P.O.V MIRANDA
La tensión entre nosotros era casi insoportable mientras caminaba de regreso a la mansión. Damian me siguió y Gabriel también, sin decir una palabra, pero con la misma intensidad en su mirada. Sabía que este no era solo un momento para mí y Damian; Gabriel también estaba profundamente implicado en todo lo que había sucedido y en lo que estaba a punto de suceder.
El aire a nuestro alrededor estaba cargado de una energía que me hacía sentir vulnerable, pero también poderosa. Entramos a la habitación, y ambos hombres cerraron la puerta tras nosotros. Se quedaron de pie, sus miradas fijas en mí, intensas, llenas de algo que no solo era preocupación o confusión. Había deseo en el ambiente, un deseo que no podía ignorar.
Damian fue el primero en intentar hablar.
– Miranda... –
