprecio. Mi padre se demoraba demasiado y mis pequeñas manos transpiraban de los nervios justo cuando sentí un niño, un Whiteblood empujarme hacia la alcantarilla abierta donde mi padre trabajaba dentro. -Te enviaré donde perteneces.- fue lo dijo justo antes de sentir su mano mi espalda, intente sostenerme de la tapa pero como dije anteriormente mis manos sudaban y aquello solo hizo más sencillo mi caída, caí de frente al suelo de hierro dentro de la alcantarilla, y golpeé mi ceja contra aquello dejándome una gran cicatriz visible en la parte de arriba de mi ojo. Mi padre no pudo terminar su trabajo, rápidamente se acercó y me tomó de entre sus brazos mientras yo permanecía en silenció, sin largar una sola lagrima, mi temor de ser retada por llorar por alguien de arriba era mucho más grande que el dolor que me había provocado la caída. Desde ese día lo comprendí, ellos y nosotros jamás seriamos una misma cuidad, solo me sentí a salvo cuando cruce el muro y volví a mi barrio. En la cuidad de había 5 barrios y todos se dividían por una misma cualidad el color de tú sangre. Cada color representaba un lugar de en al cuidad, en los más alto gobernaban los “cancilleres y sus asesores de sangre “Whiteblood”. Mañana iría nuevamente a la cuidad y aunque no quisiera admitirlo estaba emocionada por hacerlo, ya no era aquella niña con temor que escondía la mirada. Ahora no tenía miedo de sus ojos sobre mi, y el hecho de observar aún más de cerca todos aquellos edificios y tecnología me entusiasmaba mucho más que lo que me molestaba.
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