KENDRA
Gavin y yo llegamos a casa al mismo tiempo. Caminamos juntos por la entrada principal y subimos las escaleras hasta mi puerta.
—Gracias por venir– dice mientras la abro. —Fue agradable tener a otro adulto en la mezcla—
Me vuelvo hacia él, mis llaves aún colgando de la cerradura. Quiero preguntarle por qué me invitó hoy. Quiero preguntarle por qué empezó a hablarme en primer lugar. Pero todo lo que digo es: —Claro…gracias por invitarme… a mi—
Abre los brazos ligeramente. –¿Un abrazo de despedida? – su sonrisa torcida dice que, si no acepto, lo tomará como una broma. Algo que nunca quiso decir en primer lugar.
Dudo por un segundo, luego me entrego a su abrazo. Es tan cálido, tan sólido y real, y ha pasado tanto tiempo desde que me han tocado. Inhalo su colonia, esa misma especia ahumada que me cautivó desde el primer momento en que lo conocí. Mi mejilla descansa contra su cuello, donde la suavidad se encuentra con la barba incipiente, y puedo sentir su pulso acelerado. Puedo sentir el cuerpo anguloso y musculoso bajo su ropa informal. Y un ángulo muy particular presionando mi estómago…
Echo la cabeza hacia atrás lo suficiente para mirar sus impresionantes ojos. “impresionantes” es exactamente la palabra correcta: me paralizan, me inmovilizan, me dejan indefensa. Nuestras bocas estan a menos de dos centímetros y medio de distancia y me doy cuenta de que mi corazón late con fuerza. Tan rápido como el suyo.
El deseo y el miedo me hacen valiente o tal vez solo estúpida. —¿Qué estamos haciendo?— le pregunto, sin que suene a suplica.
—Siendo amigos— responde. Su aliento resopla sobre mis labios y casi me estremezco. —¿Por qué lo preguntas?—
—Porque los amigos no suelen tener erecciones entre ellos, ¿verdad?— replico sin mucha fuerza, golpeando mi cadera contra el gran bulto de sus pantalones cortos. Los amigos tampoco se mojan las bragas, de hecho.
Gavin mira hacia abajo y hacia otro lado, con un aspecto casi frustrado. —Simplemente… no he tenido ninguna acción. Ignórame. No significa nada—
Probablemente solo lo dice para calmar una situación incómoda. Pero todavía me duele un poco escuchar. “No significa nada” sobre una erección que asumí que era por mí. Esperaba que fuera por mí.
Asiento, alejándome mucho después de lo que debería. —Si tú lo dices—
—¿Quieres hacer algo el próximo sábado? ¿Quizás cenar de nuevo?— pregunta casualmente, como si todo fuera totalmente normal y no un gran y confuso desastre de excitación. Mierda, quiero decir, estas bragas literalmente empapadas. Por solo un abrazo.
—Um…claro— ¿Por qué demonios no? sin ninguna razón real, asiento de nuevo. —Te enviaré un mensaje mañana—
Sonríe y levanta la mano en un medio saludo.
—Buenas noches, Kendra—
Lo veo caminar por el pasillo y desaparecer por las escaleras, y luego finalmente entro. Mientras me preparo para ir a la cama, mi mente no deja de dar vueltas sobre Gavin. Repaso y analizo cada palabra que escuche mientras me ducho, me cepillo los dientes y me pongo el pijama.
Dijo que no había tenido nada de acción últimamente. ¿Pero por qué no? ¿Por qué no se acuesta con cualquiera? Tal vez solo lo dijo para ignorarme. Pero de repente se me ocurre que nunca parece estar indisponible. Siempre que le envió un mensaje, responde en una hora, y está libre prácticamente en cualquier momento en que quiera pasar el rato. ¿Pasa todos sus momentos libres conmigo? ¿Es por eso que no tiene sexo?
No sé qué significa esto. Ni siquiera sé cómo me siento al respecto. Entierro la cara en la almohada, lista para rendirme e irme a dormir. Justo cuando empiezo a quedarme dormida, suena mi teléfono. Gimiendo, me doy la vuelta y lo agarro. —¿Hola?—
—Hola, cariño— grita mamá, con voz alegre y fuerte. Puedo oír el ruido de los motores y el crujido de la grava de fondo; debe estar en la estación de camiones. —¿Cómo estás?—
Me incorporo sobre el codo y miro el despertador con los ojos entrecerrados. —Eh…estoy bien. ¿Qué pasa?—
—Se que te aviso con poca antelación y estoy segura de que estas ocupada con el trabajo, pero tengo una entrega de última hora en Pasadena. Unas piezas electrónicas, no tengo el manifiesto delante. De todos modos, estaré por tu zona el sábado, así que me encantaría ir a almorzar si tienes tiempo—
—Eso suena genial, mamá. Me tomaré medio día el sábado e iré a verte–
—Oh que maravilloso– Casi puedo verla radiante.
—Tienes que contarme todo lo que has estado haciendo. Estoy muy orgullosa de mi chica inteligente—
Tan pronto como quedo con ella en un restaurante de Pasadena y cuelgo, recuerdo que le dije a Gavin que quedaríamos de salir para el próximo fin de semana. —Mierda—me quejo en voz alta. Vuelvo a coger mi teléfono y le envió un mensaje de texto.
Kendra: ¿Podemos salir mejor el domingo en lugar del sábado? Mi madre viene y solo estará en la ciudad un par de días.
Dos minutos después mi teléfono suena con una respuesta.
