Suelen decir que la vida es de un solo color, las cosas... Quizá no, quizá quien dijo eso no conocía a Hannah Benson, ni a mí o a Dylan Carson.
Si tuviera que pensar, en que color me describía a mi, seria en amarillo, a Hannah quizá morado o lila y a Dylan.... Estaba segura que el seria rojo. El era el peligro en persona. Aunque eso aún no lo sabía.
Y a aquella chica que conocí meses después, y la historia que viví con cada una de las personas que me rodeaban, me di cuenta, que todos teníamos un cachito de historia que nadie habría escuchado alguna vez, y esa misma historia, fue lo que nos llevó a encontrarnos en lo más fondo del océano, y ninguno de nosotros sabíamos nadar.
Sabía que las cosas eran difíciles, quizás en este último año si compartimos el color los tres, quizás después de tantos años la vida nos estaba poniendo en la misma sintonía, como lo había hecho cuando éramos unos niños, quizás a todos nos envolvió con el color rojo, uno brillante y destellante, de aquellos que mirabas en los letreros que te advertían de un peligro cercano.
¿Los tres éramos rojo? Quizá si
Y eso me cambio la vida.
***
Odiaba la clase de química, mordí la tapa de aquella pluma morada, para intentar pensar, ¿Cómo se resuelve este ejercicio?
Miré encima de mi hombro, aquella chica pelirroja entregó su cuaderno, con la mirada hacía otra parte, y con aquellas manos ligeramente temblorosas. No conocía del todo su nombre, pero si su historia, y esa era triste, deprimente.
Regresé a mi cuaderno, pensando en como resolver todo esto, no entendía. Lo intentaba, pero lo único que conseguía era que mi ojo palpitara por el estrés que sentía.
Durante toda mi vida había intentado tomar uno de los fragmentos que me gustaban de Hannah, perfección. La niña lista que no tenía ningún fallo, puesto que era ella. Era lista, inteligente y brillante, yo quería serlo sin embargo estaba demasiado lejos de serlo, eso apestaba. En un lapso de mi vida, quise dos cosas que tenía ella, su inteligencia y a Dylan.
La forma en la cual había sentido por el en algún punto era tan difícil de explicar, sentir o hablar, era como si estuviera haciendo algo incorrecto, sin embargo se sentía de todo menos incorrecto.
—Podría ayudarte—, me dijo Dylan, con una pequeña sonrisa—. Deberías de ser menos obstinada.
—Y tú menos necio—, oculté mi rostro con mi cabello n***o, obligando a mí el no verle—. No necesito tú ayuda.
—Vamos Andrea, ¿Cuándo dejarás de odiarme? Fue una niñería, teníamos once años—, Podía notar el como en su tono de voz se escuchaba la suplica sin embargo también podías escuchar un tono molesto, le molestaba rogar. A mi me molestaba pensar en una vida en la cual todo se desmoronara por pensar en que algo aquí podría ser distinto—. No soy la misma persona.
No lo odiaba, no podía hacerlo, él habría sido demasiado grosero conmigo, y me habría lastimado en más de un modo posible, y eso hacía que el verle, me frustrará.
Hannah era la típica niña inteligente que no sacaba menos de 9 en un examen, era muy popular, con todos en la escuela era amable, era graciosa y sumamente responsable. Junto con un sentido de la moda enorme, era simpática y era demasiado bonita. Lo único malo que tenía era una relación con Dylan.
Hannah, Dylan y yo éramos el trío de amigos, inseparables.
Siempre le dije a Hannah que yo creía que podrían estar juntos, aun cuando a mí me gustaba también, pero... El cómo ella estaba enamorada de él, era más allá de todo.
La voz del maestro me saca de mis pensamientos, faltaba un poco, solo un poco para saber el resultado del examen.
Algunos lindos apellidos más. Y mi horrorosa calificación siendo denotada por todos.
—Lizzie Mendes, cien—, le entregó el examen a aquella chica pelirroja, quien le dio una pequeña sonrisa, ocultando su examen.
Si yo hubiera tenido su hermoso cien, lo tendría cómo una bandera.
—Eres una grosera—, me atacó Dylan, con enojo, finjo de nuevo no escucharle, y veo cómo el maestro sigue entregando exámenes—. ¿Me perdonarás algún día?
