3. Cliché

1800 Words
—¡No mientas! —chilló la castaña mientras se llevaba una mano a la cara, el grito que emitió fue tan fuerte que la mayoría de los estudiantes voltearon a verlas. —Uh, es decir, ya me has hecho es broma varias veces, es cruel. —No es mentira, en serio dijo que le gustabas. — dijo Fernanda mientras le enseñaba una captura de pantalla con una de las preguntas de **. —Le gustas a tu crush. Mónica vio de nuevo el celular, no se lo podía creer. El chico más lindo de la facultad de arquitectura se había fijado en ella, o eso era lo que respondía en **. Oye, ¿te gusta Mónica Méndez? La he visto, no soy ciego, es preciosa. La castaña estaba que saltaba de la emoción, desde el primer día que cruzaron miradas le gustó, él era un chico carismático y muy gracioso. Su cabello n***o desordenado, piel trigueña, ojos cafés y esos hoyuelos. ¡Le encantaba! Su corazón se aceleró cuando lo vio abrirse paso entre la multitud para venir hacia la mesa en la cual Fernanda y otras amigas estaban emocionadas por Mónica. —Ahí viene, ahí viene. — susurró una morena de ojos verdes. Mónica estaba temblando. El pelinegro llegó a su mesa y le sonrió. —Hola, Mónica. — habló, la castaña levantó la vista y le sonrió. —H-hola, Adrián, ¿Cómo estás? —disimuladamente le dio una patada a Fernanda quien se reía por la timidez de su amiga. —Todo bien, supongo que ya viste lo de **—le dio una mirada de reojo a Fernanda quien se hacia la que charlaba con la morena. — ¿Verdad? —B-bueno sí, pero... —Era verdad. — La cortó. —Te he visto mucho y de verdad me gustas, eres muy bonita. Entonces me preguntaba, ¿quieres ir hoy al cine conmigo? Ya sabes, para conocernos y si se da, ser algo más. —S-sí, me gustaría. —¿A qué hora terminan tus clases? —dijo y le acarició la mejilla, la castaña se sonrojó. —A las tres y media. —Bien, te espero afuera de tu clase, hasta más tarde. — le dio un beso cerca de los labios y se fue. Mónica y sus amigas evitaron chillar, Fernanda vio al pelinegro chocar los cinco con su grupo de amigos. Pero conocía a su mejor amigo, él no sería capaz de dañar a su mejor amiga y si lo hacía, ella misma le cortaría las bolas.   —Faltan cinco minutos. — murmuró Catrina, una de sus amigas que estuvo en la mesa con ellas. — No estés nerviosa, es solo un chico. —intentó calmarla. —Lo sé, es solo que. j***r no me cabe la emoción en el pecho. —comentó en voz baja mientras resolvía los ejercicios. —Eso se nota, señorita Méndez. — dijo la maestra mientras se acercaba a sus pupitres. — Ahora si es tan amable de terminar los ejercicios o tal vez deba... —No, es decir, lo siento. No volverá a pasar. — se disculpó. La maestra volvió a hablar. —No se desconcentre de sus estudios, Méndez, no creo que quiera darse un bajón cuando ya casi acaba la carrera. —No, claro que no. —la maestra asintió y se fue. Las dos amigas se miraron para luego sonreír, la clase acabó y Mónica fue una de las últimas en salir. Afuera de su aula, como la había prometido, estaba Adrián. —¡Llegamos! —anunció Raúl a los chicos que estaban dormidos en la camioneta. — ¡Arriba, muchachos! —Ay, Raúl. — se quejó Jay. Elián ya estaba bajando del auto junto a su madre. Los demás chicos lo imitaron, recogieron las maletas y entraron al hotel. Mientras Raúl los registraba los muchachos miraban la ciudad con curiosidad, Chris con anhelo, hace tanto tiempo que no volvía a su país. —Bien, cuatro habitaciones, se las reparten y tú— miró a Chris— No olvídalo, lo haré yo mismo. —¿Hacer qué? —cuestionó el ecuatoriano mientras