17- El amor aparece cuando ya no lo buscas

1899 Words
Jazmín Tan pronto como la puerta de nuestra habitación de hotel se cierra detrás de nosotros, nos estrellamos juntos en una fiebre desesperada de lujuria. El cuerpo de Declan, su deseo esta duro contra mi vientre. Hace que mis rodillas se debiliten. Nos desgarramos la ropa el uno al otro frenéticamente, corriendo por el contacto primario de piel con piel. Mi vestido esta desabrochado y cae en un charco en mis pies. Luego, me quita el sostén y lo arroja a un lado. Mis dedos hurgan hasta la mitad de los botones de su camisa y me detengo ante la sensual caricia de su boca en mis sensibles pechos. —Declan…— gimo, hundiendo mis dedos en su cabello. Su brazo rodea mi cintura para atraerme hacia él. su bulto presiona mi estómago, tan caliente y duro que siento que podría quemarme a través de mis bragas hasta donde más lo deseo. Tiemblo e intento mecerme contra él, pero su agarre se aprieta, manteniendo mis caderas firmes. —Todavía no. Tú tienes tu turno primero— He olvidado lo insistente que es en que mis orgasmos vengan antes que los suyos. Parece una tradición arcaica y anticuada, pero en este momento, estoy totalmente de acuerdo. Sus dedos se deslizan entre mis piernas, apartando mis bragas húmedas. Sus dedos medio e índice se deslizan sobre mi clítoris varias veces, provocando un ruido de necesidad en mi antes de profundizar más y empujar dentro. Se curvan hacia arriba, justo en mi punto G, y mis rodillas se doblan. —Declan— suplico, mi voz irreconocible, ronca y casi dolorida por la necesidad. Las yemas de sus dedos trabajan mi punto G mientras la palma de su mano frota contra mi clítoris. No puedo soportarlo. Esto es demasiado y quiero más. Nunca antes el sexo había sido así. Nunca antes había estado así, tan lasciva. —Dentro de mí, ahora mismo…— Emite un gruñido de necesidad, y el sonido me golpea directamente en el pecho. —Dec, por favor— Ya estoy…apenas coherente, él lo entiende. —¿Seguro que estas listas? Lo que sea por ti— Con un gruñido de lujuria y orgullo me baja las bragas por las piernas y me levanta como si no pesara nada. Mierda. Luego, apoyándome contra la pared se baja la cremallera de los pantalones, liberando finalmente su polla, y empuja dentro. Tampoco es un esfuerzo pequeño. En esta posición, con mis piernas casi cerradas, mueve su gruesa polla de un lado a otro a través de mis labios hasta que está cubierto de mis jugos antes de penetrarme profundamente. Puedo sentirlo por todas partes. Me muerdo el labio con tanta fuerza para reprimir un grito que me duele. Oh, sí, he estado esperando esto todo el día, desde que llegamos en coche. Declan me levanta, cruzo los tobillos tras su espalda y los aprieto con entusiasmo, mis músculos vaginales se tensan a su alrededor. Sosteniéndonos pecho contra pecho, sus manos toqueteando mi trasero, se introduce lentamente hasta la empuñadura y se retira con la misma lentitud hasta que solo queda la punta de su polla. Todo mi ser se siente perdido. Estoy desesperada por sentir su piel sobre la mía, llenándome. —Por favor…por favor…— Ardiente por todas partes, me retuerzo y me resisto, pero no puedo moverme mucho cuando estoy atrapada entre él y la pared como esto. Vamos, provocador de clítoris, ya he esperado suficiente. —Mierda— gime. —Te sientes tan perfecta— Me retuerzo contra el de nuevo y Declan emite un sonido satisfactoriamente necesitado, pero lo más importante es que sigue el ritmo de esos movimientos de caderas exasperadamente suaves. La cabeza de su pene roza mi punto G y gimo, suplicando. —Ahí tienes— susurra y de repente me embiste en el ángulo perfecto, arrancándome mi primer grito desenfrenado de la garganta. Ahoga mi arrebato con un beso áspero, nada más que un choque desordenado y hambriento de labios y lengua. Ahora sus embestidas son fuertes y rápidas y, oh, Dios mío, es todo lo que siempre he deseado, mi clítoris frotando contras su hueso pélvico y su polla golpeando mi punto G como si estuviera hecha a medida para mi coño. ¿Cómo demonios me hace esto? ¿Cómo puede despojarme de mis inhibiciones, reducirme a un desastre cachondo, gobernar mi mundo con un simple roce? ¿Qué es esta magia salvaje que nos permite conectar y trabajar juntos de forma tan exquisita, exprimiendo el placer de nuestros cuerpos? Siento como si sus manos estuvieran por todas partes, acariciando y manoseando, sus dedos clavándose en mis caderas mientras su boca caliente y húmeda extiende besos y mordiscos descuidados por todo mi cuello. Despierta todo mi cuerpo hasta que mi cabeza da vueltas y todos los nervios se encienden a la vez. Esto ya no es solo hacer bebes. En el fondo, sé que no lo ha sido durante mucho tiempo. El fuego que nos consume cada vez que nos encontramos no tiene nada que ver con la procreación y todo que ver con la pura química lujuriosa. No debería gustarme tanto, pero maldita sea, no podría luchar contra esta sensación ni, aunque quisiera. Y definitivamente no quiero. Es tan perfecto. Tan atractivo. Tan sexy. ¿Cómo voy a tener suficiente? —No pares— exijo, jadeando. —Por favor no pares. Oh, Dios, justo ahí…— —Te sientes tan jodidamente bien— Declan gime de nuevo y el sonido vibra a través de mí. Cierro los ojos con fuerza y entierro la cara en su garganta, jadeando mientras mi liberación me