Perdonar parecía ser una palabra demasiado grande. Pensé.
Me giro para mirarlo y antes de que yo diga algo el maestro habla de nuevo. —Andrea Smith tres.
Tres.
—Rayos—, Susurré levantándome por aquel examen—. Dios...
La miro y veo que tiene mayormente muchas cruces, me había ido terriblemente mal, al rededor de seis respuestas habían sido correctas.
Regreso a mi lugar haciendo una enorme mueca quería llorar, siempre daba lo mejor de mi en esta materia pero no podía pasar jamás el examen, entregaba todos los trabajos y me pasaba noches enteras estudiando, aun que nunca parecía ser suficiente, me siento cayendo con lentitud haciendo drama, podría hacer un berrinche pero estaba cien por ciento segura de que era la calificación que me correspondía. inclusive el maestro siempre a tenido una flexibilidad gigante conmigo, supongo que notaba cuanto esfuerzo daba, era comprensible conmigo.
—Puedo ayudarte—, Dylan me picó con su pluma—. Saqué noventa y siete.
Podría pedirle ayuda a Lizzie, ella habría obtenido cien, en todo caso.
—Estoy perfectamente bien así—, Le dije acomodando mi cabello a un lado y recargando mi mentón en mi mano, muchas cosas pasaban por mi cabeza haciéndome sentir mal—, Gracias.
—Recuerdo que tú mamá te reprendía por tus calificaciones, ¿Sigue siendo así?
Eso no te importa. Pero si.
Regreso la mirada a mi cuaderno y hago una mueca de nuevo, me giro viendo el reloj y suspiro con lentitud para mi buena suerte estaba por terminar la clase algo sumamente bueno porque era demasiado aburrida y yo me encontraba sola ya que mis amigas estaban más lejos de mí que las Liars en descubrir quien es A.
»Ella es mala en química y ustedes no, así que seguro le pasan las respuestas
Jamás me pasó absolutamente nada, pero más vale prevenir que lamentar. O eso suele decir el maestro.
Apenas suena el timbre tomo mis cosas y me levanto dirigiéndome a las dos chicas que me esperaban en la puerta, dulce libertad.
—Smith , Benson y Carson vengan por favor— La voz del maestro resuena en mis oídos.
—Así que estás frita—, mencionó Ali con burla—. Lo siento tanto preciosa.
—Suerte—, Le siguió Nat.
Yo quería suerte.
El maestro toma algunas hojas que tiene en su escritorio para apilarlas y guardarlas en su portafolio, se aclara la garganta y mira a Hannah y a Dylan, podría pensar que se trataba de mí, y de mi horrible calificación, podría apostarlo.
—La señorita Smith...—, ¡Já! Lo sabía—, Ha tenido demasiados problemas con esta materia, tanto que si reprueba otro examen, podría repetir la materia.
Ahí mis cejas se fruncieron, ¿Repetir? ¡En mi vida habría repetido alguna materia! Es decir, en los exámenes me iba mal, pero... ¿El curso entero.
—¿Y ahí nos introduce a nosotros por qué...?—, comenzó Hannah, alzando una de sus cejas con intriga—. Podría regalarle mis puntos extra, podría tomar los de Lizzie, los de Dylan, y ya esta.
Sonreí divertida.
—¿Eso se puede?—, le pregunté al maestro, quien rodó los ojos—, Bien, no...
—A lo que quiero llegar, es que ustedes son quienes tienen mejor promedio, ¿Quién puede ayudarle a la niña para que por fin pase?—, dijo con cansancio—. Les tomará cómo...
Dejé de escucharle, en realidad, tenía demasiados problemas con Dylan... Y con Hannah... En un punto fuimos mejores amigas pero nos perdimos el rastro.
—¡Mis amigas pueden ayudarme!—, intervine velozmente, haciendo que mis palabras suenen cómo un balbuceo, apenas entendible—, ¡Ah! ¡También Alex! Su promedio es de noventa y cinco.
—Podrían ser de ayuda—, me dio la razón, con una hoja de indicaciones—. Pero también uno de ellos. Necesitas demasiada ayuda... Te repetiré el examen en la fecha estipulada y entregarás el ensayo de tres mil palabras, ¿Lo entendiste?
