Daniel condujo a nuestra casa en silencio, estaba claro que el día de confesiones le había superado. —Puedes llorar si quieres—le dije mirando mi móvil. Daniel me miró de reojo y en silencio. —O sea, se que es duro que tus padres tengan un hijo no declarado y encima te odie—comente e hice una pausa—En realidad no lo se, no hay tanto drama en mi vida—comente. Daniel me miró de reojo sin querer responder pero estaba claro que debía apretar más. —Tu hermano es tonto pero no voy a negar que es guapo—comente. No dijo nada, condujo en silencio. Se que estaba enfadado porque hubiera ignorado sus normas, era normal que lo hiciera, si nos dijo que lo hiciéramos así era por una razón pero no creo que ponernos dramáticos sea la solución, es una cosa que está hecha, que haría de nuevo y que en