atraviesa con una fuerza que me deja temblando, estremeciéndome, temblando en sus brazos. Declan se aparta lo suficiente para mirarme a los ojos. —¿Estás bien? Estás temblando— Trago saliva y asiento. —Si— —¿Has tenido suficiente? — su voz es tensa. —Todavía no te has corrido— ¿Por qué querría parar? —Eso no importa. En serio, si estás cansada, o…— No tengo ni idea de por qué tiembla todo mi cuerpo. Pero realmente no me importa. Mi cerebro me está gritando que no pare, que nunca pare, y el deseo de verlo perder el control es aún más intenso. —Quiero que te corras. Y no voy a parar hasta que lo hagas— Todavía dentro de mí, me lleva a la cama. Estoy agradecida: mis piernas se han vuelto gelatina y no estoy segura de no caer de bruces. Solo después de que me acuesta, comienza a moverse de nuevo, con embestidas largas y profundas. Con una mano sujeta por encima de mi cabeza en su gran palma, coloca la otra entre el vértice de mis muslos. —Tócate. Hazte correr para mi— dice. Obedezco, frotando suaves círculos contra mi clítoris con mi dedo índice, aunque estoy segura de que no podré correrme de nuevo. Pero pronto, mi cuerpo me está poniendo en advertencia y estoy acercándome al clímax. —Si, si, si— jadeo. Continúa con esas embestidas profundas constantes, su mirada vagando hacia abajo para verme tocarme. —Dios, esa es una vista jodidamente sexy— Al oír su voz profunda y drogada, pierdo el control, mis músculos internos pulsan salvajemente a su alrededor, sacándolo mientras llego al clímax. —Eso es, mierda. Jesús. Jazmín…— Declan finalmente perdiendo el control es el sonido más hermoso que he escuchado en mi vida. Con movimientos espasmódicos, finalmente se corre dentro de mí con un gemido. Después se retira suavemente y se acuesta a mi lado, acercándome a él. —Mierda. Eso fue…— —Increíble— termino por él. Agotada, todo lo que puedo hacer es quedarme allí mientras floto de regreso del cielo. Nuestras miradas se encuentran y compartimos una sonrisa de satisfacción. El resplandor siempre es tan maravilloso y tan…peligroso. En el pasado, he estado demasiado tentada a quedarme con él, a disfrutar de la comodidad hasta que me duerma y luego despertar a su lado. A respirar su aroma, a disfrutar de la sensación de su pecho firme y musculoso debajo de mí, y esta vez, no puedo escabullirme. Esta noche, no hay forma de evitar compartir la misma cama. Lo cual no es bueno para mi salud mental. —Um…— Me aclaro la garganta. —¿Quieres ducharte primero? — Parece confundido por un momento por el repentino cambio de tema, luego se encoge de hombros. —Puedes ir tu primero— —No, está bien, vete. Solo déjame agarrar mi neceser— Declan parpadea y luego se levanta de la cama. Mientras se ducha, me cepillo los dientes en el tocador abierto e intento no pensar en el desnudo y mojado a menos de tres metros de mí, Dios mío, esta situación es tan incómoda. O tal vez él está totalmente bien y solo es incómoda para mí, porque mi estúpido corazón no se calla. Habla a mil por hora con cada latido que da. Me gusta Declan. Me gusta mucho, mucho. Y eso me asusta muchísimo. Eso no era parte del trato. Se suponía que solo quería su esperma, no a él. Y el hecho es que me estoy acercando demasiado a él. necesito recordar que esto es solo temporal y que no puedo encariñarme con él. No importa lo sexy, divertido y confiable que sea, o lo amablemente que me haya recibido su familia hoy, o lo sola que estuviera antes de conocernos, no puedo confiar en un hombre así. En treinta y tres años, nunca he podido confiar en nadie con un pene. Nunca funciona. Los hombres son imbéciles. Necesito repetirme esto varias veces por si acaso. Maldita sea. Declan ha sido… nada hasta ahora. Como aquella noche que me vino la regla, cuando estaba tan borracha y deprimida. Ni siquiera recordaba haberle pedido que no se masturbara, pero de todos modos se tomó mis palabras en serio. Y siempre lo hace: presta atención a lo que digo y se esfuerza por escucharme, escucharme de verdad. La forma en que me prioriza es tan condenadamente refrescante comparada con cómo me han tratado los chicos en el pasado. Cuando me llamó al trabajo la semana pasada, no solo me excitó, me conmovió. Él estaba pensando en mi en medio de su jornada laboral, y solo me quería a mí. Quiero decir, yo también estaba increíblemente excitada. Era realmente embriagador tener tanto poder s****l sobre un hombre tan atractivo y seguro de sí mismo. Un hombre que podría tener a cualquiera, pero me eligió a mí. Con este tipo de hombre, debe haber una manera de resolver las cosas, ¿verdad? Para, Jazmín. Lo estás haciendo de nuevo. Los hombres siempre demuestran ser poco confiables al final. Siempre te dejan o resultan ser unos canallas, o ambas cosas. Al menos…Declan fue sincero sobre sus deseos: follar, divertirse y luego despedirse amistosamente una vez que este embarazada. No puedo confundir esto con algo que no es. Pero, pero, pero… mi corazón insiste. Nuestro tiempo juntos tiene una fecha de caducidad, y aunque será difícil también es necesario. Por un momento fugaz, el destello de un recuerdo se apodera de mí. Reflexiono sobre lo que mis amigos me dijeron hace mucho tiempo, que el amor aparece cuando ya no lo buscas. Escupo en el lavabo. —Cállate— murmuro en voz alta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD