Querer a una persona, es de los sentimientos más lindos, es único, pero cuándo nos confundimos, las cosas se vuelven complicadas, y no sabemos... De verdad, no sabemos, que es lo que debemos hacer. La vida se vuelve gris.
Crucé los brazos en mi pecho, esperando noticias, impaciente, fuera de la oficina del director, me impaciente más cuándo Liz comenzó a golpear con sus uñas el escritorio, fruncí las cejas. Hannah miró la pelea, pero simplemente, se quedó parada en la entrada de la cafetería, para terminar por salir de aquella habitación.
Él primero en salir fue Alex, sus cejas se fruncieron para caminar hacía mí, lo primero que hizo fue tomarme del mentón, examinando mi rostro. Estaba furioso.
Y yo demasiado preocupada por él, pero parecía eso no entrar en sus neuronas.
Siento sus manos aún en mi, para después acomodar mi cabello y darme una pequeña mueca.
—Aquel imbécil te dejo la cara morada—, Expresó con cólera sin soltar mi rostro, miré a sus ojos, necesitaba que se calmará—. Ese hijo de puta.
—Cálmate. No debí entrometerme en primer lugar—, mencioné tomando su mano—. No pasa nada. Fue una tontería.
—Eso no justifica los males—, Dijo con enojo, para pasar sus manos por mi cabello—, Es...
—No pasa nada, mejor... dime, ¿Por qué pelearon?—, pregunté girando un poco mi rostro—. Parecía ser demasiado personal.
Ahí la incomodidad entró en el cuerpo de él, rasco su nuca para abrazarme, podía escuchar su corazón latiendo velozmente, fruncí un poco las cejas, ¿Estaba nervioso? Quizá el castigo fue fuerte, no lo sabía..
—Vamos por un helado, y te cuento, ¿Te parece?—, preguntó sin verme.
—¿Me estás invitando a salir?—, sonreí con coquetería, mirando sus ojos—, ¿Es eso?
Escuché su risa, para encoger sus hombros, paso su brazo por encima de mis hombros para comenzar a caminar.
—Considera una cita, sí preciosa—, me dijo dejando un beso en mi coronilla.
Muchas veces me preguntaba, ¿Por qué me gustaba tanto su cercanía? ¿Era algo referente a mí? ¿A él?
Salimos ambos de ahí, y noté a Dylan, parecía preocupado, cómo molesto, no entendía que sucedía con él, de su nombre salió mis labios pero antes de que pudiera pasar algo, Liz le detuvo. En realidad toda esta situación me parecía una tontería, quién debía de estar en la habitación debía ser Hannah, no Liz. Pero supongo que era cierto aquello que en realidad, Hannah se habría cansado de esto. De él.
Caminamos por el pasillo hasta llegar a la salida donde se encuentra una Lola bastante enojada, río al ver como mueve la pierna impaciente, ella siempre se preocupaba por todo lo que hacía y es que Alex no era de ayudar siempre estaba metido en líos. Recuerdo perfectamente cuando vi a Lola por primera vez así, creía que le gustaba Alex, hasta que me enteré que eran medios hermanos, se cuidaban mutuamente. Era algo que yo tenía en un modo de admiración y algo que me hubiera gustado que me pasara a mi, tener una relación así de hermanos, yo no los tenía. Mi mamá no había tenido más hijos. Sólo yo.
Papá si habría tenido más hijos, eso escuché por el tío Shawn.
—¿Es acaso que estás loco?—, Lola le jalo enojada, alzando el mentón—. ¿Pelear? ¿De verdad?
—Pelee por algo que vale la pena—, Se defendió.
Ella rueda los ojos y suspira.—Eres todo un Romeo.
— Ella merece más que un Romeo—, musitó por lo bajo.
¿Así que Alex estaba enamorado? Yo no sabía eso, creía que en realidad él no sentía nada por nadie, jamás lo mencioné.
—A ella no la impresionas con esto. Estoy segura—, Señalé, para fruncir las cejas—. No se que es lo que hiciste o cómo sea ella, pero no creo que sea el modo...
—Yo creo...
