Solucionar los problemas en la tierra no era una tarea sencilla, menos cuando era sin violencia, opresión o imposición; los cinco grandes magos siempre habían intentado solucionar aquel desastre con amabilidad, bondad, respecto y comprensión, debido a eso frente a los ojos de los arcángeles, humanos y cazadores, los iluminados eran una r**a débil. Pero había sido un error desafiarlos, pues el poder estaba de su lado y no dudaron en mantener a raya a todas las creaturas rebeldes. Así, después de cien años lograron un cambio considerable, no obstante, el mundo estaba muy alejado de la paz o el bienestar de sus habitantes.
A el sistema le faltaba mucho para poder llegar a ser lo que ellos esperaban y el mundo perfecto que ellos añoraban estaba cada vez más lejos. Después de trecientos años los iluminados se dieron cuenta que a pesar de sus esfuerzos los ordinarios eran un constante problema, porque eran agresivos, discriminativos, insolentes, conflictivos y la mayor parte del tiempo se la pasaban ideando la manera de conquistar, ser los lideres, dominar o ser los dueños de otros seres vivos. Aquello era una señal de alerta para los iluminados pues los ordinarios estaban empecinados en el dominio de todo lo que fuera sobrenatural incluyéndolos a ellos.
A pesar de esto, los cinco grandes magos decidieron darles una oportunidad, pues no eran los únicos que se oponían a la paz, también los arcángeles, quienes no eran precisamente seres llenos de comprensión, amabilidad y caridad al contrario estaban llenos de carencias que llenaban con dolor y sufrimiento al impartir miedo.
Los diez mandamientos y los demás ángeles habían sido desterrados por los iluminados en resultado de su oposición a obedecer las reglas para una buena convivencia, ahora se ubicaban en un lugar hecho especialmente para ellos, un lugar que cumplía con sus necesidades con el fin de que no quisieran regresar a la tierra. Sin embargo, los arcángeles no estaban de acuerdo ni en quedarse en aquel paraíso, ni en seguir las reglas o normas impuestas. Los querubines esperaban desde los cielos la oportunidad para tomar desprevenidos a las brujas y brujos con el fin de derrotarlos y curar su orgullo herido al haber perdido una guerra que ni siquiera tuvo lugar.
— ¿Cuánto más tendremos que esperar? — pregunto Daniela con semblante enojado. No obstante, Miguel no se inmuto ante su tono irritado y tampoco se molestó en observarla, es más su mirada la mantuvo fija en las cuatro herederas, a quienes vigilaba constantemente desde el día de su nacimiento.
— No podemos atacar hasta que estén las cinco descendientes de esas perras ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? — pregunto con irritación —. Quiero ver el rostro de dolor de cada uno de ellos al verse perdidos sin su linaje y sin su poder.
— ¿Hasta cuando? — contesto con fastidio Daniela —. Se rumorea que Filiberto es incapaz de procrear, si es así estamos condenados — recrimino. Miguel la observo por unos instantes esperando que su hermana estuviese bromeando y se retractara de lo que acababa de decir.
Daniela se sentó en una silla y lo miro fijamente, aguardando a que su hermano recapacitara y se decidiera a dar el golpe de estado el cual, habían estado esperando tanto tiempo para recuperar lo que les pertenecía por derecho.
— No lo dices enserio — acuso Miguel y ella lo miro molesta.
— Uriel, Gabriela y Rafaela han estado al pendiente del estado de Sol, la maldita esposa de Filiberto no queda embarazada a pesar de que ellos no solo han decidido tener un hijo, sino que ha sido un acuerdo entre los cinco grandes. ¿Por qué? eso quisiera saber, es interesante que Filiberto se vea tan afligido al no poder tener un hijo y no solo él, todo el mundo mágico lo espera.
— ¿Qué insinúas Daniela?
— No es obvio, se está terminando su vida, ellos no tienen el don de la vida eterna nadie lo tiene, pero nosotros hemos sido lo suficientemente inteligentes como para burlar la muerte gracias a nuestro querido Adonaí
— Que ciego y estúpido fui, ahora entiendo todo. — Daniela sonrió con astucia y Miguel la miro divertido al darse cuenta que lo que suponían era verdad, los cinco grandes morirían pronto —. Si logramos terminar con esas pequeñas brujas, no solo no habrá descendientes capaces de detenernos en un futuro, sino que por fin podremos desasearnos de esa escoria de una vez por todas. — sus ojos brillaron con entusiasmo y sus labios sostuvieron una sonrisa llena de felicidad que hace mucho tiempo no se veía.