los demás hacían piedra papel o tijera para ver quien tiene cuarto solo. —Llamaré a tu novia, es tiempo que se conozcan. Tenemos poco tiempo para armar la coartada y que hagas un live haciéndolo oficial. Ella salía cerca de las cuatro de clases, le diré que venga. Tú solo apégate al plan. —Bueno, como digas. —murmuró Christopher mientras veía a su mánager decirle a uno de los chicos del hotel que suban las maletas. —¡Chris duermes conmigo! —chilló Rubén. Adrián era muy gracioso, fueron al cine en sus respectivos autos y hablaban por teléfono como quien se conocían más. En la sala de cine, mientras esperaban que empezara la película el pelinegro le comentó que llevaba más de un año que había terminado con su novia y que era tiempo de un nuevo comienzo. —Me gustan tus ojos. — soltó el pelinegro mientras usaba el viejo truco de bostezar para colocar su brazo sobre los hombros de su acompañante. Mónica le dio una sonrisa nerviosa. —Gracias. —En verdad, son de un color precioso. —se acercó peligrosamente, miró sus labios y cuando los rozó, el celular de Mónica empezó a sonar. La castaña dio un respingo y salió de la sala un momento para no incomodar a los demás. Adrián suspiró. —H-hola. —dijo casi sin aliento. —¡Mónica! —era Raúl. Se dio un golpe mental por haber olvidado que hoy venían los chicos. El mexicano le explicó que sería conveniente que llegase al hotel lo antes posible para empezar con toda esta farsa. —¿Ahora? —preguntó y Adrián salió a buscarla. Ella le hizo una señal para que espere. —Sí, entre más pronto se conozcan, charlen y armemos esta vaina más rápido será lidiar con los medios. —Bien, voy ahorita mismo para allá. Oye, pero solo entro o como debo hacer. —Te estaré esperando, me llamas cuando estés cerca. —Adiós. —¿Debes irte? —preguntó Adrián, la castaña asintió. —Sí, no me acordé que hoy debía ver a alguien. —¿Tu novio? —cuestionó. La castaña dedujo que no tenía caso ocultarlo ante su crush, él se enteraría de todos modos. —Sí. Lo siento. Me voy. —Pudiste decirme al menos que estabas enamorada de alguien más. —Yo solo quería ser tu amiga. — mintió, estaba perdiendo a su crush por Chris. —Entiendo, adiós. —el pelinegro no le dio ni una mirada.   —Todo lo malo me pasa a mí. —se venía quejando la castaña mientras conducía. Le había enviado un mensaje a Raúl, aparcó el auto en la parte de atrás del hotel y salió lo antes de que las fans pudieran verla o algo por el estilo. Miró el lugar y se dio una vuelta entera viendo todo. Hasta que se chocó con alguien. —Lo siento. — volteó y se encontró con Raúl, este le sonrió. — Raúl, hola. —musitó. —Hola, por aquí. — le dio la mano y caminó con la atónita muchacha hacia la habitación de Chris. —Viene conmigo. — le dijo a un guardia antes de que sujetara a la muchacha. Subieron en el ascensor y Raúl le explicaba más o menos como había armado ya un plan para que puedan explicar cómo se enamoraron y poder satisfacer las dudas de las Moonies. También le dijo que será difícil los primeros meses, pues tendrá varias críticas por todo. Le pidió ser paciente y mantenerse tolerante. —Entra al cuarto, yo traigo los papeles. — le indicó. El manager abrió la puerta y la castaña entró tímida, esperaba no encontrarse a los chicos cambiándose o algo así. —¿Hola? —cerró la puerta despacio y en menos de tres segundos vio como cuatro de cinco chicos la miraban curiosos. Sintió como su cuerpo temblaba de la emoción, eran Moonlight, sin duda los sueños y el centenar de historias que leyó no la había preparado para