Bastián abrió los ojos, intranquilo. Recordaba haber pensado que no era normal sentirse tan soñoliento antes de perder la conciencia, entonces había intentado con todas sus ganas mantenerse despierto, pero no lo había logrado. Recordaba también haber escuchado algo que le oprimió el corazón, aunque no sabía qué era, pues estaba demasiado perdido por el poco alcohol consumido antes de dormir; pero esos sonidos extraños en el silencio de la noche le tenían como en medio de un raro sueño del que, a base de fuerza de voluntad, había salido. Lo primero que notó fue que Thamara no estaba en la cama, y en la oscuridad sintió su estomago revolverse. Caminó como pudo hasta la habitación de sus hijos, para encontrar que ninguno de los dos estaba tampoco y suplicó al cielo que todo fuera solo una