Gavin: Genial. Avísame si necesitas alguna idea sobre que hacer mientras ella está en la ciudad.
Kendra: Mmm. No estoy segura. Estará en Pasadena.
Gavin: Puedo llevarte. Debo visitar Pasadena de todos modos y reunirme con el administrador del edificio de posgrado de Caltech son muy pobres.
Hago una pausa para considerar su oferta, con el pulgar sore el teclado. Por un lado, no quiero que nada interrumpa mi tiempo con mi mamá. Sería horrible si tuviéramos que acortar nuestro almuerzo porque Gavin necesita regresar a Los Ángeles. Por otro lado, puedo evitar lidiar con el infierno del tráfico del sur de California. Dejar que Gavin suba su presión arterial en vez de la mía.
Mientras pienso, recibo otro mensaje.
Gavin: Sería divertido conocer a tu mamá, debe ser una mujer increíble si te hizo. 😉 Viste a mi incómoda familia hoy, yo debería de poder ver la tuya.
Ese es un punto inesperadamente bueno. Todavía se siente un poco raro que conozcamos a los parientes del otro de repente, pero si presento a mamá y Gavin, tal vez podría pedirle una segunda opinión. O tal vez sea una cuarta opinión a estás alturas, después de todas las personas que me han advertido sobre él. Antes de que pueda cambiar de opinión, le envío una respuesta.
Kendra: supongo que es lo justo. ¿Recógeme en el trabajo el sábado a las 11:00 am?
Espero su confirmación, un simple Ok, antes de apagar mi teléfono y finalmente dormir.
***
Cuando entramos al restaurant el sábado, mama ya está sentada en una mesa con una hamburguesa enorme frente a ella. –Por aquí– llama con un gesto. –Me muero de hambre, así que seguí adelante y pedí–
Gavin parece ligeramente sorprendido. Probablemente esperaba a esta ancianita con gafas bifocales gruesas y cabellos gris ralo, pero la camisa de franela a cuadros y el sombrero orgullosamente blasonado con Mamá Troquera en altas letras rojas, no tanto. Para su crédito, solo se detiene un momento antes de responder. –No nos importa. De todos modos, solo me quedo para tomar un café–
Nos sentamos frente a ella. Gavin pide su café y yo pido panqueques de arándanos. El desayuno es prácticamente lo único sin carne en el menú aquí.
Después de que la camarera se va, extiendo la mano para tomar las de mamá. Mi corazón se retuerce un poco: sus muñecas y sus nudillos se ven más rígidos que cuando me fui de casa. –Tienes que dejar de hacer estos largos trayectos, mamá. El médico dijo que la transmisión manual te está destrozando las articulaciones. ¿y si te sale un coagulo de sangre en las piernas por estar sentada once horas al día? –
–Tonterías– resopla. –El mejor trabajo que he tenido. cincuenta y cinco mil al año, yo decido mi propio horario y puedo ver el país. ¿Crees que volver a servir mesas sería más fácil de rodillas? Y mis manos y hombros estan demasiado destrozados para volver a trabajar en fábricas–
–Pero ya no necesitas trabajar tan duro. Puedes dedicarte a las entregas locales. Terminé la escuela, estoy haciendo mis propios pagos del préstamo y viviendo de mis propios ahorros. En unos años, empezaré a ganar lo suficiente para jubilarte–
–No estoy aquí para hablar de mí, cariño. Ni de dinero. Quiero saber qué hay de nuevo contigo– Ladea la cabeza con una sonrisa maliciosa. –¿Y quién es tu amigo? –
–Soy Gavin– dice, levantándose torpemente en la cabina y extendiendo la mano. –Encantado de conocerla, señora Foster–
Mamá le estrecha la mano y el parpadea; otra cosa que claramente no esperaba de su agarre mortal patentado. –Llámame Val. ¿Trabajas en la empresa de Kendra? –
Durante los siguientes veinte minutos, mamá bombardea a Gavin con preguntas sobre cómo nos conocimos, a que se dedica, a que escuela fue. El responde a todo con toda la gracia que un prisionero interrogado puede reunir.
Renuncio incluso a intentar dirigir la conversación. Mamá siempre se ha entregado con todas sus fuerzas a todo; es conocida por su afecto feroz, su ira feroz, su alegría feroz, y es imposible detenerla una vez que ha tomado una decisión.
Finalmente, Gavin termina su café, deja un billete de cincuenta dólares en la mesa para cubrir nuestras tres cuentas y se larga de aquí antes de que pueda protestar por su generosidad. Tan pronto como la puerta se cierra de golpe tras él, mama me mira fijamente por encima de su montura de alambre.
–No te enamores de ese chico–
Balbuceo mi trago de te helado. –¿Q-que? –
–Me oíste– dice mamá con calma. –Estoy loca, no estúpida. Veo como lo miras. Lo entiendo…es guapo como nadie, y también parece bastante inteligente. Pero no es de los que se establecen. No confíes en lo que nunca será–
Una extraña pesadez se instala en la boca de mi estómago. Cuando llegué aquí, pensé que el consejo de mamá calmaría mis pensamientos inquietos y me orientaría. Entonces. ¿Por qué no me siento mejor? En realidad, podría sentirme incluso peor. Me ocupo de limpiar él te derramado, mordiéndome del interior del labio.
–Se cómo es, mama– digo finalmente. –No te preocupes…solo somos amigos–
Ella asiente un par de veces. –Buena chica. No crié a ninguna tonta–
–No, mamá. Seguro que no– le digo para tranquilizarla, preguntándome si estoy mintiendo.