cuando el momento de estar con ellos se presentase. Los chicos le sonrieron y se acercaron a ella, el primero fue uno de los boricuas, Rubén, quien dándole una bonita sonrisa la abrazó. —Tú debes ser Mónica, ¿verdad? —la chica asintió, aun se mantenía en shock. Los siguientes fueron Jay, Zack y Elián. —¿Mónica? —la llamó Jay— ¿Estás bien? — la muchacha estaba muy sorprendida, con el corazón latiendo a mil por hora. —S-sí, es solo que... ¡Dios mío! —chilló, los muchachos rieron. — No sé cómo reaccionar, es decir, están a solo unos centímetros de mí, y siento que es sueño. Zack río y el mexicano, Jay, la abrazó. —Oigan, ¿vieron el cargador de mi celular? —murmuró el ecuatoriano que recién se despertaba de la siesta. — ¿Qué pasa? —Tu novia llegó. — dijo Rubén y dejó ver a la castaña aferrada a Jay, él le decía algo y ella lo miraba con adoración. —¿Mónica? —habló, la castaña lo miró y se despegó de Jay—Hey, hola bonita. — La estrechó entre sus brazos, la castaña podía oír su corazón latir en sus oídos, el castaño le soltó y le dio una sonrisa. — Gracias por venir. —De nada. — murmuró. —Sigo sin creerlo, parece que estoy en un sueño. —Es la realidad. — Dijo Zack mientras encendía la televisión. —Ven, será mejor que nos conozcamos todos para que esto funcione, aunque ya me caes bien, Moni. —Gracias. — comentó y siendo guiada por el castaño fue hasta uno de los tantos sofás. —Bien, háblanos de ti. — empezó Christopher. —Espera, mejor cada uno te pregunta algo y tú respondes. —Bien, dale. —Yo empiezo. — Dijo Elián. —Nombre completo. —Mónica Méndez. —Edad. —siguió Rubén. —Veintiuno. —¿Qué estudias? — dijo Jay. —Diseño textil. —¿Qué estabas haciendo antes de venir? —quiso saber Zack. —Uh..., estaba en una cita con mi crush. — los chicos abrieron la boca asombrados. —Cuenta más. — incitó el cubano, Elián. —Bueno, fuimos al cine y casi me besa. — comentó emocionada. Christopher carraspeó. —En verdad me olvidé que había aceptado ayudarte. — lo miró— Lo siento. —No importa. — comentó él y le sonrió. — ¿Qué estaba haciendo él? —indagó. —Pues colocó su brazo sobre mis hombros... —Típico. —dijo Rubén. —Luego dijo que mis ojos eran lindos... —Cliché. —afirmó Zack. —Y luego, me miró fijamente y se fue acercando a mí... —Es raro. —empezó Christopher, la castaña lo miró mal. — Verás. — imitó todas las acciones que la castaña relató, Mónica se puso nerviosa. — Usualmente cuando estamos en una cita, los besos son al final o en un momento avanzado de la cita, no al inicio porque puede ser incómodo, regla de oro. —los chicos asintieron, hasta Jay, quien en las entrevistas afirmaba nunca haber estado en una relación. —¿Cuándo te pidió que salieran? —dijo Rubén. —Eh…, unas horas antes. —Mal, mal. —acordó Zack negando con la cabeza. — Algo no anda bien. —¿Por qué? —cuestionó Mónica. —Pues, si es una cita te hubiera avisado un día o dos antes, ya sabes cómo ustedes se arreglan tanto... — acotó Elián. —Es raro. —Ajá, mírame. —dijo Christopher, la castaña lo miró y en un rápido movimiento el castaño había dejado un beso en su mejilla. — ¿Ves? Debía ser el momento perfecto, tienes unos ojos preciosos. Mónica se sonrojó y escuchó la risa de su, ahora novio. —Son unos tarados. — se quejó. —Era para crear el ambiente. — rio Jay. —¡Chicos! —era Raúl. El castaño le sonrió una vez más y volvió a besarla en el mismo lugar. —Vaya, que rápido. —admitió el mánager. —Fue más fácil de lo que creí. Rompieron el hielo más pronto de lo que esperaba.
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