—¿Cómo estás? —preguntó Renata, entrando a la habitación en la que, le habían informado cuando preguntó, se encontraba el niño que habían llevado con ella, y quien, según el médico, pronto estarían bien. —¿Cómo estás tú? —preguntó Sebas, emocionado por al fin ver a la mujer que le había llevado a esa casa donde, a pesar de no haber sido tratado mal, no se sentía del todo cómodo. —Estoy bien —aseguró Renata, sonriendo—. ¿Cómo te sientes tú? —Pues del cuerpo bien —dijo el chico en respuesta—, pero no me siento a gusto en este cuarto, además, la gente me trata raro. —¿Raro? ¿Alguien te trató mal? —cuestionó la chica, que, en realidad, no creía que hubiera pasado. Todo el personal de su casa era confiable y amable. —¡No! —se apresuró a responder el chico—. Todos son buenos, me dan de

