Capitulo 1

1120 Words
Mi casa era la típica casa inglesas, esas que eran todas iguales, que eran todas similares, eran una casa de tres pisos todos para nosotros, en el tercero teníamos las habitaciones en el segundo la cocina y el salón y en el ultimo era donde estaban los despachos y cuartos menos usados, como zonas de transito, enserio, las casas eran muy cómodas pero eran demasiado raras. Hoy, era el día que mi padre se iba de viaje con Yeila, sabía que iba ser el principio del fin de demasiadas cosas buenas por lo que iba a suplicar a todo lo que pudiera para que las cosas salieran bien o al menos todo lo bien que podían salir. Me desperté antes de que  mi padre saliera para poder despedirme de él, se que podía irme con mi madre pero todo sería demasiado complicado por lo que era más sencillo dejar a dos adolescentes solos en una casa, era una cosa más sencilla, sabiendo que al menos uno de los dos era capaz de destruir él solo la casa entera. —Buenos días—salude a las personas con las que compartía la casa. Mi padre se estaba colocando la corbata mientras que Yeila hacía el desayuno, pero no eran los únicos, obviamente Daniel estaba por ahí molestando demasiado, era molesto, era la peor persona y la pero opción para ser hermano de alguien, lo cambiaba por cualquier cosa, hasta por una oruga. —Si nuestro albaricoque se a despertado—comento Daniel. Suspire. Empezábamos con el sufrimiento de cada día, el idiota de mi hermanastro por una razón que solo su cabeza un neuronal comprendía me llamaba albaricoque, y es gracioso porque nunca los come pero bueno, el señor me llama como un alimento que jamás a probado y no ha visto. seguro fue la primera cosa que se le paso por la cabeza. Me senté en mi silla. Estábamos en otoño, apenas habíamos comenzado las clases pero eso no era excusa para que mi padre se fuera de viaje, quizás si fuera verano me podía ir con mi madre pero el tener clases y exámenes impedía todos mis esfuerzos por alejarme de esta casa de locos, lo único bueno es que amaba el otoño en escocía con la lluvia y las hojas en el suelo. Hoy llevaba unas medias calentitas y mi falda a cuadros bien puesta, con unas botas altas, una camisa blanca de mangas largas y un jersey sin mangas, pensaba llevar un precioso abrigo con un sombrero. En mi colegio no había uniforme pero si normas de vestimenta. —Buenos días cariño—me dijo Yeila poniendo un plato de comida delante mía. La mire. Quiero a Yeila, creo que cuando se caso con mi padre fue algo muy bonito, nunca pensé que mi padre pudiera estar con otra persona que no fuera mi madre, no voy a negar que una parte de mi se alegro de que la superara, de que mi padre hiciera adelante pero otra parte de mi le dolía que no volviera con mi madre, creo que toda o casi toda hija de padres separados quiere que ellos vuelvan, al menos yo quería que lo hicieran, pero no ha podido ser. Pero no la quería como quería a mi padre o como lo hacía con mi madre, para mi era como una tía, no como una madrastra o alguien a quien tener manía, era una buena mujer con un grano en el culo pero eso no le quitaba lo buena mujer. —Gracias—le dije mientras me dispuse a comer la comida. Cuando consiguió ponerse la corbata mi padre se sentó enfrente de mi y le mire. —Quiero dinero extra—le dije. Mi padre me miro impresionado. —No—dijo sin dudarlo. —No me va llegar la paga de veinte libras semanales—me queje. Mi padre me miro. —Hemos acordado que os dejamos cien libras semanales para comida y lo demás lo pago yo—comento mi padre. Le mire. —Te das cuenta que dejar a dos adolescentes solos en una casa es ilegal ¿no?—comente. Mi padre me miro serio, soy una persona con un poco de talento para conseguir lo que quiero. —Tengo dieciocho—comento Daniel. Oh era verdad, mi querido hermanastro era mayor de edad pero teniendo en cuenta que no conseguía aprobar ultimo curso su labor como adulto no contaba mucho. —Eso no te hace adulto—le avise. Daniel me miro. —Creo que tener más o menos dinero tampoco te hace a ti más adulta—comento Daniel. Le mire y sin dudarlo le pegué una patada por debajo de la mesa. —Calla—le ordene. Daniel me miro. —Cállame—me dijo retándome. Si se creía que me iba a echar para atrás porque me estuviera retando, estaba loco, era más capaz de lo que él creía de pegarle y solucionar el hecho de me estuviera invitando a callarle, si no me creía capaz, estaba demasiado loco y estaba claro que aún no me conocía. —Os daré cincuenta libras semanales a cada uno y ciento cincuenta para comer—dijo mi padre y le mire. —Perfecto—comente Mi padre me miro. —No tenéis ocho años, sois casi independientes por lo que comportaros y no gastéis el dinero en tonterías—aviso mi padre. Me acomode. —Eso, hazle caso Daniel y compra condones, no queremos que te reproduzcas—dije. Mi padre me miro sorprendido mientras que Yeila tuvo que aguantar las ganas de reír pero sin duda lo mejor era la cara de Daniel que me miraba como si quisiera matarme, no había nada de malo en que tuviera sexo seguro, lo malo es en que metía a las chicas a escondías y lo hacía con todos en casa, creo que se cree que nadie lo sabe pero al menos yo, me he dado cuenta como saca a las chicas como basura, deberían tener autoestima. —Mia—grito mi padre, incluso antes de que Daniel pudiera decirme algo. Me reí. —Era una broma, para quitarnos el mal aura—dije. Mi padre me miro. —Cada día tengo mas dudas de dejaros solos—comento. Le mire. —Una pena que ya no puedas echarte para atrás—le dije. Mi padre me miro, en realidad no quería que se fueran, pero debía ser la fuerte de la relación, mi padre era mi apoyo y yo el suyo, si ahora me ponía a llorar iba destruir al pobre hombre por lo que aunque me esperaba la tortura del siglo, debía ser fuerte por él.
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