CAP 1 - Comienzo

1229 Words
Pov Anna Belle 2 meses después. Mis padres son unos desgraciados, ahora entiendo porque nadie me buscó durante tanto tiempo, a mí padre siempre le gusto apostar, era un ludópata empedernido y al final terminó pidiendo y debiendo dinero a quien menos le convenía, un mafioso dedicado a un montón de negocios turbios, oscuros y asquerosos, que se hace llamar Rey. Mí madre, cómo siempre, tan drogada que ni siquiera notó mí ausencia, Carlo fue quien me contó todos, y que había pasado por delante de mí casa y siempre había gente rara de n***o que le daba miedo. Debí suponerlo, todos estos años no he significado nada para ellos, solo un objeto que intercambiar por sus adiciones. Me ha estado escondiendo en casa de Carlo durante todo este tiempo, me sacó la bala, me cosió, se encargó de curarme y de ayudarme a caminar de nuevo, me ha preguntado durante semanas que ha sido de mí pero no puedo hablar de eso, no estoy preparada y contarle solo le expondría a un peligro innecesario.  Solo quiero olvidar estos últimos diez años, pero las pesadillas de cada noche lo hacen casi imposible. El mayor problema durante ese tiempo ha sido el periodo de abstinencia, los sudores fríos, los espasmos, y el intentar no colocarme con cualquier medicamento que Carlo tenía en la clínica solo para intentar evadirme de la triste realidad que me rodea. Ha sido paciente y se ha puesto en contacto con unos tíos lejanos que viven en la otra punta del país, en un lugar apartado en las montañas, para que pueda ir a vivir con ellos, aceptaron sin problemas pero con la condición de que no contactaran con mis padres. Carlo sacó un billete para mí y me dio algo de dinero. Me daba pena irme y estaba aterrada, de echo he estado aterrada con que me encuentren todos los días desde que escapé, no me relaciono con nadie, no hablo con nadie, no miro a nadie, evito el contacto, me ha convertido en una mujer temerosa y asustada de todo y de todos de por vida, en alguien débil y frágil, alguien que solo sirve para una cosa, dar placer a los hombres sin importar que me golpeen o me hagan daño, me terminó por convertir en su puta personal cuando apenas cumplí los trece años. Me ha destrozado la vida.  Todos me llamaban Esmeralda, despojándome de esa forma hasta de mi propia identidad, nadie sabía mí nombre real. Aún así yo me lo repetía todos los días para no olvidar, consiguió quitarme todo menos eso. Intentaría comenzar de nuevo en un nuevo lugar, por lo menos hasta que cumpliera los dieciocho y pudiera irme para no poner a nadie más en peligro. - Prométeme que comerás, que intentaras hacer amigos y que iras a un psiquiatra, no olvides acudir a las reuniones de A. A. te vendrá bien conocer otras historias para no recaer. Prométemelo- dijo poniendo sus manos en mis hombros. No me gustaba que me tocaran, algo a lo que Él parecía ignorar a pesar de mis caras de asco, aunque fuera con cariño y un acto involuntario. Podía ver como insistía a través de mis gafas de sol. - Lo prometo- murmuré más para el cuello de mí camisa que otra cosa, pero cuando me vio asentir con la cabeza se separo para así verme mejor. - Te voy a echar de menos, te he comprado un teléfono desechable con mí número dentro, llámame sin importar la hora. También te he metido dinero en la bolsa, no- dijo cuando iba a hablar - solo para caso de emergencia.  Pasajeros del vuelo 714 embarquen por puerta tres Era la hora, la despedida definitiva, con un gran suspiro enseñé el billete y la identificación falsa que Carlo consiguió para mí a la asistente, fue difícil encontrar a alguien que no trabajara para el Rey. Me devolvió las cosas y entré al túnel hacia el avión. Coloque la pequeña bolsa de viaje en mis piernas y me abroché el cinturón de seguridad, mí primer vuelo, ventanilla. -¿Primer vuelo? - Asentí sin mirar a la viejita que se sentaba a mí lado.- Tranquila, sentirás un cosquilleo por el cuerpo y hasta un poco de nervios y miedo, pero la vista merecerá la pena. Ni siquiera me giré a verla, solo apretaba fuertemente la bolsa entre mis largos dedos mientras respiraba para calmar el bombeo del corazón, comenzaron las indicaciones de las azafatas de como actuar en caso de emergencia, presté toda la atención del mundo mirando como movían las manos y de donde caería la mascarilla en caso de emergencia, al poco de que comprobaran que todo el mundo estuviera asegurado, ellas se sentaron. -¿Preparada? "A decir verdad no, tengo miedo" El avión comenzó a moverse, primero posicionándose para después empezar a coger velocidad, cerré los ojos cuando sentí una leve inclinación y ese cosquilleo que decía la señora. De un momento a otro la señora tocó mí mano haciendo que me sobresaltara y la mirara, tenía una mirada muy dulce. -Mira Por instinto miré como dijo y era verdad, la vista era maravillosa, a través de las nubes podía ver el mar y todos sus preciosos colores, creo que fue la primera vez que sonreía en años, o al menos, un intento, no sé, de alguna manera me sentía en paz, no solo me permití estar tranquila, tenía la sensación de que dejaba atrás todo lo malo, de que no me encontrarían nunca, de que podría ser feliz con una vida diferente. Durante toda el tiempo que duro el viaje miraba por la ventanilla las nubes, tan esponjosas que parecían algodón de azúcar, me encantaría comer uno. Ojalá este avión no aterrizara y pudiera seguir volando hasta la otra punta del planeta. Me puse nerviosa de nuevo cuando la luz del cinturón se volvió a encender y avisaban de que comenzaríamos a bajar para el aterrizaje, otra vez comencé a apretar la bolsa contra mí sintiendo ese cosquilleo de nuevo. La señora de mí lado se despidió mientras yo solo asentía, salí de las últimas, volvería a salir al bullicio del aeropuerto y a encontrarme con mí prima, no nos veíamos desde que éramos niñas. Con mis gafas de sol puesta y agarrando la bolsa busqué con la mirada mí nombre en un cartel. Anna. Me acerque a la chica que mantenía el cartel, tenia el cabello en tonos morados y vestía unos pantalones vaqueros bastante ajustados junto a una sudadera que la llegaba por el muslo. Pero no estaba sola, venia acompañada por él, un chico de cabello n***o y algo rizado hasta los hombros con sus gafas de sol completamente opacas que no impedían ver su mirada, estaba un poco más separado, con los brazos cruzados y una muesca de disgusto en su cara. "Genial, tenía que venir con su novio" Me acerqué a ella y el hombre retrocedió un poco más. -¿Anna? - Asentí sin hablar y sin quitar mis gafas. - ¡¡Cuanto tiempo!!- quiso darme un abrazo pero levanté la mano y di un paso hacia atrás para impedirlo. No dijo nada, sí se quedo un poco sorprendida por mí gesto pero con aquel chico allí delante no podía hablar, tampoco sabría que decir. ¿Por qué tubo que venir acompañada?
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