Hermes Cierra la puerta al salir. ¿Qué mierda acabo de decir? Probablemente, mi imagen ante ella, haya quedado aún peor, ¿pero qué importa? Antes de eso, no era mejor. —¿Se va, señor? —Sofía me detiene cuando paso por su lado, sumamente furioso y desconcertado. —Me voy, Sofía. Tú y Hannah pueden hacer lo mismo. —Pero... —Nos vemos mañana, señorita Klein. Corto cualquier objeción que quisiera salir de su boca y continúo con mi camino. ¡Mierda! ¿Por qué para ella es tan difícil decir las cosas de frente? ¿Por qué el destino es tan hijo de puta? ¿Por qué mi corazón insiste en tenerla conmigo, cuando es evidente que ella no quiere? Esta vez, sus palabras fueron muy claras. Pero en una cosa sí está equivocada: Yo no obtuve lo que quería. La quiero a ella, pero no puedo obligarla. —¡

