Capítulo 6

2000 Words
Sasha levantaba la vista a intervalos mientras comía. A veces se sentía muy incómoda con ese gran orco observando cada uno de sus movimientos. Así que, para romper la tensión que sentía, preguntó. —¿Los huargos viven mucho tiempo?— Gorthan dejó de masticar por un momento, tomó un trago del enorme recipiente de arcilla que tenía a su lado y respondió. —Gashnaka es joven, apenas tiene la edad suficiente para llevar a un jinete en batalla. La mayoría de los compañeros huargos viven aproximadamente la mitad de la vida de un orco. Por lo tanto, un guerrero podría esperar tener dos en su vida, pero a menudo ese vínculo con su primer compañero es el más preciado. — Sasha encontró todo este conocimiento sobre los huargos muy interesante. No recordaba haber leído nada al respecto en toda su carrera. Estaba fascinada. —¿Por qué no hay mujeres orcas aquí?— simplemente tuvo que preguntar. Gorthan sonrió. —La mayoría de nuestras mujeres son muy buenas luchadoras, todas nos entrenamos en combate desde jóvenes, es lo esperado. Es raro que un orco, a menos que tenga inclinaciones mágicas, no aprenda el arte del hacha. Hay algunas mujeres entre nosotros, pero no en este campamento, la mayoría se quedan en defensa de Roca Negra, para cuidar y enseñar a nuestros jóvenes. — Sasha asintió. Parecía una manera muy sensata de hacer las cosas. Las mujeres orcas sonaban a la vez feroces y fuertes. —¿Estás seguro de que no eres un espía? Haces muchas preguntas. — —Estoy muy segura —dijo Sasha—, y tampoco soy una princesa. Gorthan la miró de nuevo y frunció el ceño. A menudo hablaban hasta bien entrada la noche. La aspirante a cazadora aprendió todo lo que pudo sobre las costumbres y peculiaridades de los orcos. Todas las noches era lo mismo: se acurrucaba en su cálido pecho y se quedaban dormidos. Al principio no podía dormir porque estaba acostumbrada a dormir sola, pero ahora encontró seguridad en el gigante que la protegía. Sin embargo, esa noche en particular no pudo conciliar el sueño, e incluso en la oscuridad total sintió que Gorthan tampoco dormía. —Sabes —dijo ella retorciéndose entre sus brazos—, en realidad no soy tan frágil y delicada como crees. El orco no respondió, pero ella sabía que estaba escuchando, casi podía sentir sus orejas temblar. —Un día lo entenderás... ***** A la mañana siguiente, en el campamento reinaba una gran discordia. Sasha estaba con Taz'jani y el viejo Utaki, bajo el toldo de la tienda de cocina, cuando se acercó el jinete solitario. Cuando los orcos lo vieron, dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron a rodearlo en un grupo cerrado. Ella pudo ver que Gorthan también lo estaba mirando, pero no había hecho ningún movimiento para abandonar su lugar. - ¿Quién es ese? - preguntó Sasha sin aliento. El huargo que montaba era alto, posiblemente de más de dos metros de altura, y su pelaje brillaba con un tono de medianoche. De su silla colgaban cráneos y cueros cabelludos humanos, y el guerrero que lo montaba tenía una constitución impresionante. Su pelo era de un tono burdeos intenso, voluminoso y trenzado en muchas trenzas gruesas que le caían por la parte baja de la espalda. Tenía colmillos y huesos en las orejas y la nariz, y su musculoso pecho estaba cubierto de escarificaciones tribales. En la espalda llevaba un gran arco largo y un carcaj bien provisto de flechas con plumas de cuervo. —En tu idioma su nombre es Grimskull. —explicó Gorthan, —es un cazador de élite del clan Blackrock. Trabaja principalmente solo y nos trae la información que reúne. Supongo que tiene mucho que contarnos. Su huargo se llama Fellstrike, es el padre de los cachorros de Gashnaka, promete ser una buena camada. — Sasha podía decir que Gorthan deseaba ir a escuchar las noticias de Grimskull, pero