— No deberías pelear por alguien.—, solté y él me miró. —Si es para ti, si están destinados. No tienes que pelear con alguien para que se quede contigo.
—No lo animes, no tienes ni idea—, farfulló con desdén Lola—. Sólo intenta impresionarle, desde hace meses y cree que esa estúpida forma lo va a llevar a algún lugar.
—Así que... ¿Estás enamorado?—, fruncí las cejas levemente.
— Cuando hablemos de eso lo notaré.
Me desconecté cuando Lola comenzó a regañar a Alex, pasados unos minutos, nos fuimos de ahí, dejó a Lola en casa de Fabi, para nosotros ir directo a la heladería, él camino fue divertido, ambos charlamos, bromeando y jugando, le sonreí de reojo, para mirar hacía la nada. Estaba confundida, ¿Desde cuándo él estaba enamorado? Llegamos al lugar, aquel pintado con paredes negras y luces neón, relamí mi labio inferior, para sentarme, con aquel helado.
—Estamos aquí. Así qué... ¿Por qué peleaste?—, pregunté metiendo otra cucharada a mi boca, con el frío incrustándose en mi paladar, sus ojos se abrieron más de lo normal—, ¿Alex?
—¿Cuándo empezaré a darte las tutorías?—, interrogó con las cejas fruncidas, comiendo también.
—No lo sé, cuándo puedas—, encogí los hombros con desdén—. Sobre la chica...
—Podría ser que con ello saques cien, sería increíble—, siguió.
Hago un puchero y el sonríe .—¿Por qué me cambias tanto de tema?
—Porque no es el momento—, mencionó con tranquilidad, agitando mi mentón—. Pero te lo diré.
—Claro que no—, Alargué con un puchero, a lo que se burló—, Ya... ¿Por qué no me cuentas?
—Fue por una chica—, mencionó con incomodidad—. Pero se que ella vale la pena. Se que hice lo correcto.
Hago otro puchero.—Claro que no.-Refunfuño y el se burla.—No te burles y mejor cuéntame.
—Por una chica.-Dice rascándose la nuca.—Pero ella realmente vale la pena. Lo hice para defenderla, siempre defenderé a las personas que quiero.
—Es lindo... Supongo que estés ahí—, mencioné con una mueca—. Pero... ¿Golpes? ¿Quién es ella?
—Una amiga—, mencionó con paz—¿Cuando comenzamos...?
—Hoy si puedes—, miré hacía mi helado.—Solo llevo 120 palabras.
—Bien.
Me quedo mirando a su rostro y veo como el morete de su pómulo queda pequeño en el de el labio y el de su ojo.
Platicamos para después irnos a mi casa a estudiar, siento mi teléfono vibrar y lo tomo.
Dylan: ¿Por qué te fuiste con Alex? También lo siento tanto por el golpe.
Dylan: Alguna vez fuimos amigos, ¿Lo recuerdas?
No le contesté, cerré el chat y bloquee el celular para mirar a Alex... Habríamos ido a mi casa, le ponía atención a cada uno de los detalles, los electrones, protones, fruncí las cejas, esto era mucha información, él era bueno explicando los temas, me tenía demasiada paciencia y por alguna razón, por fin entendí. Después de lo que pareció una eternidad, él se va, quedando yo escribiendo un poco más aquel ensayo, llegando a las quinientas palabras. Escuché de nuevo mi celular vibrar.
Apenas leo su nombre cuelgo, eso sucede alrededor de quince veces hasta que me resigno y contesto la llamada.
Dylan.—Aceptar.
—Hola.
—Dylan.-Digo sentándome en el mueble que está junto a mi.—¿Qué necesitas?
—Hablar contigo... En persona, ¿Puedes?
Miro la hora y hago una mueca, pues son la 1:37, niego hasta que me doy cuenta de la idiotez que estoy haciendo.
—Este... ¿Cuándo?
—Ya.
—Son casi las dos.-Susurro.—¿No crees que es tarde?.
—Conseguí tu dirección.-Ríe.—Estoy abajo.
—Mierda...
