Llegada la hora acordada Karl en compañía de sus dos guardaespaldas y fieles servidores y los que acaban de sumarse a su anillo de seguridad, sin tocar la puerta, entra a la casa de sus padres. Cuatro de ellos se distribuyen estratégicamente dentro de la sala de estar mientras que los otros se quedan en la entrada de la casa. - Buenas tarde-noches –llama en tono de voz alto anunciándose-. - Karl buenas –le saluda su tía Eunice- ya vienen Erasmus y Dymas –le dice la mujer nerviosa, volteando para retirarse hacia la cocina-. - Deberías estar presente en lo que voy a decir, pues no lo repetiré dos veces –le dice Karl con firmeza- Espero no me hagan esperar, la paciencia no es una de mis mejores virtudes. - No es necesario, aquí estamos –le responde su tío Dymas- ¿A

