Namaste

1834 Words
GAVIN Kendra no es así en absoluto, cuando habla, es porque tiene algo que aportar. Siempre me ha gustado esa cita de Gandhi: “Habla solo si eso mejora el silencio”. Y en este momento, entiendo lo que está diciendo. Escucharla hablar, aprender sobre ella y lo que la motiva, es fascinante. Definitivamente mejora el silencio. –Si, no es raro que a los mejores estudiantes de la facultad de derecho se les ofrezcan puestos antes de aprobar el Bar exam o examen de la barra. Yo hago mis exámenes a finales de este verano– –Entonces, básicamente, ¿tienes que aprobar un examen para conservar tu trabajo? – Ella asiente. –Son tres días de exámenes, y si, Sin presión, ¿verdad? – De repente, la admiro aún más. Se ha fijado una meta ambiciosa, se ha mudado al otro lado del país y tiene que demostrar su Valia para conservar su trabajo. –¿Eres de por aquí? – pregunta desviando el tema de su conversación. –Nací y crecí aquí. Mis padres viven en el norte ahora, pero tengo una hermana mayor que vive en el valle y una hermana menor que vivió en el centro. Asistí a la UCLA y, después de graduarme, no vi ningún sentido en mudarme de un estado con un clima casi perfecto y muchas oportunidades. Además, es genial trabajar todos los días con mi mejor amigo, Kevin– Ella asiente. –Suena perfecto– Me río, –No lo se. Créeme. Pero lo disfruto y, como tú, trabajo duro y me divierto aún más– Se gira hacia mí y me regala una cálida sonrisa justo cuando llegamos a nuestros destino. Me gusta como las cosas ya están tan cómodas entre nosotros. Es inesperado, y aunque me mantiene adivinando que saldrá de su boca a continuación, ciertamente no me aburro. –¿Lista para hacer yoga? – pregunto, estacionando el coche cerca de la entrada del estudio. Kendra echa un vistazo al modesto edificio. –Conexiones profundas. Interesante– dice, leyendo el cartel que cuelga sobre la puerta. –Estoy lista si tú lo estas– Me encojo de hombros. –Estoy dispuesto a vivir una aventura. ¿Qué tan difícil puede ser el yoga? ¿No solo es respirar y estirarse? – Pronto descubro que no, no lo es. Mierda, voy a matar a mi hermana. Después de pagar la cuota y entrar al estudio, descubro nos hemos inscrito en Técnicas Avanzadas de Hatha III. El instructor pregunta a la clase si todos han completado el curso de nivel dos, y todos asienten alrededor de la habitación, mientras Kendra y yo compartimos una mirada aprensiva. Estoy a punto de intentar convencerla de que se vaya conmigo. Un plato grande de huevos y panqueques y una taza de café suena mucho mejor que hacer quién sabre que durante los próximos sesenta minutos. Pero desenrolla su tapete y parece lista para hacer esto. Alrededor de la habitación hay más de una docena de personas, pero todas son mujeres; créeme, lo comprobé. Hay veinticuatro pechos en esta habitación, además de la instructora, así que se hace veintiséis, y solo una polla. Normalmente eso sería como soltar a un niño en una tienda de dulces, pero en cambio me siento como un pez fuera del alguna. La instructora comienza en un tono cálido, casi empalagoso. –Levanta los brazos por encima de la cabeza, alarga la columna vertebral y permite que tu cuerpo se prepare para este hermoso viaje que haremos juntos esta mañana– ¿En serio? Miro a Kendra y sus ojos estan cerrados. Está de pie, con los pies descalzos sobre el tapete de yoga y una pequeña sonrisa adornando sus labios. Creo que acaba de descubrir su lugar feliz. Al comenzar, empujo mi cuerpo hacia la postura del guerrero, el saludo al sol y la postura del perro boca abajo. Debería haber un lugar especial en el infierno reservado para la persona a cargo de la postura del arado, no se parece en nada a lo que había asumido que seria. En el como mínimo, debería ser con una pareja. No puedo evitar que mi mirada se desvié hacia Kendra de vez en cuando. Es impecable con sus poses, grácil y elegante mientras su cuerpo pasa sin problemas de una posa a la siguiente. Me siento intensamente atraído por ella. Pero recordando mi promesa a Kevin, reprimo los sentimientos de lujuria que se agitan en mis entrañas. Tal vez el yoga de esa mañana me da una nueva perspectiva de la vida. Me demostraré a mí mismo, a Kevin, a Abby y a Kendra que puedo mantenerme en mis pantalones y tener una relación platónica significativa con una mujer. Incluso mientras mis pensamiento divagan, mi cuerpo continúa intentando las posturas. Ni siquiera puedo imaginar como me debo mirar. No soy flexible ni elegante, y preferiría estar en la sala de pesas o trotando en la playa. Por fin, la clase termina. Kendra está prácticamente radiante; se ve tan contenta y en paz. –¿Qué te pareció? – pregunta, agachándose para enrollar su tapete una vez que la instructora nos ha despedido con un “Namaste” Podría ponerme un poco tímido y decirle que los hombres no debería retorcerse en esas posiciones, pero en lugar de eso le ofrezco la mano y sonrió. –Estuvo genial– Sonríe