Cuelgo y abro mi balcón, me asomo y si, él se encuentra abajo, con la cara llena de moretees y su celular en la mano, apenas me mira una sonrisa enorme se instala en su rostro y no puedo evitar rodar los ojos. El no parecía rendirse y yo no encontraba una forma más en cual decirle que quería que me dejara en paz. Se lo había pedido ya de mil formas.
Era inútil.
—No bajaré.
Escucho como Mamá toca la puerta.—Hija, llegue, ¿Sigues despierta?
Le hago una seña a Dylan de que espere, abro la puerta y la miro, se ve cansada.
— Hola má, ¿que tal te fue?—, pregunté recargando mi peso en la puerta.
— Pudo ser mejor, la sala de urgencias estuvo llena todo el día y noche... ¿Qué tal te fue en tu examen?
—Fue pospuesto, lo haré en dos semanas—, mentí, quería darle la calificación del siguiente examen que hiciera, quizás así se sintiera menos abrumada—, Cuando lo tenga, te lo doy.
Me deja un beso en la frente y me desea buenas noches, para salir a su habitación.
Cierro la puerta con llave y salgo al balcón encontrándome con Dylan sentado en el pasto.
—¿Qué quieres?—, Susurro grito y el levanta la mirada con una sonrisa, se levanta y sonríe aún más.
—Hablar—, Dice alzando los hombros.—¿Puedes bajar?
—Me romperé una pierna—, Muerdo mi labio negando a lo que el ríe, miro hacia abajo y noto que la distancia no es tan grande como creía.
—Te atraparé, no está alto—, Hace un puchero, miro y cierro los ojos para después pensar, sin embargo no se si es buena idea o mala. Antes de seguir pensando lo hago. Me siento en la barandilla y me voy bajando lentamente, siento el miedo correr por mis venas estoy por regresar arriba pero toma mis piernas.
—Baja un poco más An...
Cierro los ojos y con miedo lo hago, sin abrirlos ya puedo sentir como los brazos de Dylan me rodean, me suelto y una leve risa se escapa de él, quería negar que no tenía el corazón acelerado, comenzaba a preguntarme porque había tomado la decisión de bajar, no era algo de lo cual debía de haber hecho y seguramente me metería en un problema si mamá notaba que no estaba en mi cama tomando en conjunto en el que me sentía mal por estar con él, sabiendo que tenía novia. No era que lo viera de una forma afectiva pero una parte de mi se sentía como si le estuviera traicionando a alguna persona, de una u otra forma.
Era tan difícil de explicar, pero simplemente todo se había un destrozo dentro de mi, no en manera triste, mucho menos cursi, solo sentía que las emociones que estaba sintiendo no eran las que quería admitir que tenía.
—Linda pijama.
Sonreí, en realidad era mi ropa favorita y no podía evitar a veces pensar en quererla llevar a la escuela, pero no me sentía que fuera algo cómodo, el short era demasiado corto y el pensamiento de algunas personas también, por lo cual me daba miedo salir con ropa corta a veces.
—Lo sé—, Alzo los hombros egocéntricamente y el ríe negando, mira hacia la derecha y aplana los labios, y suspira.
Toma mi mentón y se acerca un poco viendo que me dejó morada la cara, hace una mueca y frunce un poco las cejas.
— De verdad lamento el golpe An..., estaba cegado por el coraje y apenas note que eras tu ya había tirado el golpe.
Si, yo tampoco lo hubiera imaginado.
— Ya déjalo—, murmuré alejándome de su agarre, miro hacia el cielo notando lo bonito que se ve con las estrellas iluminándolo, espero a que hable pero el solo me esta mirando directamente, como si me estuviera analizando, carraspeo y es como si eso lo sacara de sus pensamientos.
—¿Podré ayudarte con el ensayo?—, pregunta a lo que yo niego, el abre los ojos a par seguido de fruncir las cejas, se veía tan gracioso—, Pero..
Sabía que había sido un error que la vida nos juntara para un trabajo de la escuela, pero una parte de mi al haber estado con el el poco tiempo que estuvimos juntos me hizo recordar todos los momentos que en algún momento habíamos tenido, éramos un par de amigos diferente a lo convencional, de aquellos que podían reír de todo e inclusive nos llevamos bien en los momentos malos.