—Ajá... Gracias—, musité, mirando aquella hoja. Agradecía la oportunidad, supongo.
—Yo...—, la voz de Hannah me llamó, sin embargo, Dylan le interrumpió.
—¡Yo lo haré!—, Dijo velozmente—, Cuente con ello.
El maestro se limitó a asentir, tomando sus cosas, miré a ambos, sin embargo la mirada confundida de aquella rubia, me llamó, aquellos ojos azules eran alucinantes, pero del modo en el que le miraba, parecía que quería sacarle los ojos, estaba molesta, eso supongo. Antes de que comenzaran a decir algo, salí con velocidad, lo menos que quería hacer era verlos pelear.
Si el me daba las tutorías, sería chica muerta. Siempre mis emociones iban a flor de piel, al son de su voz.
Dejé mis cuadernos en mi casillero, para soltar un suspiro pesado. Caminé hacía la cafetería, para tropezar con Alex, quien me dio una sonrisa.
—Tu belleza semeja torpeza—, Se burla recargándose en la pared, me estabilizó con su agarre y cuando ve que estoy bien me suelta.
— ¡Es tu culpa! Yo solo caminaba—, me quejé.
Alex era mi mejor amigo desde hace años, conocía cada uno de mis dramas. Todos.
— ¿A la cafetería?—, asiento y sonríe—Vamos.
Alex se llevaba muy bien con mis amigas y yo con sus amigos. Normalmente nos sentábamos juntos en la mesa de al fondo la cual le nombraban la mesa maldita puesto que aquel se sentara ahí tendría mala suerte, eran boberías e infortunios que habían pasado, era una mesa común y corriente. Lo único que la destacaba de lo demás era su intenso color amarillo.
Eso sí, supersticiones bobas que la gente creía. Bobos.
Nadie se sentaba en esa mesa por miedo de dicha maldición pero a nosotros nos dio igual, aparte así siempre teníamos un lugar para nosotros.
—Me enteré que tendrás tutor—, Dice y en su rostro se muestra una pizca de enfado, me suelta apenas entramos a la fila. — ¿Hannah o Dylan?
Hago una mueca. —Dylan, ¿Sabes lo horrible que suena?
—Tienes suerte de tenerme como amigo—, Dice analizando lo que hay de comida —Te ayudaré a estudiar, bótalo a la basura.
— Suena a una gran idea—, reí y mire las cosas que habían, pedí unos tacos y Alex igual, salvo que el con una Coca cola y yo un agua.
Apenas pagamos salimos de la multitud de gente, caminamos a la mesa amarilla encontrando a Lola con Stefan y a Kilian junto con Ali y Nat. Apenas llegamos la risa de Ali se escucha al ver cómo a Nat se le cae la comida que iba a introducir a su boca, quedando con la boca abierta y las cejas completamente fruncidas, haciendo un puchero. Stefan se mofó de ella, pero le dio de su taco, para que no quedará con la boca abierta, que lindo. Comenzamos una platica, hasta que todos se quedaron callado mirando detrás de mí, me giré, para ver a Dylan con aquella sonrisa brillante, fruncí las cejas.
Regresó la mirada hacia los chicos y todos se ven molestos.
Ellos lo odian.
El me rompió el corazón.
Ellos quieren matarlo.
Él es un idiota.
—No eres bienvenido aquí, ¿No lo sabías?—, expresó con desdén Nat, para fruncir las cejas, ella si lo odiaba—, Vete, ya.
El silencio es incómodo, estar aquí en este preciso momento lo era.
—Nat déjate de niñerías como si no me conocieras—, Dice con simpleza Dylan recargándose en la máquina de refrescos.
— Ese es el problema. Que te conoce—, susurro Stefan, Nat y el habían comenzado a salir, hasta que regreso con Hannah de nuevo. Al igual que conmigo hizo lo mismo.
Claro, antes de ser amigas.
Ella entrecierra los ojos aún más molesta sin embargo antes de que comience a romperle la cara Stefan la abraza por los hombros.
—Creo que sabes a la perfección que aquí no eres bienvenido.
— No vengo contigo si no con Andrea.
Presioné mis labios en una mueca cruzando los brazos, él me frustraba, a pesar de que sabía que hacía algo por mí, por ello venía, aquellas tutorías, sin embargo, odiaba cómo se comportaba con mis amigos de más de un modo posible. Era un patán.
