Capítulo 2: Código 013

1554 Words
Fruncí mi entrecejo luego de escuchar las palabras del pelinegro para luego carcajearme como loca. —Por eso no quería decirte.— Expresó enfurruñado Mi ataque de risa no se detenía y mi barriga ya no aguantaba más. No esperaba esa locura para nada. Le creería si me decía que era un demonio que me llevaba a mi fin. —Esa estuvo buena, ahora dime dónde están Terminator y Sarah Connor— Me miró mal y yo continué riendo como posesa. Él por su parte, siguió caminando mientras yo lo seguía, tropezando en la bajada hacia la arboleda. —Ya cállate— me dijo y yo no podía respirar. Me observó como si fuera lastre en su zapato. Vaya, que mal genio. Finalmente, con mucho esfuerzo, detuve mi risa. —Bien, ahora dime qué sucede. —Te lo dije, pero te causó gracia. —¿En serio estás diciéndome que eres un viajero del tiempo? Pero, ¿cómo? —Es por eso quiero que me sigas, para explicarte mejor— suspiré. No es que tuviera opción de todas formas, así que decidí hacerlo. Caminamos por al menos unos diez minutos hasta que llegamos a una cabaña que se veía vieja y abandonada. —¿Cómo te llamas?— preguntó. —Soy Adria. — Respondí evitando pisar una rama con musgo. —¿Y tú? —Jude —¿Solo Jude?— pregunté. —No necesitas saber más.— ¡Ah! Era realmente irritante. Se apresuró a abrir la puerta mientras que yo, aterrada, intenté no alejarme de él. El lugar era tenebroso y sentía miles de ojos observándome por detrás. Eso era lo terrorífico de las cabañas en medio del bosque. En cualquier momento un asesino en serie podría salir a cortarme en pedacitos. De pronto escuché que algo se cayó y sin pensarlo apreté el brazo de Jude. Me miró con una ceja levantada. Sonreí inocente y lo solté para ver el suelo. Finalmente, al llegar a una puerta de madera que parecía ser la entrada del sótano, el chico comenzó a quitar los candados que bloqueaban la puerta. Me sorprendí al ver cuántos escalones de cemento había hacia abajo. Al menos unos cinco minutos después llegamos hasta un pequeño cuarto con una puerta doble roja y un foco iluminando el lugar. Había un detector de huellas al lado y luego de que el pelinegro pusiera su palma en ella, la puerta se abrió. —¡Wow!— solté. Al abrirse la puerta, una habitación iluminada por luces amarillas con una enorme mesa redonda en el centro y un par de pantallas en los extremos, apareció frente a nosotros. Era como un cuartel o sala de reuniones. Las paredes eran negras con algunos detalles rojos y la mesa ovalada en el centro medía al menos unos tres metros. Las sillas eran de color rojo y tenían ruedas con un respaldo alto y acolchado. El pelinegro se acercó a la mesa para apretar un botón. Gracias a eso un enorme teclado con varios botones salió de la pared debajo de una de las pantallas. —¡Qué diablos!— exclamé sorprendida. Él tecleó algunas cuantas cosas y en segundos la pantalla mostró un mensaje que decía “llamando.” Tres tonos después una chica de cabello castaño apareció. —¡Teniente Dankworth! —Sub-capitana— colocó su puño derecho sobre su pecho, de lado izquierdo. Y la otra en su frente mostrando un saludo militar. —Tenemos un código 013— ella abrió los ojos expresando sorpresa. —¿Soy un código 013?— pregunté colocándome a su lado. —No seas irrespetuosa. ¿Qué no ves que estoy hablando?— levanté mis manos en son de paz. —Lo siento— miré la pantalla. La verdad me daba igual que el tal Dankworth se molestara. Necesito respuestas. —Soy Adria Slora y quiero saber qué rayos está sucediendo. Luego de salvar a este idiota aparecí aquí en medio de la nada. Y después me dijo que era un viajero en el tiempo. Observando el lugar en el que me encuentro y sabiendo ahora que él es un teniente, probablemente no esté mintiendo, por lo que obviamente descubrí un secreto gubernamental muy grande y claramente estoy en problemas. Así que, ¿qué harán conmigo? La chica detrás de la pantalla levantó una de sus cejas admirada por mi discurso random mientras el hombre pálido a mi lado me miraba con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados. —Escucha Adria, se nota que eres una chica inteligente por lo que debo comentarte que no te haremos nada que atente tu vida. Espero entonces