Aunque en realidad no sabia describirnos o definirnos de una u otra forma, porque éramos un par de personas que no tenían ni una década cuando nos conocimos y duramos tan poco tiempo unidos cuando nos hicimos un triangulo amoroso.
Un bendito y horrible triángulo amoroso.
—Casi voy por la mitad—, Miento.—¿Por qué peleaban tú y Alex?
Quería saber que chica hacía que Alex lo golpeara, era impulsivo, pero no agresivo, lo que Alex sintiera por ella debía ser tan grande para llegar a hacer esas cosas, de Dylan no me sorprendía, ni poquito, pero de Alex... Además sabía que le preguntara las veces que le preguntara a Alex el jamás me diría lo que yo quería escuchar, era bueno manteniendo sus secretos ocultos en el más profundo cajón.
Mira de nuevo hacia un lado para después dar un paso hacia mi, luego otro, lo hace con una lentitud que logra alarmarme, se lo que trama porque el es tan malditamente obvio, su forma en imitar las escenas de películas cursis. Doy un paso hacia atrás y él sigue, mira mis labios directamente, intenta tomar mi rostro y doy otro paso hacia atrás, sentí como mi estomago se contrajo, no podía creer que siguiera con esos juegos absurdos, el tenía novia y cada instante intentaba meterse conmigo, era indignante.
Siempre eh querido decírselo a Hannah, que el no me deja en paz, que es un patán mujeriego, que le hará más daño con el paso del tiempo, pero es que jamás me sentía lista de soltarle una noticia como esa, ¿Cómo podría decir eso sin que se le partiera el corazón? Y aun cuando me dijo lo que me dijo de darle una lección, una parte de mi sabía que ella seguía enamorada de el, quizás había un toque de costumbre, pero podía ver en sus ojos como el la emocionaba con pequeños gestos, quizás seguía aferrada a un pasado donde a ambos les fue mejor. Me saca de mis pensamientos cuando de nuevo da un paso hacía mi, retrocedo.
—¡Ey!, que crees que haces—, dije con un tono tan agudo, era increíble que tratara de hacerlo, tiene novia, se acerca de nuevo y le doy un manotazo. —¡Déjame!
El sonríe y muerde su labio.—Besarte, ¿No es obvio?.
Su aliento y el mío chocan, y siento cómo unos centímetros nos separan para estar a punto de besarnos. Olía a alcohol, estaba ebrio y yo demasiado cansada. Sabía que era demasiado difícil hacer que el entendiera lo que quiera decir, o si quiera que entendiera que no quería que él le hiciera eso a ella. Hannah era mucho para él.
— Eso, no pasará—,, dije frunciendo las cejas y dando un paso hacia atrás aventándolo—, Le diré a Hannah.
El hace un puchero.—An...
— Tengo que irme.
— ¿Tienes?
— Tienes novia Alex, no seas imbécil—, farfulle.— Sigues siendo un patán con ella y no se como aun te soporta.
— Terminamos.
— Igual, le contare.
— ¿Son amigas de nuevo?—, indaga y yo frunzo las cejas.
Hannah y yo amigas. Supongo que nunca ceso esa amistad, quizá... Podríamos estar ahí, sin importar qué, sin importar cómo, ella siempre sería importante para mí.
—Siempre.
No lo eramos, pero no dejaría que la tratará así de nuevo.
No dejaría jamás que le hicieran eso a una mujer.
***
Apenas llego a la escuela me encuentro a una Lola que me miraba con una sonrisa burlona, me había desvelado tanto por avanzar el trabajo que mis ojos se habían quedado con unas ojeras tamaño familiar, traía un termo con café en mi mano derecha y en la izquierda mi celular.
Sentía que mi cabello por mi rostro, el viento al venir caminando había hecho que se pusiera en mi rostro de esta forma, sin embargo no tenía ninguna mano libre para quitármelo, siento como Lola me lo quita aun con la misma sonrisa que me había dado.
— Tan preciosa.—, le sonreí y ella Sólo rodó un poco los ojos con un poco de ego.—Gracias.