— ¿Viniste a meterte con mis amigos?
Su ceja se frunce un poco y yo alzo las cejas y frunzo los labios mirándolo a él y luego a mis tacos, iría esta tarde a la tienda de la abuela, quería algo con chocolate.
—Vine a dejarte mi número para las tutorías—, Me mira y se gira cuando llega Hannah. — Hannah...
— No vengo contigo Dylan—, dice seca y busca en su mochila sacando un cuaderno que después le entrega a Lola—, Gracias por prestarme tus apuntes.
Ella asiente y después sale de ahí sin dirigirle la palabra a Dylan, nuestras miradas chocan pero ninguna dice nada al respecto.
— Ya le diste el número, ¿Necesitas algo más?—, dice entre dientes Stefan, su tono era con molestia, ellos siempre se odiaron y con lo que le hizo a Nat aumento.
—Deberías de saber, que la mala suerte de la mesa, se pega—, Dijo con cinismo Lola, buscando su celular—, Deberías irte.
—Cómo si eso existiera en realidad—, Rodó los ojos mirando hacía a mí—, Andrea... Me mandas mensaje, nos ponemos de acuerdo.
Asentí, pero mi atención estaba en Lola, quien asintió en dirección de un chico, parecían entenderse a la perfección, ahí sucedió, el vino hacía acá, derramando un poco de agua detrás de Dylan, pasando desapercibido. Se sentó junto a Lola, y él camino para irse, sin embargo, resbalo chocando con una chica, logrando que el contenido de su comida cayera sobre él, la mueca de asco llegó a ambos... ¿Qué era eso? Liquido y apestoso. Solté una risa cuando el hizo cara de asco y después una cara de pena, esto se había quedado en completo silencio a excepción de mi risa. Mire a Lola quien estaba chocando sus manos con el chico.
Lo sabía.
***
Hablar de cosas que detestaba... Sería fácil.
1.-Las personas impuntuales.
2.-Las mentiras.
3.- Dylan.
Y aquí estoy con las tres cosas frente a mi, suelto un suspiro de frustración y hago una mueca, estoy por soltarle mil blasfemias cuando llega la abuela posando su mano en mi hombro, me giro y veo la sonrisa cálida que le da a Dylan y aplano los labios.
—No me dijiste que quien venia era él.
Mi abuela amaba a Dylan desde que éramos niños y ella siempre solía decir que nosotros llegaríamos a estar juntos en algún momento, en algún punto de mi vida también me lo plantee, aunque ahora estaban tan más equivocada. Quizás nosotros como amigos si llegábamos a funcionar, pero como novios jamás lo podríamos hacer.
—No pensé en hacerlo. Se irá pronto—, Dije con tranquilidad—. Gracias por recibirnos.
—Sí... Recuerdo que eran grandes amigos de niños, me recuerda a tu madre con Shawn—, sonrió con ternura, le sonreí incómoda. Él tío Shawn era un encanto, nada parecido con mi padre—. Me alegra que sigan siendo amigos.
—Sí, amigos—, le sonreí sin gracia para ver mi cuaderno.
En un par de semanas, volveremos a distanciarnos y en un par de meses, no volveré a saber de él.
—Me alegra verla de nuevo, Sra. Smith—, Sonrió con encanto Dylan—. Sus postres siguen siendo mis favoritos.
—Sí, gracias—, Sonrió con dulzura—, Un día deberían de ir ambos a comer a mi casa. Saben que son bienvenidos, los tres, ustedes y Hannah.
Jamás le conté a la abuela que mi amistad con Hannah y Dylan se habría fracturado, en ocasiones seguía hablando con Hannah, hace unos meses, un año quizá, cuando las cosas eran difíciles en su casa, ella escapaba a la mía.
—En fin... Los dejó, estoy ocupada, una mujer exitosa, ya ven—, dijo en broma, desapareciendo de nuestra vista.
—Tu abuela sigue siendo un encanto.
Le alcé una de mis cejas para seguir leyendo lo de mi cuaderno, muchas veces me pregunté, ¿A dónde habríamos llegado? ¿En realidad podríamos haber seguido siendo amigos?