ampliamente. –¿En serio? ¿Lo harías de nuevo? – –No nos adelantemos– lo siguiente que sé es que debe estar intentando que vaya a Jazzercise o Zumba. Y no voy a entregar mi tarjeta de hombre. De ninguna manera. Ella se ríe y salimos del estudio con una ligera capa de sudor sobre la piel y sintiéndonos con energía. –Oh. Tienen shots de pasto de trigo allí. Y jugos frescos– la voz de Kendra suena emocionada mientras se detiene frente a la pequeña cafetería en la parte trasera del edificio. –¿Quieres algo? – pregunta. Me encojo de hombros. –Claro– Descubro que jugo es un término relativo. Porque los de ellos son verdes, marrones y grumosos. Pido una botella de agua mientras Kendra pide un vasito de algo verde y se lo bebe rápidamente. Encontramos una mesa en la cafetería y nos sentamos. Sigo bebiendo de mi botella de agua, intentando rehidratarme. –Gracias por traerme aquí hoy– dice, –Por supuesto– Mientras nos sentamos aquí, charlando de cosas mundanas como el asqueroso pasto de trigo que está bebiendo, me doy cuenta de que nos desafiamos mutuamente. Me mantiene alerta. –Cuéntame más sobre ti– pregunta Kendra, inclinándose hacia mí. –¿Qué quieres saber? – –Ilumíname! – Se encoge de hombros. Reclinándome en mi asiento, cruzo los tobillos. –Mi trabajo es prácticamente mi vida, y me encanta lo que hago. Convertir un viejo edificio en ruinas en unidades de lujo que se alquilan por mucho dinero es increíble. Nunca pasa de moda. Me encanta ver las transformaciones– –Eso es increíble– ella asiente. –¿Qué más…? Seguramente tienes que ser más que solo trabajo– –¿Quieres saber algo profundo ¿eh? – Ella asiente, ansiosa. Lo pienso por un segundo, y los recuerdos de mí accidentado pasado pasan por mi mente. Pero en lugar de ver su expresión cambiar a una de compasión cuando se entere de mi pasado, prefiero ver su rostro iluminarse con una sonrisa. –Las mamadas son mi animal espiritual– Me pone los ojos en blanco, pero se ríe. Misión cumplida. –Pareces bastante normal. ¿Qué demonios hiciste para enfadar a Roxy? – Se ríe al decir esto, y de repente toda la sangre de mis venas se convierte en agua helada. Me froto la nuca con la mano. –Roxy y yo… es una larga historia, y no es una que me interese comentar ahora mismo– Hace pucheros. –Bien. independientemente de tu historia con Roxy, no negaste lo que me dijo sobre ti– –¿Qué te dijo exactamente? – ahora siento curiosidad. Se encoge de hombros, jugando con los mechones de su cola de caballo que descansa sobre su hombro. –Me acaba de advertir que me alejara de ti. Me habló de tu antecedentes de prostituto– –Bueno, tu virtud está a salvo. Hice un trato con mi socio. No más acostarme con inquilinas– No estoy seguro de por qué digo esto, tal vez porque será más fácil hacer cumplir la regla de solo amigos que me he impuesto si ella sabe que está fuera de mis límites. –¿Así que acostarse con cualquiera en general sigue estando bien? – hay un tono burlón en su voz. –Por supuesto. Esto será solo de amigos– hago una gesto entre nosotros. –A menos que, niña traviesa, estes tratando de tentarme– le guiño un ojo coqueto. Ella frunce el ceño y niega con la cabeza. –Ni lo sueñes. Te lo dije. He terminado con los hombres, y tú, Gavin Hudson, eres, a todas luces, una mierda– –¿Disculpa? – la miro con una ceja enarcada. –He salido con tipos como tu antes. Y clasifico a todos los hombres que piensan con la polla como M de Mierda– –Pienso con la polla a menudo, así que no puedo discutir contigo en eso. Pero es mucho más divertida que mi cerebro– Esto le arranca una pequeña sonrisa y mi corazón late un poco más rápido. –En serio, ¿Por qué me arriesgaría contigo y tener mi corazón roto de nuevo? – –¿Por qué tengo una polla de veintitrés centímetros y se dónde está el punto G? – Sus mejillas se sonrojan, desmintiendo su tono frio y seguro. –Tentador, pero no lo suficientemente bueno– Me encojo de hombros. –Entonces supongo que me conformaré con ser solo amigos– –¿Tienes alguna amiga? – Lo pienso. Tengo a Dora y Silvia, pero son más empleadas que amigas, y por supuesto a Abby y a Gaby, pero son mis hermanas, y dudo que los parientes consanguíneos cuenten. –Por supuesto que si– miento. Entrecierra los ojos, obviamente mirándome. Nada se le escapa a Kendra. Va a ser una abogada genial. Por supuesto que no se lo digo. su autoestima es lo suficientemente sólida. No necesita que infle demasiado su ego. –Relájate, princesa. No intentaré meterme en tus bragas a menos que lo pidas amablemente, y hablo en serio sobre lo de los amigos. Te mostraré la ciudad. Será divertido– Su boca se aprieta en una línea, pero no dice nada más. Nuestras bromas me han dejado con una media erección que intento ocultar debajo de la mesa. Kendra no necesita saber que me gustaría follarmela de seis maneras diferentes desde el domingo hasta que se apriete alrededor de mi polla y grite mi nombre.
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