detuvo su deseo, ya que no quería estar demasiado lejos de Sasha y su deber de protegerla a pedido de Gath'llzogg. Más tarde, esa misma tarde, Sasha se enteró de que el rey Wrynn había reunido finalmente un gran ejército en Lakeshire. Los orcos se sorprendieron por esta gran demostración de fuerza; era evidente, según el informe de Grimskull, que las fuerzas combinadas de las milicias de Stormwind y Lakeshire superaban en número a las de Blackrock, y se hablaba de que tal vez todos los campamentos circundantes se retirarían a la fortaleza de Stonewatch. Sin embargo, hasta el momento no se había dado ninguna orden. El paso de las Estepas Ardientes también había sido sellado. Era la única forma de entrar y salir, a menos que se pudiera volar con un grifo o un wyvern. No habría más refuerzos ni suministros de la Montaña Roca Negra. Sasha se preguntó distraídamente si su propio padre formaba parte de esa fuerza. —Parece que tu papá está enojado —bromeó Gorthan. Sasha hizo una mueca y sacó la lengua. —El rey no es mi papá. —lo reprendió. —Será una guerra sangrienta —dijo Gorthan ahora con seriedad, mientras miraba la gran hacha de guerra que estaba apoyada en el soporte de la tienda. Sasha se preguntó qué estaría pensando, casi parecía triste. No sabía qué la poseía en ese momento, pero se levantó y se sentó a su lado. Le rodeó la enorme cintura con el brazo hasta donde pudo y lo apretó con fuerza. —¿Está mal que tu gente se preocupe románticamente por otros que no son de tu especie? —soltó Sasha. Gorthan giró su cuello de toro para mirarla, sus orejas se movieron y su labio superior se retrajo un poco dejando al descubierto sus grandes colmillos. Su melena negra colgaba sobre sus brillantes ojos dorados. —No —dijo con voz profunda y ronca—. Si quisiera un troll como compañero, podría elegir uno. —No estoy hablando de un troll Gorthan, ¿estoy hablando de un humano? —corrigió Sasha. —El ser humano es demasiado pequeño, demasiado frágil. —Sacudió la cabeza y los dientes que rodeaban su enorme cuello resonaron. Sasha suspiró, consciente de que tenía sentimientos que ya no podía negar. ¿Por qué no había huido? Era porque en el fondo de su corazón no quería hacerlo. Gorthan la había visto tal y como era y quería ser, de una forma en que ninguna de sus contrapartes humanas lo había hecho jamás. Su propio padre la había comprendido, pero incluso él la había apartado de sus sueños. No quería volver a la vida mundana que su familia había planeado para ella. —No, los humanos no somos Gorthan —dijo suavemente mientras lo besaba tiernamente en la mejilla. El conflicto directo no estaba lejos, el futuro era incierto. Pasó sus delicadas manos blancas por ambos lados de su inmensa mandíbula, deleitándose con su espesa barba incipiente. Recorrió sus enormes músculos trapezoidales, deteniéndose allí debajo de su cálida melena de pelo n***o. Él simplemente la miró perplejo, con la cabeza ladeada hacia un lado. —Eres una pequeña descarada. —dijo, atrayéndola hacia él como si fuera de porcelana. Para ser una criatura enorme, podía ser increíblemente tierno. Otro hecho que nunca le habían enseñado que podían ser los orcos. No era ese monstruo apestoso, horrible y tonto de los cuentos de su padre. Se sentó en su regazo, de frente a él, con las piernas colocadas a ambos lados de su torso de hierro. Podía sentir su calor, su vida, su vitalidad masculina. Cerró los ojos y lo besó en los labios. Fue una sensación muy extraña, él era todo dientes y lengua, pero el beso no fue desagradable. Los húmedos intentos de Graham de besarla no tenían nada que ver con este orco magistral y seguro de sí mismo. Se inclinó sobre ella, poseyéndola, cubriéndola con la cortina de su espeso y oscuro cabello. Sus lenguas se batieron a duelo durante unos