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947 Words
Llego a la clase y veo a mis amigas sentadas en sus sitios, hablando en susurros. Me ven y se callan. —Muchas gracias por esperarme antes. —Lo siento mucho Marina , es que Lucía y Elisabet corrieron y yo las seguí pensando que ibas detrás mía. —No importa. Está bien. —¿Dónde estuviste? Elisabet y Miriam me miran fijamente curiosas. No debería explicarlo, me dejaron sola. No es la primera vez que lo hacen, además. Desde que conocí a Miriam y a Lucía, Elisabet me deja sola alguna vez y se va con ellas. Y ellas no se preocupan por mí. —Estuve con la profesora de Lenguaje platicando. —¿Enserio? No intentes hacerle la pelota para que te apruebe Marina, te conocemos muy bien. —¿Pero que dices? Yo no hago esas cosas Elisabet. Alguien entra a clase, miro el horario, ahora toca Inglés. Todos miramos a la profesora. Tiene el pelo ondulado y pelirrojo, es delgada, lleva labial rosa oscuro. —Buenas tardes chicos, mi nombre es Adriana Sánchez y os voy a dar la asignatura de Inglés. Espero que todos trabajéis mucho, ya que mandaré mucha tarea para casa. No puede ser, nos tocó una amargada de la vida. Toda la clase cuchichea lo amargada que es. Pasan la clase toda la hora cuchicheando mientras la maestra explica como llevará la asignatura. Toca de nuevo , como es el primer día, nos vamos antes a casa. Todos recogemos nuestras cosas y salimos. Veo a Ana , con las cajas de nuevo. —¿Te ayudo, Ana ? —No te preocupes cielo , yo puedo sola. Tras decir eso , veo que se le iba a caer una de éstas. Así que le acabo ayudando. —Gracias. —No hay de qué. Vamos de nuevo al departamento y entramos. Dejamos las cajas donde antes y la miro. —¿No me dijistes antes que te tocaba departamento? —Si , te lo dije. Pero tenía guardia en una clase. —¿Faltó un profesor ya el primer día? —Sí, es extraño. Nos reímos y luego nos miramos sonriendo. —Venga, salgamos ya que nos encierra la limpiado. —Sí. Bajamos, ella se va a la sala de profesores y yo hacia la salida. Aprovecho y cojo el móvil. Iba muy distraída y me choco contra alguien. Me caigo y le tiro los papeles. Recojo los papeles y con la cabeza baja , le pido perdón. —Lo siento mucho. —No te preocupes , no pasa nada. ¿Eh... puedes levantar la cara? Me gustaría saber quién eres. Levanto la cara y la miro. Es la profesora de mates. Ella me mira y sonríe. —Hola Marina. —Hola , lo siento mucho de verdad. —No te preocupes de verdad , yo también soy distraída con el móvil. Las dos sonreímos. Yo iba a irme ya , pero ella me jala del brazo. Me paro y la miro. —Oye , Marina, si necesitas ayuda con mates no dudes en preguntarme para ayudarte. Que no te dé vergüenza. —Lo tendré en cuenta. Le sonrío y lo mismo hace ella. —Puedes llamarme María Jesús o Mari cuando estemos solas. —Lo haré. Bueno , adiós. —Adiós corazón. ¿Me acaba de decir corazón? Entre que Ana que me ha dicho preciosa y que ahora María Jesús me ha llamado corazón, estoy flipando. No estoy para nada acostumbrada a este tipo de trato, sinceramente. No sé que me pasa con ella , pero me agrada un montón. Creo que me llevaré genial con María Jesús , al igual que con Ana. Salgo del recinto escolar y voy camino a mi casa. Llego a ésta y subo a mi habitación para dejar mi mochila. La pongo encima de la cama, bajo y miro en la nevera para comer algo. Veo que no hay nada, así que pido una pizza. Luego iré a comprar, como siempre. A los 10 minutos, llaman a la puerta y la abro. El chico de la pizza me la entrega y yo le pago. Cierro la puerta y me siento en el sofá. Pongo la pizza en la mesa de enfrente y voy cogiendo las porciones. Cojo el móvil y miro las r************* . Miro i********: y me meto en el perfil de mis cantantes favoritas. Han subido fotos, le doy me gusta y luego comento. Miro Twitter pero no hay nada interesante. Termino la mitad de la pizza y la otra mitad la guardo para la cena. Miro la hora, son las 16:30, iré a comprar dentro de una hora más o menos. Pongo la tele y hago zapping , pero no echan nada más que noticias. Pasan 2 horas y miro el reloj. Cojo dinero y me voy al supermercado a comprar para la semana entera. Voy andando, aunque estaré unos 20 minutos caminando. Llego, cojo una cesta y me adentro en éste. Compro lupinerias y luego cojo las cosas algo más sanas, como verduras y alguna fruta. Llego al pasillo de refrigeración, cuando se cae un bote al lado de una mujer que había a mi lado. —No puede ser. Miro hacia la mujer y le ayudo a recoger los cristales. —Gracias por ayudarme , pero te vas a cortar. Las dos nos miramos, es María Jesús. Qué casualidad. —No me voy a cortar, seño. —Si te vas a cortar, anda , dame los trozos. Se los doy con mucho cuidado. —Ahora lo tendré que pagar, aunque no debería porque no he sido yo quién lo ha colocado mal. —Te lo pago yo.
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