20- Nuestras vidas no encajan

2213 Words
Jazmín Es la hora. De pie frente al lavabo del baño después de un largo día de trabajo, hago una mueca y me inyecto mi segunda dosis. En veinticuatro horas, necesitaré follar con Declan tanto como sea humanamente posible. Ya programé una reunión con él, pero me siento inquieta, así que prefiero comprobarlo tres veces. Sin embargo, cuando alcanzo mi teléfono, suena solo. Una llamada de Declan. Sorprendida, contesto y digo: —¿Hola? — —Hola, Jazmín. Me temo que ha surgido algo en el trabajo— Se me sube el corazón a la garganta. —¿Qué? ¿Qué quieres decir? — —Tengo que hacer un viaje de negocios de última hora a Nueva York, vuelo mañana al medio día y vuelvo en tres días— —Pero es exactamente cuando estoy ovulando— no me lo puedo creer. No puede irse de la ciudad ahora. Suspira con una ráfaga de estática. —Lo sé. Lo siento mucho. Te llamaré tan pronto como pueda tener un momento libre. Nos dimos cuenta esta tarde de que había un problema con uno de nuestros distribuidores y tengo que ir a solucionarlo en persona— —Mierda— me quejo. Intento pensar en una forma de evitarlo, pero no se me ocurre nada. Ha estado actuando de forma extraña desde la boda. Bueno, eso no es cierto. La boda, la recepción y nuestra noche en el hotel fueron perfectas. La rareza comenzó en el viaje de regreso a la ciudad. Tal vez este viaje de negocios sea solo una invención. Tal vez ya no quiere verme. Intento no entrar en pánico, pero puedo oír mi pulso latiendo con fuerza en mis oídos mientras camino de un lado a otro. Tengo la garganta seca. No puede haber sido todo en vano este mes, pienso mientras me froto las sienes con los dedos. Después de un minuto de silencio mientras camino frenéticamente por mi apartamento, dice: —¿Quizás podrías venir conmigo? — Me detengo, dejando de hacer un hueco en la alfombra. —¿A Nueva York? — Si, ¿Por qué no? yo pagaría el vuelo, el hotel y todo, ya que te estoy poniendo en un aprieto— Me muerdo el labio, sintiendo alivio al saber que, después de todo, no está intentando librarse de nuestro acuerdo. —No lo sé. No puedo cerrar mi tienda de repente, así como así— argumento a regañadientes. —¿Eres el único m*****o del personal o algo así? — pregunta. —No, tengo un asistente, pero…— —¿Él es de confianza? — —Es una ella, y si, per…— —Bueno, ahí lo tienes. ¿No es para esto que están los asistentes? — —No es exactamente un procedimiento estándar pedirle a la gente que asuma tareas adicionales para que sus jefes puedan tener sexo— digo secamente. —Sabes a que me refiero. Ella puede cubrirte unos días sin incendiar el lugar— Me tomo un momento para pensar. Pero aparentemente estoy callada demasiado tiempo. —Entonces, ¿Qué dices? — dice. —Podría ser divertido. Tendría que estar en reuniones aburridas la mayor parte del día, pero podríamos pasar el rato después. Beber, bailar, cenar bien, lo que quieras hacer— Su voz adquiere ese tono sensual que me resulta difícil de resistirme. —Por supuesto por la noche seré todo tuyo— La tentación de pasar tanto tiempo con Declan, sin mencionar evitar desperdiciar la ovulación de este mes, es demasiado fuerte. —De acuerdo— respondo finalmente, racionalizando que no es que haya demasiados clientes para que Giana los atienda sola. —Genial— dice con genuino entusiasmo. —Te recogeré mañana por la mañana a las nueve— —Nos vemos entonces, Adiós— cuelgo dejando escapar un suspiro. He intentado fingir que el día después de la boda de Brad nunca ocurrió, pero en los momentos en que no estoy ocupada o lo suficientemente cautelosa, todavía se mete bajo mi piel para carcomerme. El comentario de Declan sobre que yo era una aventura rápida y fácil realmente me dolió. Lo que me hizo sentir aún más confundida y frustrada, porque no debería tener ningún sentimiento sobre esta situación que pudiera herir. Sin embargo, allí estaba sentada, mirando por la ventanilla del coche con un nudo en la garganta que todavía no puedo explicar, y mucho menos olvidar. Declan no lo ha mencionado, así que no puedo decir si se olvidó de ese extraño y doloroso interludio…o si ha estado