—¿Podríamos estudiar...?—, interrogué. Sin embargo su teléfono sonó—, Contesta.
Se levantó para ir a atender la llamada, segundos después mencionó que tenía que irse, así fue, tomo las cosas y salió del lugar. Me quedé un rato más, lo de los libros y mirando videos de química sobre el tema, sin embargo, sólo me duele la cabeza, así hasta las diez de la noche, quizá. Ayudo a la abuela a cerrar y tomó mis cosas.
—Gracias por dejarme estudiar aquí—, le dije con una sonrisa—. De verdad.
A veces odiaba la soledad de mi casa, más nunca se lo habría dicho a mamá, le entendía.
—Es un placer tenerte aquí. Y no te enganches—, cerró el local—. Es solo una calificación.
Le agradecí, me llevó a casa, apenas entré a este, mirando que mi celular, Dylan se habría ido a una fiesta, bendita emergencia.
HANNAH
Tarareo una canción, mientras leo de nuevo aquellos apuntes, ya habría estudiado cinco horas quizá, la cabeza me mataba. Me levantó y camino a la cocina, necesitaba algo dulce, pero mi fracaso empieza cuando los tacones de mi madre resuenan por la habitación. En hora buena.
Terminé por servirme agua.
—Pensé que estudiarías—, Dijo con recelo, pasando su cabellera rubia hacía atrás—, ¿No fue lo que te ordené?
—Ya lo hice, por cinco horas—, Le di un trago a mi vaso—. Es suficiente.
— No es suficiente.
Escucho la puerta abrirse y mi yo interno se pone feliz, camino velozmente a la puerta encontrándome con mi papá.
—¡Hola!—, le abracé emocionada.
—Hola corazón—, dice abrazándome por los hombros—, ¿Que hacías?
— Estudiar. Desde hace tres horas—, Hice un puchero.
—Mi niña. Ya eres una sabelotodo, descansa—, Se mofó.
—Pues...
Los tacones de mi madre resonaron por el piso, bufé. Le señalé con los ojos y el asintió.
—Hola cariño—, le saludo mamá dejando un beso en sus labios.
—Hola cielo—, le dijo—, Hannah, ve a ver una película o algo así.
—Ella esta estudiando—, le freno papá.
—Poco más le explota la cabeza. Que descanse.
—¡Gracias papi!—, le dije para salir corriendo de ahí.
Mis padres eran increíbles, papá más... Pero eso era porque mamá necesitaba sentir la perfección, eso me volvía loca.
Aunque mi festejo era ir a dormir, no tenía amigos... No desde que comenzó mi relación con Dylan, ahí mi vida termino.
Y perdí a mi mejor amiga. Andrea.
ANDREA
Habría pasado demasiado tiempo leyendo libros, fórmulas, enlaces, todo era química. Me encontraba en una clase libre, en la cuál, estaba estudiando química. Que desastre. Odiaba esa materia.
—Quita esa cara, parece que tienes diarrea—, Reprochó Alex.
Por poco olvidaba que lo tenía a un lado, le miré para hacer una mueca de asco.
—Iugh, Alex—, Expresé.
Miré mi malteada, para rodar los ojos alejando esta de mí, gracias, neandertal.
—No es divertido—, dije con un puchero—, ¡Reprobaré!
—¿No tenías un tutor?—, preguntó tomando mi computadora, leyendo el contenido.
—Sí—, le di la razón—, A medias...
No era su responsabilidad cómo tal, pero no podía con que me diera información sólo un rato, eso no me ayudaba, no en lo mínimo.
Y yo puedo culparlo por qué sí. Por supuesto que no.
—Andrea—, Alex chasquea los dedos frente de mí—, ¿Cómo te pierdes de la nada en tu mente?
Rodé los ojos quitando su mano, odiaba que lo hiciera, y eso pasaba demasiado seguido, para ser honesta.
—Veré que puedo hacer. Cuídate pecas—, dejo un beso en mi frente y salió de ahí.
Me recargo en la mesa cerrando los ojos, odiaba todo esto, el que fuera tan mala en química, lo intentaba. ¡Lo juro! Pero parecía que me caía después de levantarme.
