Tristán
Lanzo la carpeta sobre el escritorio. Desliza por la superficie de vidrio y golpea el soporte de mi pluma.
—Maldita sea, Jack. No tuvo problemas con el presupuesto hasta ahora. Sabes tan bien como yo que Monroe lo llamó y lo presionó para, ya sabes, presionarme a mí.
—Tienes toda la razón —Jack se empuja las gafas hasta la punta de la nariz y me mira desde el otro lado de mi escritorio.
Gimiendo, empujo mi silla hacia atrás para darme algo de espacio.
Él hojea algunos papeles y saca otra hoja. —Esto llegó hoy por correo certificado.
Lo lanza sobre mi escritorio y lo recojo, con una sensación de temor hundiéndose en mi estómago. —¿Qué es esto?
—Es una carta del abogado de una tal Gabriella Winston, también conocida como la madre de tu bebé no deseado. Ha subido su precio a ci