Ella asiente y me toma el café para que me acomode las cosas, apenas lo hago me lo regresa y busca entre su mochila. —No cenaste, ¿Cierto?
Solté una risa y le mire ladeando el rostro. —¿Tan evidente?
Ella hace una leve mueca y asiente, busca entre su mochila y saca unas galletas en un topper.
—Tengo varias... Acompáñalas con tu café.
Le sonreí y agradecí, estaba por irme a clase junto con ella, cuando se detiene y mira hacia la entrada, donde se encontraba un chico.
— Ahm... Dylan te a estado buscando todo el día, parece que es importante—, murmura y prosigue caminando, de una forma un poco extraña.
— Con el nada es importante—, dije sin pensar después analice mis palabras—, Solo, olvídalo.
— ¿Que tal va tu ensayo?—, con su pregunta mis cejas se fruncen—, ¿Tan mal?
Le di la razón, estaba por caminar con ella, para sentir cómo tomaban mi brazo, fruncí las cejas levemente, para hacerme a un lado.
—Anda, An, ¿Podemos hablar?—, me dijo Dylan, Lola me miró con una mueca, pero se termino por despedir—, Es importante.
— Que necesitas.
— Quiero que hablemos de todo, si quieres no volvemos a ser amigos pero si quiero que me perdones... Creo que el como piensas que soy es horrible, pero no soy como crees. Nada es como crees—, me dijo con una mueca—. La vida ha pasado demasiado rápido para todos nosotros.
—Supongo—, Dije mirando hacía arriba.
No podía odiarlo eternamente, eso lo sabía. No justificaba sus acciones, pero supongo que merecíamos un buen final, al fin de cuentas, ambos alguna vez fuimos amigos, ¿No es así?
Quería cerrar de una vez por todas este desastre.
Dejar de estar en un triangulo demasiado impactante en el sentir de los tres.
Tenía que parar.
—Bien. Está bien—, Dije guardando lo que me habría dado Lola junto con mi celular—, Habla.
Me recargué en la pared, para mirar hacía sus ojos, aquella persona siempre habría sido demasiado encantadora, con aquel cabello castaño, claro, sus ojos convincentes, y aquellos labios, de los cuales siempre podían desprender las mentiras.
—Sabes... Siempre creí que podríamos estar juntos, me gustaste desde niños y aunque parecía ser un amor de niños, era real, lo era para mí—, Alargo sin mirarme, fruncí las cejas—. Esperaba poder ser algo cómo Cory y Topanga algún día, todos deberíamos tener una historia así, ¿No?
—Dylan...
—La cosa es, que las cosas escalaron. Jamás he sentido nada por Hannah—, Admitió, fruncí las cejas—. Es decir, es linda, pero no es mi tipo. La quiero, pero jamás ha sido un interés romántico para mí.
Aquellas palabras me parecieron demasiado duras, le miré con dudas.
—Dylan, no.
—La cosa es...—, Siguió—. Que mis padres se enteraron que a ella le gustaba yo, estaban en una mala racha, así que pensó que para poder mantener su empleo y conseguir un poco más, que yo fuera pareja de Hannah. Así fue.
—Dios... ¿Te das cuenta de lo cruel que te escuchas?—, mencioné jugando con la manga de mi suéter—. Eso es...
—Jamás quise lastimar a ninguna de ustedes, pero...
—Te perdonó, pero no somos amigos, no somos nada—, Admití.
—¿Podrías darme la oportunidad?
El darle una oportunidad sería cómo introducirme en un campo minado, sin saber, cuando el dolor sería protagonista de esta historia.
—Necesito pensarlo.
Salí de ahí antes de obtener alguna respuesta, sus palabras podían sonar sinceras, cómo su discurso, y llenaba de pena el saber que sus padres podrían haber organizado su vida, pero eso no cambiaba absolutamente nada. Decidí saltarme la clase, para caminar a un aula vacía y sacar mi libreta de dibujo, quería paz. Estuve un rato dibujando hasta que escuché el sonido de la puerta abrirse.
—Estuve buscándote—, mencionó Alex cerrando la puerta detrás de él—, ¿Qué haces aquí sola?