Colgué mi mochila en los hombros y tome mis cuadernos, guarde la computadora y caminé hacia mi salón, química de nuevo. En el pasillo habían varias hojas pegadas, me acerco un poco notando que se acercaba el baile de invierno. Internamente sonrió y continuo mi camino hacia el salón.
—Señorita, espero ya allá comenzado su ensayo.
Miro al maestro y sonrió nerviosa—Claro que sí, se sorprendería de ver lo que he avanzado.
67 palabras, en ellas incluido mi nombre, el de la institución, la materia y el suyo. Pensé.
—Me alegra ver su positividad, espero me sorprenda.
Lo hará.
Bajo la mirada y sigo leyendo el libro de química, las reacciones, vaya, ¿Por qué tiene que ser tan complicado? Sinceramente no quería decepcionar al maestro, era ya mayor y notaba el esfuerzo que hacía por el cual yo no reprobará, me dio varías clases extras, me explicaba en otras clases también. Literal e dado todo de mi.
Alex: Puedo ayudarte.
Suspiro aliviada, y tecleo rápidamente un »Sí« como respuesta. Segundos después la clase termina, escucho la voz de Dylan le miro durante unos segundos y me giro de nuevo.
—An, ¿Podemos hablar?
Miro a Dylan y niego guardando mis libros, miro hacia un lado y muerdo mi labio fuertemente evitando decir alguna cosa, sinceramente no quería que fuera mi tutor, ni quería culparlo o pelearlo o algo parecido, simplemente que todo esto se terminara, así sería mas sencillo.
—No creo que sea buena idea, no quiero hablar contigo.
— Tenemos que... Las tutorías.
— Cambiare de tutor, igual, gracias—, Murmuro colgando mi mochila, busco con la mirada a Nat y a Lola y salimos de ahí.—Te agradezco por ofrecerte pero no va a funcionar.
Pasa su lengua por su labio y niega. —Hannah me llamo, era urgente, se lastimo...
Eres un mentiroso.
A uno centímetros de nosotros estaba ella, se que lo escucho cuando sus ojos se ponen llorosos y frunce las cejas, supongo que a ella también le mintió. Ella camina hacia el lado contrario saliendo de mi campo de visión. Se veía mal.
— Hay fotos en Instagram.—, me bufé y rodé los ojos, busco con la mirada a Hannah pero ya no la encontré. — Deberías cuidar más de ella, se ve que realmente te quiere. Tantos años de estar juntos y no has parado de jugar con ella Dylan, eres un patán.
— Ah no... Si se lastimo, de con ella me pase a la fiesta—, dice rápidamente y frunzo las cejas, era triste como se había vuelto un experto en mentir.— ¿Hoy a la misma hora?
— Realmente no puedo.
— Andrea, quiero ayudarte.
— Tengo un nuevo tutor—, le dije buscando con la mirada a Hanna—. Además, necesito que esto salga bien, así que, mejor él me ayudará. Así es más sencillo para ambos.
—Podemos ser los dos.
— Lo dudo.
No dejé que respondiera, simplemente salí de ahí, directo a los baños, para encontrar un sollozo, no dudaría que fuera Hannah, aunque su voz me lo confirmo.
—Idiota—, Susurró. Escuché cómo se abría la puerta y de ahí la voz de Liz.
—¡Hannah!—, Su maldita voz chillona, fruncí las cejas, ella siempre habría estado detrás de Dylan—. Por cierto ayer Dylan y yo...
Por alguna razón se a donde va esto, así que salgo para acercarme a lavarme las manos, la voz de Liz se frena por completo.
—Gracias por esperarme Hannah—, mencioné con tranquilidad—, ¿Nos vamos?
Ella miro a Liz por unos segundos, con las cejas completamente fruncidas, pero se limito a asentir, salimos de ahí y noté que aún tenía los ojos completamente llorosos.
—Sabes a donde iría la conversación, ¿No?
Yo lo sabía y eso eran una de las cosas que más me pesaban, no quería correr más rápido de lo que podría caminar, pero... A veces, ella olvidaba cómo dar los pasos.Ella asiente y suelta un suspiro pesado, juega con sus manos y mira hacia arriba, noto como intenta estabilizarse y antes de hablar carraspea.
— Ah, si.. ahm... Ella ayer me envió un mensaje, era una foto. Yo solo creí que estaba intentando de molestarme, de hacer que peleáramos—, admitió con pesadez—, Sólo se que el desastre se avecina.