que confíes en nosotros y en el teniente Dankworth para conocer lo que está sucediendo. Él te explicara lo necesario y espero puedas cooperar con nosotros. Teniente…— el pelinegro miró a la chica —…haz el procedimiento estaré ahí en una hora si mucho. —Muy bien sub-capitana— asintió. —Okay, te la encargo— y sin decir más la pantalla se volvió negra. —Adria toma asiento— me dijo arrastrando una de las sillas. —Voy a explicarte qué está sucediendo— asentí obedeciendo. —Soy parte de la unidad especial del tiempo. Teniente Jude Dankworth de la unidad 512 a tus ordenes— volvió a tomar la posición que hico con la sub-capitana. Me quedé admirada por su cambio de comportamiento. Supongo que su superior era otro nivel. —Como te comenté al principio soy un viajero del tiempo. Puede que sea extraño para ti ya que nuestra existencia es totalmente secreta. Nos encargamos de corregir anomalías temporales que puedan perturbar el futuro de la humanidad.– Tomó asiento finalmente a mi lado. —Eso significa que… ¿tienen máquinas del tiempo?- negó con la cabeza. —¿Artefactos?— volvió a negar. —¿Entonces cómo viajan? —Los viajeros del tiempo nacemos con un gen conocido como el gen T. Hemos existido desde el principio de los tiempos, somos capaces de viajar en el tiempo al menos tres veces al día tan solo pensando la fecha y el lugar correcto al que queremos llegar, sin embargo, solo las personas como nosotros pueden hacerlo. Aquellos que no posean el gen T no pueden viajar, aunque estén cerca de un viajero del tiempo. —¿Eso significa que yo tengo el gen T?— él se encogió de hombros. —No lo sé. Pero, necesitamos estar seguros y para ello debes darme tu autorización y así poder realizar un examen y conocer si en realidad lo tienes. —¿De qué se trata el examen? ¿Me sacarán sangre?— asintió. —Maldición. Odio las agujas— me quejé. El me miró un poco confundido. —¿Es eso a lo que le temes?— asentí. A qué otra cosa sería. -Okay, entonces puedo hacer algo para que no veas cuando te metan la aguja. Lo prometo. —Estaría agradecida si eres capaz de distraerme- cerré mis ojos apoyando mi cabeza en el respaldo. —Por cierto, — regresé mi vista a él —¿qué pasa si resulta que tengo el gen? ¿Deberé ser una de ustedes? —Podrías solicitar tu reclutamiento, aunque no es obligatorio, sin embargo, anualmente deberás presentarte para realizar un reporte sobre cómo te estás comportando. —Supongo que hay personas que usan su habilidad para cosas malas ¿no?- asintió. —Estás en lo correcto. Las anomalías temporales suelen surgir gracias a otros que poseen el gen. —¡Increíble!— murmuré. —¿Tienes alguna otra pregunta? —Sí- levanté mi dedo. —De hecho, se me había pasado por alto comentarlo. ¿Es posible que la razón por la que viaje contigo sea la misma por la que en ocasiones los días que vivo se repiten dos veces? —¿Así que recuerdas las repeticiones?— asentí. —Normalmente no hay muchos cambios. Pero en esta ocasión apareciste tú y el viejo rabo verde. La primera vez, un chico de camiseta roja fue quien se subió en lugar de ti— levantó una de sus cejas un poco dubitativo. —Estás en lo correcto. Los poseedores del gen T suelen recordar el día de la anomalía y el día en que se ha arreglado todo- explicó. -En cuanto a los cambios, supongo que las veces que se han repetido los días ha habido cambios fuera de tu círculo social o simplemente no había sido un cambio tan cercano como el de ayer. —¿A qué te refieres?— crucé mis piernas acomodándome para escucharlo mejor. —La anomalía de ayer fue a causa de ese chico de camisa roja. El viejo rabo verde subiría en lugar del de camisa roja. Él chico iba en camino a asesinar a alguien.— Me quedé petrificada. —Por suerte lo atrapé a tiempo por lo que la línea temporal siguió su curso. —Entiendo, pero ¿por qué te subiste tú al autobús si ya habías atrapado al criminal?— me examinó de reojo. —Bueno yo…— el sonido de una puerta siendo abierta interrumpió nuestra conversación. Una de las paredes resultó ser una puerta camuflada. De ella, una persona uniformada con bata apareció de pronto. —Teniente Jude, la sub-capitana me informó que tenemos un código 013.
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