— Convoca a nuestros hermanos mañana iremos a terminar con las princesas herederas al trono y mataremos a Filiberto. — ordeno Miguel y Daniela salió satisfecha con una sonrisa boba en el rostro pues por fin podrían volver a pisar la tierra y nadie se los impediría.
Los ángeles bajaron a la tierra, fueron divididos y dirigidos por Miguel en grupos hacia las cinco aldeas con el fin de mantener la suficiente distracción como para realizar sus cometidos. Los arcángeles se dirigieron con precisión, agilidad y grandeza a sus diferentes objetivos. Miguel, Ángel, Uriel y Gabriela fueron por la cabeza de Filiberto; Adam ataco todo lo que encontró a su paso con su poderosa Valkyria mando bolas de fuego, rayos, maremotos y tornados; Layla, Daniela, Enzo, Azrael y Rafaela fueron directo por las herederas, pero gracias a la imprudencia de Adam quien mando una gran bola de fuego hacia las pequeñas brujas ahora estaban perdidas y dispersas por el gran bosque.
Los arcángeles se vieron interrogantes ante el fenómeno milagroso que habían presenciado pues las herederas parecían haberse salvado del ataque de su hermano muy convenientemente. Era evidente que la magia estaba involucrada y odiaban que los iluminados tuvieran el poder para burlar la muerte, pero este hecho no les impediría acabar con todos ellos.
— Perfecto, recuérdame darle las gracias a ese imbécil de Adam. Ahora tenemos que buscar a esas brujas y acabarlas una por una. — se quejó con disgusto Layla.
— Oh, vamos Layla será divertido, si hubiéramos llegado y terminado con su existencia en un abrir y cerrar de ojos hubiera sido tan aburrido. En cambio, así podemos jugar un poco al león y al ratón — dijo Daniela con entusiasmo.
Los arcángeles se dividieron para encontrar a las pequeñas brujas y terminar con su objetivo de una vez por todas antes de que Filiberto, Baltazar, Ezrael, Abraham y Alfredo pudieran detenerlos.
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Maribel esposa de Ezrael había sido bendecida con el poder de la precognición un poder que los dioses habían transmitido a su r**a inconscientemente, junto con otros más que hasta ahora eran desconocidos, lo que interesa en este momento es que la joven era la que tenía más desarrollada esa habilidad pues las visiones de Miriam y Nancy eran vagas y encarecidas de información certera. Maribel sabía que los arcángeles vendrían a la tierra y no precisamente para una visita agradable, más bien estarían ahí para tomar a la fuerza lo que creían suyo. Miriam supo entonces que sus hijas estaban en peligro, en su visión eran asesinadas por una enorme bola de fuego, las cinco esposas de los grandes magos se unieron para hacer un hechizo de protección sobre sus herederas. No obstante, aquella advertencia llegaba demasiado tarde pues los ángeles ya estaban ahí y, a pesar de que Filiberto ya había advertido y puesto en guardia a todos los vampiros y hombres lobo la guerra no pudo evitarse. Baltasar y Abraham se vieron abrumados y la desesperación no pudo evitarse al contemplar un futuro sin herederas que se quedaran a cargo del equilibrio del mundo que tanto les estaba costando alcanzar.
Filiberto mantuvo la mente fría, ordeno traer a Drácula y a sus hijos, quienes eran hábiles para desenvolverse muy bien en temas de peleas, guerras y destrucción.
— Bienvenidos mis queridos vampiros. No los hubiera mandado a traer si no supiera que la vida de las futuras herederas está en peligro, y, no puedo confiar sus vidas a alguien que no sean ustedes. — hablo Filiberto cortésmente recibiendo a los presentes en su reino —. Visto que el señor Drácula siempre ha sido un excelente guerrero preparado para las batallas más temibles y sobreviviente de las más atroces he pensado que es el más indicado para esta misión. Además, cada uno de sus hijos llevan la valentía en la sangre, han sobrevivido a cosas inimaginables y sus habilidades físicas son innatas. Por lo que, quiero hacerles la encomienda de salvar a las princesas y traerlas de vuelta a casa. Señora Alucard sé que es egoísta de mi parte pedirle que los exponga de esta manera, pero…
— Lo es señor Filiberto, — interrumpió Elizabeth con gesto molesto —, sabe que mi familia y yo misma siempre estaremos agradecidos por lo que hizo, y sigue haciendo por el bien de todos nosotros. Sin embargo, no creo justo que quiera exponer a mis hijos a esta guerra por salvar a sus hijas.
