Susana no entendía por qué Adrián la detenía en ese momento. Su cuerpo se resistió instintivamente. Al ver su mirada cautelosa, el corazón de Adrián se puso aún más triste. Cuando Susana bailó antes con Donald, estaba visiblemente relajada, parecía confiarse a Adrián. Con tan poco tiempo de conocerse, se había enamorado perdidamente de otra persona. ¿Cómo podía Adrián no estar molesto? Adrián alargó la mano y agarró el cuello de Susana, sin emplear toda su fuerza, obligándola a mirarle a los ojos. —Susana, ¿sabes lo que estás haciendo? —Adrián miró fríamente la expresión obstinada de Susana, hablando con dureza— No olvides que aún no estamos divorciados. —Sigues siendo la Sra. Olson, la joven amante de la familia Olson, mi esposa. ¡Debes considerar las consecuencias de tus acciones!