siguiendo mi fara de satisfacción sin complicaciones. Cualquiera de las dos debería ser suficiente para mí, pero, por supuesto, todavía me pregunto que está pensando, porque mi corazón es un imbécil que disfruta del dolor y no puede seguir las instrucciones más simples. Y, sin embargo, no puedo alejarme de él. Ni siquiera quiero. Juré que nunca sería el tipo de mujer que necesita a un hombre. Pero de alguna manera, a pesar de mis mejores esfuerzos, aquí estoy, incapaz de escapar de su atracción gravitacional. Empiezo a empacar una maleta, ya llena de anticipación por tres días enteros de Declan. *** Aterrizamos en la pista de LaGuardia a media tarde y llegamos a nuestro hotel en el Upper East Side una hora después. Cuando vemos nuestra habitación, casi tengo miedo de tocar algo. El lujo de la suite decorada cuenta con un balcón que ofrece una hermosa vista del horizonte de la ciudad, un enorme baño con suelo de mármol y bañera de hidromasaje, y una lujosa cama tamaño King con una pequeña caja de frutas en cada almohada. Deambulo, asimilándolo todo, mientras Declan le da una propina al botones que subió nuestras maletas y lo envía de vuelta abajo. Sin quitarse la chaqueta ni los zapatos, Declan mueve mi maleta a los pies de la cama, dejando la suya junto al perchero. —Estaré en reuniones hasta las cinco— explica, —Así que me temo que estarás sola durante el día, pero podemos hacer lo que queramos por la noche. Volveré en un par de horas. ¿Estarás bien? Me siento como un idiota por dejarte— Le hago un gesto para que se vaya. —No lo hagas. Estaré bien. Puede que me eche una siesta, y un baño de burbujas en esa bañera suena increíble. No tienes que preocuparte. Estaré lista para cenar cuando regreses— —No estoy preocupado. Se que eres una niña grande, Jazmín. Simplemente no me gusta abandonarte. He oído que el hotel tiene un spa excelente— Su boca se curva. —O esta la Biblioteca pública de Nueva York, el museo…— —Por supuesto. Me conoces demasiado bien— me río. —Hago lo que puedo— se inclina, duda y se agacha para recoger su maletín. —Bueno, tengo que irme. volveré tan pronto como pueda escaparme, y luego decidimos donde ir a cenar— La puerta se cierra detrás de él, dejándome sola e inquieta. ¿A caso se abstuvo de besarme al despedirse? Dios, eso no ayuda a mi estado de ánimo. Estoy pensando demasiado en esto; mi mente me está jugando una mala pasada y mi corazón no está captando el mensaje. Una visita a la biblioteca suena como justo necesito…el silencio, la soledad y la amigable compañía de los libros me aclararan la mente. De pues de refrescarme, llamo un taxi para que me deje cerca de Bryant Park. Camino por el césped bien cuidado, entre los grandes leones de piedra que custodian la Biblioteca pública de Nueva York, y entro en una impresionante catedral literaria. El aroma de papel viejo me envuelve. Habitación tras habitación y estantes tras estantes de libros se extienden por todos lados. Durante un largo rato, simplemente deambulo por las estanterías y las salas de lectura con pacifico asombro, admirando la hermosa arquitectura y la sabiduría combinada de siglos. Podría pasar el resto de mi vida leyendo aquí y nunca terminar ni la mitad de su colección. Es increíble, y no sé por dónde empezar. Decido simplemente pasear por la sección de ficción literaria y coger lo que me llame la atención. Con deleite, leo fragmentos de todos los nuevos títulos de los que he oído buenas críticas, pero no he tenido tiempo de evaluarlo por mí misma. De pues de un tiempo, sin embargo, me doy cuenta de que sigo inquieta, lo que a su vez me frustra. Tengo horas que matar en una de las biblioteca más grandes del mundo, maldita sea, debería sentirme como un niño en una tienda de dulces. Pero mis pensamientos siguen volviendo a Declan, especialmente a ese momento en nuestra habitación de hotel, cuando se contuvo de besarme. Solo aumenta la ansiedad que ya se estaba acumulando en torno a nuestra relación. ¿Qué siento por él? ¿Es lo mismo que el siente por mí? Niego con la cabeza. no…no importa. Nuestras vidas no encajan, punto, fin de la historia. Reconocer esta ruptura en voz alta, en el mejor de los casos, haría imposible seguir adelante sin hacer cambios para los que no estoy lista. En él pero, lo derrumbaría todo y alejaría al hombre sin el cual cada vez me cuesta más imaginar mis días. Pero esa conciencia de lo precaria que es nuestra situación solo le dan un toque desesperado a mi ansia. Me encuentro apartando la mirada del libro que tengo en la mano y mirando mi reloj cada veinte minutos aproximadamente, esperando con ansias el momento en que lo vuelva a tener todo para mí. En una misión, devuelvo el libro a su lugar correcto y me doy la vuelta para irme. He decidido que cuando regrese a nuestra habitación de hotel, quiero que me encuentre esperándolo allí. *** Arqueándome del colchón, con los pies apoyados en los robustos hombros de Declan, me retuerzo y gimo pidiendo más mientras su lengua roza mi clítoris y sus hábiles dedos masajean incansablemente mi interior. Lo que estamos haciendo no tiene sentido. El sexo oral no cumplirá la razón por la que empezamos a vernos en primer lugar. Pero ninguno de los dos comenta esa obvia verdad. Simplemente estamos disfrutando y bailando alrededor del elefante en la habitación, tratando de no reventar esta burbuja de tensión tacita. Al menos, por eso mantengo la boca cerrada. Pero, aunque solo sea mi imaginación hipersexual, siento que está haciendo lo mismo. Cuando volvimos a la habitación del hotel después de cenar, me abalance sobre él, bajándole los pantalones y chupándolo con avidez hasta que casi se vacío en mi boca. Solo a Declan se le ocurrió detenernos, asegurarse de que eyacular dentro de mí. Y vaya si lo hizo. El recuerdo de su profundo gemido es suficiente para hacerme caer al borde del abismo. Echo la cabeza hacia atrás con un grito salvaje. A pesar de todo, a pesar de mí misma, mi tiempo con Declan sigue siendo unas benditas vacaciones de mi vida. Su tacto me transforma en una criatura lasciva y codiciosa del deseo. Solo una hembra en celo sin pasado ni futuro, sin preocupaciones ni vergüenza ni pensamientos excesivos, sin tonterías sobre el trabajo… solo el puro y simple placer del momento. Con un gemido desesperado, me inclino al límite, mi cuerpo se espasma alrededor de sus dedos en una ola tras otra de dicha. —Es tan hermoso cuando te corres— dice. Declan se levanta y nos coloca juntos en la cama. Nos acostamos de lado, uno frente al otro. Compartimos un beso pausado y saciado, disfrutando de la sensación de nuestros labios rozándose ligeramente. Nos separamos… y por un momento, el tiempo se detiene mientras nuestras miradas se posan en el otro. El aparta un cabello suelto de mi cara con una sonrisa que me parte el corazón. Declan se ve tan tierno que casi le digo lo mucho que significa para mí. Pero no…eso…no le haría ningún bien a nadie. Dejó claro sus sentimientos desde el primer día. No tiene tiempo ni deseo de tener una novia, y mucho menos una familia. Descarto esa terrible y tonta idea, y siento como si estuviera arrancando algo dentro de mi junto con ella. Apagamos las lámparas de noche y nos acurrucamos untos bajo las sábanas. Me acurruco con la cabeza en su pecho, disfrutando de su calidez y la sensación de seguridad que siempre irradia. Había esperado con ansias tres noches de sexo con Declan. Lo que no contaba era que también pasaría esas noches durmiendo en sus brazos. Al igual que la boda a la que fuimos, me encanta… y lo odio. Anhelo esta intimidad con todas mis fuerzas, a pesar de saber que es un impulso estúpido al que ceder si quiero evitar encariñarme. Pero tal vez sea demasiado tarde. Tal vez ya estoy encariñada, y lo mejor que puedo hacer ahora es permitirme disfrutar de esto mientras dure. Su mano acariciando suavemente mi cabello alivia el dolor en mi pecho. Pero sé que no se ha ido, solo se ha retirado, esperando la próxima vez que esté sola con mis pensamientos. Cierro los ojos con fuerza, como si pudiera bloquear la verdad junto con mis lágrimas, y dejo que los latidos de su corazón me arrullen hasta quedarme dormida.
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