— No están salvando a nuestras hijas señora Alucard — hablo Ezrael con severidad —, están salvando el futuro de nuestro mundo, sin ellas el equilibrio, todo lo que hemos logrado se vendrá abajo y volverá hacer todo igual a como era antes de nuestra llegada ¿quiere eso?
— Prefiero ver como nuestro sueño de una vida placentera se cae a pedazos al ver a uno de mis hijos muerto.
— Mamá creo que tenemos derecho a decidir, — intervino Desmond con timidez —, y yo decido pelear al igual que mi padre por un futuro mejor. En lugar de quedarme para siempre encerrado en esa enorme prisión que llamas hogar, la que has construido con el afán de tenernos encerrados para que no nos pase nada.
— No puedo creerlo de ti Desmond, no tienes la más mínima idea de lo que es enfrentarte a la muerte…
— ¿Qué no tengo idea de lo que es enfrentar la muerte? Por dios mamá estuve a punto de morir hace trecientos años, los mismos años que he tenido que soportar al verme encerrado por tu miedo a la vida. No pienso seguir viviendo a tu manera, prefiero morir de una vez.
— ¿Cómo puedes decir eso? Después de todo lo que he hecho yo y tu padre… — Desmond desvió la mirada ante los ojos furiosos de su madre. Elizabeth miro con decisión a sus otros dos hijos — ¿Aleister y Draven piensan igual que su hermano?
Ambos desviaron la mirada al ser objeto de la atención de la vampira a causa de su hermano menor. Aleister la miro con firmeza y hablo con el fin de expresar su sentir, pues no se quedaría callado ante la situación que podía cambiar su futuro drásticamente.
— Creo que es tiempo de que nos dejes tomar nuestras propias decisiones. — dijo sin miedo y seguro de que asumiría las consecuencias de sus decisiones a partir de este momento.
— Déjanos vivir mamá, por primera vez. Por favor — suplico Draven quien no pudo mirarla más que cinco segundos. Elizabeth quito su mirada de sus hijos y observo con indignación a su esposo.
— Silver, no pienses ni por un segundo en traérmelos cuando estén muertos. Volveré al castillo, el único lugar seguro en todo este maldito mundo.
— Mamá — intento llamar Aleister con intenciones de que su madre entendiera que ellos hacían esto no para molestarla, sino por su futuro, uno en el cual pudieran comenzar a vivir.
Elizabeth ignoro los llamados de sus hijos y se fue con lágrimas en el rostro pues sabía que sus hijos tenían razón, todo este tiempo los había querido resguardar y cuidar como a un par de muñecos, tenía tanto miedo de que se fueran de su lado que los había vuelto prisioneros sin darse cuenta y Drácula no había tenido la cara para impedir aquello pues había sido un pésimo padre y lo único que le quedo fue ser por primera vez dentro de aquel castillo custodiado por vampiros y lobos un padre de verdad para los tres niños.
— Esta vez será imposible que mueran, se los aseguro. — hablo Filiberto con certeza mientras unos brujos traían hacia él unas largas cajas que poseían unas hermosas espadas —. Esto era un regalo de cumpleaños, pero debido a las circunstancias se las daremos el día de hoy.
— Su padre hace mucho tiempo nos dijo que quería que cada uno tuviera una espada igual que la suya, así que fundimos la Bloody y forjamos tres nuevas espadas para cada uno. — hablo Ezrael orgulloso de su trabajo.
— Aleister te hago la entrega de la Bloody Rose. — dijo Filiberto otorgándole la poderosa espada al vampiro. La espada se veía imponente en las manos de Aleister pues su apariencia física era de un niño de doce años.
— Draven a ti te hago la entrega de la Bloody Mary — dijo Ezrael viendo al pequeño chico sostener la espada igual que su hermano él era físicamente un niño de nueve años.
— Desmond a ti te hago la entrega de la Bloody Valentine. — Filiberto le entrego la espada al más pequeño de los hermanos Alucard, este apenas parecía poder sostenerla debido a que solo era un niño de siete años físicamente. Sin embargo, los tres podían sostener a la perfección las espadas junto con sus vainas —, Cada una de estas espadas tiene el poder de repeler el ataque de cualquier arcángel, pero deben usarla con precisión pues deben atacar cuando ellos atacan, así su hechizo se les regresara a ellos y no lograran hacerles daño. Confió en que mis cuatro guerreros pueden salvar a las herederas.
— Cuente con nosotros señor. — respondieron al unisón.
Los cuatro vampiros se fueron directo al bosque a buscar a las pequeñas cuatro brujas y salvarlas de un destino trágico.