—Dibujar... No lo sé, estoy estresada.
—Pecas... Es solo una calificación—, me consoló.
Pero no era solo eso. Sentía que le estaba fallando a Hannah, a mamá, sentía que estaba fallando a mí misma, necesitaba espacio, tiempo, necesitaba pensar.
—Lo que sea que te este lastimando, te prometo que lo vamos a solucionar, ¿Sí?
HANNAH
Tenía el corazón pequeñito. Con cada una de las humillaciones que habría sufrido por parte de Dylan, con todo en general, cada cosa se sentía cómo un peso en mis hombros. Esto era difícil, y yo era una tonta que se habría dejado pisotear, y él un patán.
Cuando escuché la conversación de Andrea con Dylan, mi corazón se terminó por quebrar, así que me vine a refugiar en la biblioteca, con pena, con dolor dentro de mi cuerpo. No quería que el me viera llena de dolor, y la biblioteca siempre se encontraba en silencio, así que... Llegué aquí.
Y mientras leía intentando callar mi mente, una lágrima, tras otra, salían traicioneras de mis ojos haciendo que me sintiera aún más patética que el segundo anterior. Me molestaba demasiado que para él, sólo existía en sus días difíciles, pero cuándo no lo eran, yo no existía. Limpié las lágrimas que salieron de mis ojos. Me dolía la puta vida.
Andrea siempre me decía que él no me convenía, que era un patán. Que debía de alejarme de él, porque lo único que hacía era romperme el corazón, cuando ella se separó de nosotros dos, noté cómo fue, que era más feliz, yo... Defendí lo indefendible.
Una parte de mi creería que podía merecer a una persona como Dylan, siempre lo pensé, que el era demasiado y que yo era muy poco para mí, me tenía con un valor nulo y el con un valor elevado al 1000.
—Joder... Estás, ¿Llorando?—, con el sonido de su voz, mi piel se erizó, alcé un poco el libro tapando mi rostro para que no me viera llorar. Estaba avergonzada—. ¿Hannah?
Últimamente las personas miraban más de cerca mi debilidad y eso me molestaba. Me gustaba el poder llegar a tener el control de mis emociones, poder ser feliz. Quería ser feliz.
Ser una persona fuerte.Sin embargo yo ya no tenía ese control, estaba hecha un asco emocionalmente.
—¿Hannah?
—No. Estoy estudiando—, Mi voz salió entrecortada, fruncí las cejas. Mierda. Aclaré mi garganta respirando un poco más, intentando calmarme—. Así que...
No quería que me viera a los ojos, no quería que viera que la vida se me estaba cayendo cachito a cachito, me aferré al libro, pero supongo que no fue lo suficiente, porque me lo quitó de un segundo a otro, y ahí estaba él. Sus ojos me miraron con dudas, aparté la mirada.
—Es curioso, desde niños hasta hoy te mostraste cómo si fueras perfecta—, comenzó, presionando aquel libro, miré sus dedos, con aquellos tatuajes—, ¿Qué sucedió? ¿La niña perfecta se fue?
Curiosamente el siempre me llamo así, como si fuera una especie de Regina George o algo parecido, suspiro con pesadez ante sus palabras puesto que no estaba para sus bromas. Quería pedirle que se callara, pero el no tenía la culpa de que yo estuviera pasando un mal día, sin embargo tampoco yo estaba dispuesta a escuchar sus bromas que en este momento seguramente me herían de una forma que jamás había pasado.
— Realmente... Gabriel... no estoy para tus chistes ni nada parecido—, admití intentado quitarle mi libro pero no es tan sencillo, lo pone detrás de el y es cuando me doy por vencida en quitárselo, me da una pequeña mirada entre tristeza y compasión, sonríe de lado, suspiro—, Sólo quiero leer.
—¿Chistes? No estoy jugando, Hannah—, Dejó el libro frente a mí—, Me preguntó, Siempre sonríes a pesar de que no eres feliz, ¿Te gusta aparentar?
Me gustaba no dar lástima. O eso solía decir mamá.