—Hannah... —murmure y ella sonrió.
La mire por unos segundos y pude notar como su rostro se veía agotado, ella estaba demasiado agotada, no habíamos estado juntas desde hace bastante tiempo así que no sabía que era lo que pasaba con ella, no sabía que era lo que la tenía así, si solo fuera Dylan o hubiera un plus... Pero estaba agotada.
—Sólo... No pasa nada. Lo superé—, musitó por lo bajo—, Gracias por ayudarme.
—Sí, no me agradezcas—, le dije con tranquilidad.
—Si no es mucho, quisiera que me ayudes a otra cosa—, miró en dirección—, Terminar con esto.
Dicen que el desastre nos puede mirar directo a los ojos. Así fue.
Asentí, con una ligera sonrisa, ambas chocamos los puños cómo cuando éramos mejores amigas, después de ello, simplemente, cada una se fue por su parte. Apenas llegué a la cafetería, miré hacía Lola, sentándome a su lado, quien me sonríe y sigue comiendo, se miraba rico,
—¿Dónde conseguiste eso?—, Pregunte mordiendo mi labio y siento como mi tripa ruge de nuevo.
—Toma—, Dice sacando un topper con lo mismo de su mochila—, Los he hecho yo.
—¿Sin ingrediente mágico?—, pregunté con duda, solía hacer eso, negó. Lo tomé y le probé—, Diablos, esta increíble.
Le sonrió y agradezco abriendo y sacando un Brownie, estaba tan suave. — Rayos, esta delicioso.
—Gracias—, Sonríe y sigue comiendo. — ¿Ya sabes que estudiaras tú? Faltan dos semanas para entrar a último semestre, y hacer trámites a la Universidad.
Aplano los labios—, Pensaba estudiar Diseño de moda, o quizá literatura, quiero ser escritora.
—Si es como las historias que e leído que haces seguro lo consigues.
Y es ahí, cuando el caos se desato para todos nosotros, no lo sabía aún, pero... Así fue, mis ojos cayeron en Dylan y Alex, quienes discutían, molestos. Aplané los labios, dudosa, nunca se llevaron bien. Hasta que algo paso.
—¡Deja de meterte maldita sea!—, Gruñó sujetando de manera brusca Alex a Dylan—, ¡Eres un hijo de puta!
No necesité más, mis piernas me trasladaron hacía allá, miré con confusión, de verdad esto parecía demasiado....
—Sabes que te joderá más, que tendrá el mismo final—, Siseó Dylan, furioso, con aquella sonrisa arrogante—. De nuevo perderás.
— No te metas con ella idiota.
— ¿Te asusta que termine como la última vez?
No necesito más, Alex comenzó a golpear con furia a Dylan, cómo si su vida dependiera de ello, al igual que él, Lola me siguió el paso, ambas llegando junto a ellos, esto habría escalado de un modo brutal, generando un par de personas rodeando a ellos. Mi piel se enchino al ver la sangre salir de Alex.
—¡Paren! ¡Es suficiente!—, grité alterada.
No hicieron nada por detenerse, jale a Alex quien pareció despertar de ese transe, sus ojos me miraron con confusión.
—Pecas—, me advirtió.
Pero después de ello, todo paso demasiado rápido y un golpe por parte de Dylan logro dar a mí, sin más, me sentí aturdida y el dolor se incrusto en mi piel de manera inmediata, sin duda alguna era un imbécil.
Dylan necesitaba lentes, lo sabía, lo presentía.
Dylan me mira preocupado y Alex me gira para verme y me toma de la cara, preocupado.
Y una pregunta llega a mi cabeza tan rápido como el golpe.
¿Tan mala era la puntería de Dylan. Su rostro, era un poema, la culpa recorría este de manera inmediata, quizá cada espacio de sus entrañas.
—Mierda—, Susurró Dylan, quien pareció también despertar de aquel desastre que estaban metidos—, Joder, Andrea, perdón.
Así que sí. Sin duda alguna, Dylan necesitaba utilizar lentes, unos de fondo de botella.
Pase mi mano por mi labio sintiendo cómo aquel fino hilo de sangre recorría mi piel.
—Eres un idiota—, Dije en un quejido, enojada.