Capítulo DiecinueveKawalski se sentó en la hierba después de la cena, apoyándose en un tronco. Liada se sentó a su lado con las piernas cruzadas, hablando, escuchándole, haciendo señas con las manos, riendo. Los dos habían sido inseparables durante los últimos tres días. Incluso cuando él estaba de guardia, ella caminaba a su lado, con su arco y flechas en un carcaj a través de su espalda.
Al otro lado de la hoguera, Cateri se sentó sobre un tronco, mientras que el sargento se arrodilló en el suelo, quitándose el vendaje del brazo. Ella se estremeció, sacudiendo su brazo. Cuando él la miró alarmado, ella sonrió y susurró un par de palabras. Él no entendía las palabras, pero había aprendido a interpretar lo que ella quería transmitir con su lenguaje corporal y sus expresiones.
— “Sí, muy
