Mis ojos se quedaron observando a la puerta, ardiendo, allí estaba ella portando un hermoso vestido color lila, cuando nuestras miradas se cruzaron sus labios dibujaron una sonrisa burlona. —Jade, que gusto me da de verte—Sonrió acercándome a darme un abrazo que en ese momento por educación me negué a desechar, detrás suya estaba Alí, observando con discreción todo el lugar. —Lo mismo digo—Musite entre dientes solo para no parecer descortés— ¿Mi padre? —Pregunte alejándome por completo de ella. —Sabes que siempre tiene trabajo llegara mañana por la tarde, tiene unos negocios importantes que sellar con los turcos—Alí como siempre tenía ese tono frio y controlador en la voz, así como un deje de desprecio que siempre utilizaba cuando se refería a mi padre, ninguno de los dos tenía la culpa

