Amaia
Miro por el retrovisor. El sedán azul se mantiene a cuatro o cinco autos de distancia, como lo ha hecho desde que salí de Hillary’s. Pasé por allí después de dejar a Frederick en casa de mi madre para recoger mi horario y pedir cambiar un par de días para acomodar un musical en la escuela de Fred y un evento de catering. El sedán salió detrás de mí y me ha seguido desde entonces.
Al acercarme al desvío hacia mi casa, considero llamar a Tristán. No lo he visto en persona en unos días, nuestros horarios se niegan a coincidir. Hemos hablado por teléfono varias veces al día. El estrés de su campaña y nuestros horarios ridículos han limitado nuestro tiempo juntos.
Sin embargo, es lo mejor. Todo ha sido un torbellino estos últimos meses desde que nos conocimos en el evento benéfico, y e