"—A las personas créeme que no les interesa si te sientes mal, para eso me cuentas a mi, no quiero que vean que eres de ese tipo de personas. Que quieren dar lastima—"
— No me gusta dar lastima—, murmure, el me sonrió, parecía la única sonrisa sincera que había recibido en bastante tiempo, era cálida—, Así que...
—Lastima—, repitió asintiendo, más para él—. Bien, Hannah, haremos algo—, Dice en tono bajo, acercándose un poco a mí, ahí sus ojos llamaron mi atención, en su pupila había un corazón, lindo. Alcé una ceja—, Así terminas con este teatro.
—Ya—, Asentí, levantándome, guardando mis cosas en la mochila—. No, gracias.
Sus cejas se fruncieron un poco, para verme con confusión, rodé los ojos relamiendo mis labios segundos después.
—Mira, te agradezco. Pero estoy cansada de todo esto, no. No soy perfecta, ni me gusta parecer perfecta—, le recriminé—. Pero Gabriel, no me conoces, no te conozco.
—Por dios, Hannah.
—Lo que sé, es que cada que te tengo cerca usas algo para burlarte de mí—, le dije con cólera—. Y estoy cansada de que cada una de las personas que se encuentran cerca de mí, se burlen.
—Así que te sabes defender—, mencionó con desdén, levantándose también—. Si tienes las agallas y el puto valor, ¿Por qué has dejado que Dylan te pase encima tantas veces?
Ahí, las ganas de llorar se introdujeron en mi cuerpo de nuevo, le miré entre las lágrimas, para alzar una de mis cejas, para decir que venía en son de paz, no lo creía.
—Ya... ¿Es todo lo que tenías que decirme?—, mencioné con enojo, dando un paso hacía él—. Porque, de verdad que no estoy para tus malditos chistes.
Él asintió, podía ver aquellos chinos que salían por debajo de aquel gorro n***o, suspiré mirando hacía el techo, estaba siendo borde con las personas equivocadas, supongo que era cierto... Había ocasiones que los vasos se llenaban de manera irreal, a tal punto que con el paso del tiempo, sólo necesitas una sola gota para que todo se desborde, no podría hacer nada después de ello.
Quizá es cierto, que a veces... Solemos cargar con el dolor que no nos pertenece, y no solemos hablar de ello, sólo dejamos que con el paso del tiempo este comience a consumirnos de la manera más veloz posible, sin meter las manos, sin esperar que el dolor no nos lleve directo al vacío, sabía... Sabía que un día la vida se me detendría, cuando el dolor fuera demasiado que poder llevar, pero supongo...
Que a pesar de que sabía que las alarmas rojas, estaban iluminando mi rostro de la manera más irreal posible, no me detuve, aún cuándo sabía que con seguir acelerando, me terminaría por estrellar.
Quizá esa tarde, fue el inicio del caos.
—No son chistes, Hannah—, mencionó terminando nuestra lejanía—, Es humanidad es sólo que... A veces no entiendo, cómo si puedes ser aquella chica perfecta que todos dicen, ¿Tú no lo ves?
—Gabriel...
—¿Crees que no todo mundo se da cuenta que estás jodida?—, siguió, con cada palabra, se sentía cómo un puñal—. ¿Qué estás a punto de perderte?
—¿Crees que no lo sé?—, le dije en un hilo de voz—, Ya lo sé...
Quizá, con su mirada llena de lastima, noté, que no era una burla de su parte, en realidad era humanidad, ¿Qué tan bajo habría caído? Para que aquella persona que me miraba con desdén, fuera la primera en querer brindarme ayuda. Supongo que eso dolía más.
—Deberías pensarlo, que esto de verdad terminé—, mencionó tomando su mochila, para verme con cólera—. Porque un día será demasiado tarde para que puedas salir de lo más profundo del océano, y nadie, de verdad, nadie irá a salvarte. No si no quieres si quiera salvarte tu misma.
Apenas dijo eso, camino pasando por mi lado, mis ojos se inundaron en lágrimas... Por mucho que estuviera enojada, sabía que él tenía razón, sabía que esto estaba saliendo de mis manos.
Quizá todo esto ni siquiera estuvo en mis manos en primer lugar.