momentos, Gorthan la dominó e invadió su boca con la suya increíblemente grande, ella se estremeció bajo su conquista sin aliento. Sus pezones se habían endurecido y endurecido bajo la tela áspera de su camisa, y sus dedos ya los buscaban. Los pellizcó con la fuerza justa para hacerla temblar de deseo. Ella sintió que la humedad comenzaba a aparecer debajo, y se retorció en su regazo. Sus labios se separaron y él ahora estaba mordisqueando su cuello debajo de su cabello, estaba mordiendo y chupando su piel lo suficiente para hacer que la sangre subiera a la superficie, estropeando la suave carne clara con una floración de color púrpura rojizo. Su centro ya estaba húmedo y ardía de necesidad. Justo cuando ella ya no podía soportar más sus provocaciones, él la hizo rodar sobre las pieles. Ella yacía allí despeinada y jadeante, con los ojos brillantes de deseo y las mejillas sonrojadas. La colocó debajo de él, él estaba encima a cuatro patas. Muy lentamente le quitó la camisa. No era como la última vez que lo había intentado. Sasha se retorció debajo de él, ayudándolo a quitarse la ropa que rápidamente se estaba convirtiendo en un molesto impedimento para su deseo. Ella se retorció para quitarse los pantalones y se quedó allí sobre las pieles con los brazos alrededor de su espalda. Él era tan grande que ella no podía hacer que sus dedos se encontraran a lo largo de su cuerpo. La besó de nuevo y ella se derritió contra él. Podía sentir su enorme dureza hinchándose debajo de su taparrabos. ¡Oh, Dios, era enorme! Al darse cuenta de eso, se quedó paralizada. ¡Lo que quería era imposible! —No temas, pequeña Sasha —dijo con ternura, como si leyera su mente, y su voz baja no era más que un gruñido profundo—. No te haré daño. Eres tan pequeña, hazme otra cosa. Antes de que pudiera preguntarse qué sería eso, él se puso de rodillas sobre ella y se quitó el cinturón y la manta. Los ojos de Sasha miraron su inmenso m*****o sin cortar con incredulidad. Ella pensó que los orcos eran grandes, pero él superó incluso sus expectativas más alocadas. —Pon tus manos aquí. —ordenó. Hizo que Sasha colocara las manos a ambos lados de sus pequeños pechos, ahuecándolos y dándole un valle donde colocar su m*****o palpitante. Una vez que ella hizo esto, él comenzó a frotarse contra el valle que ella había creado entre sus hermosos montículos. No tardó mucho en obtener resultados. Sasha, que yacía tranquilamente abajo, podía sentir la tensión en su amante orco. Su enorme cuerpo empezó a temblar y ella podía oír el cambio en su respiración acelerada. Gruñó mientras sus manos apretaban las pieles y arrancaban la pelusa de las pieles. Se desplomó sobre ella mientras ella sentía su cálida humedad explotar entre sus pechos y debajo de su barbilla. —Ahora te toca a ti —dijo sin aliento, hundiendo de inmediato la cara entre sus piernas. Sasha jadeó cuando sintió que su enorme lengua le rozaba los lugares más sensibles. Se retorció y gimió bajo su bienvenido asalto, no tenía idea de que esto pudiera sentirse tan bien. Tenía miedo de tener su m*****o lleno de dientes tan cerca de sus lugares más delicados, pero ese miedo pronto se olvidó cuando él la trabajó expertamente hasta alcanzar el éxtasis orgásmico. Sasha gritó y arqueó la espalda, abrazándolo con fuerza, con los dedos entrelazados en su cabello. Casi podía sentir y ver un arcoíris de colores mientras su cuerpo se llenaba de oleadas de placer ante su insistencia. Consumidos, permanecieron juntos en la oscuridad, con los cuerpos entrelazados. No era la primera vez que Sasha imaginaba algo así, pero era mejor. —¿Crees que algún día seremos capaces de...— Estaba demasiado avergonzada para dar más detalles. —Sí. —dijo. —Ahora vamos a dormir un poco.
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