-6-

1189 Words
Asia estaba parada en medio de la sala con una expresión de decepción mezclada con preocupación y tristeza. -Mamá…-murmuré pero Anthony me tomó por el cabello y poco le importó lo que chillé mientras llevaba mis manos sobre las suyas- ¡Mamá, ayúdame!- insistí gritando mientras él me conducía a el área prohibida de la casa. A esa habitación que tenía bajo llave y mi corazón se agitaba. -Si no hubieses hecho las cosas mal, si tan sólo pensaras mejor antes de actuar- dijo él con enojo mientras abría la puerta- Si quieres ser una perra te enseñaré de qué va, antes de que otro lo haga lo haré yo. -¡NO, NO, PAPÁ!- sollocé con el corazón agitado.  -¡NO SOY TU PADRE!- gritó con fuerza y me encogí de miedo- Nunca quise serlo y si no fuese por Asia nunca te hubieses cruzado en mi camino, pedazo de sinvergüenza de mierda- Me soltó y trastabillé un poco antes de caer de bruces al suelo. Él tomó algo de un estante, no podía ver a mi alrededor por más que quería, el miedo no me permitía mirar a otro lado que no fuese a su cara. Estaba transformada de ira, su mandíbula desencajada al igual que sus ojos. Él se acercó a mí y apreté los párpados intentando percibir el golpe antes de que llegara. Pero cubrió mi cuello con algo. Era apretado, él lo abrochaba por detrás y yo era incapaz de moverme demasiado por miedo a que eso lo pudiese alterar. En su mano tenía una cadena y recordé esas gruesas que usaban los perros de razas grandes. me di cuenta de que el otro extremo estaba en mi cuello. Él me trataba literalmente como a una perra. -Camina, Clara- ordenó dándome una mirada de advertencia- O, más bien, mueve esas patas- dijo con una pequeña sonrisa maliciosa, yo tenía mucho miedo de desobedecer y empeorar todo esto. En mi cabeza ni siquiera era tan malo lo que había hecho, quiero decir, ¿No se supone que en la adolescencia se experimente de forma s****l? Yo no tenía la culpa de estar próxima a casarme, ni siquiera era mi opción. -Por favor, castígame de otra forma, no me hagas esto- supliqué una última vez y se volvió sobre mi- No, no- chillé cayendo de espaldas al suelo. Él pegó su frente a la mía y sus ojos furiosos no me permitías esquivar su mirada. -¿Te crees en la potestad de exigir, pequeña revoltosa calenturienta?- preguntó furioso- ¿Sabes qué dijo tu directora? Que a la primera que vio en esa habitación fue a ti. ¡A TI, CLARA!- su saliva cayó sobre mi cara y sentí que me desmayaría en cualquier momento- ¿No quieres moverte? Perfecto, no tengo problema con hacer esto aquí- dijo con voz tranquila y su aspecto no coincidía con ella, lo cual me daba miedo. -¿Qué...Qué vas a--a hacerme?- pregunté asustada con un hilo de voz. -DATE LA VUELTA- ordenó con fuerza y lo hice sin saber lo que acontecería. Anthony Meyer se quitó el cinturón de cuero n***o que usaba y alzó mi falda aún contra mi voluntad. ¿Qué voluntad? Si ni siquiera me negué,no moví mis brazos, estos seguían a ambos lados de mi cuerpo apretados en puños mientras mi boca tocaba mi hombro en un incómodo ángulo- Arquea ese culo como le hiciste a ese imbécil, Clara, no tengo tiempo para juegos- empecé a llorar en silencio, no podía perder mi virginidad de ese modo tan vergonzoso. Alcé el trasero y solté un chillido de dolor cuando sentí el cuero golpear mi sensible piel. Me retorcí pero Anthony hizo un puño en mi cabello y sus golpes sin control caían tanto en mis muslos, como en la cara interna de estos, como en mi espalda baja y en todos los lugares causaba un insufrible dolor. -Para...Para….-supliqué llorando, creo que había contado más de veinte latigazos, ¡Era tan injusto! Sentía mi piel romperse cuando el cuero chocaba contra ella y me causaban cosquillas pequeños hilillos de sangre que corrían por mis piernas.  Me ignoró por completo, golpeó con el cinturón hasta que se cansó. Cuando lo hizo lo noté por su respiración agitada y la ruidosa hebilla de plata cuando esta cayó al suelo. Con ella también caí yo, perdí por completo la fuerza y ni siquiera lloraba demasiado alto. Mi piel latía. -Desnúdate- ordenó con voz ronca y alcé la cabeza aterrada. -¿Qué?- pregunté sin poder tragar y me dio una simple mirada que me dejó claro lo que había escuchado. Poco a poco me arrodillé para no apoyarme en mi trasero, y aunque con dificultad debido a mis temblorosos dedos, logré quitarme la camisa del colegio, también quité mi brasier apenada mientras mi largo cabello cubría mis pezones. Me quité lo falda y no hice lo mismo con mi pantaleta delgada de algodón blanco por pudor. Tampoco me quité las medias que llegaban a mi medio muslo y eran del mismo tono. Me paré sin mirarle a la cara, de medio lado, y no hizo nada por varios segundos hasta que escuché sus pasos. Él se movió hacia la punta de la cadena y la tomó, sentí el jalón y sin decir nada, sobre mis pies, caminé lentamente, escuchando el pedazo de cadena en el suelo arrastrarse libremente. Me condujo hacia un muro de concreto. Fruncí el ceño mientras veía las argollas incrustadas en la pared formando un cuadrado. ¿Qué carajos? Me cayó la información como lo haría un balde de agua fría. Anthony me miró y sin detallar en mi cuerpo tomó una de mis muñecas con brusquedad para, con un rápido movimiento, halar la argolla ajustable y envolver mi mano con ella. Abrí los ojos horrorizada. Muy tarde, hacía lo mismo con la segunda. -¡No me hagas esto, por favor!¡No más!- suplicaba con voz quebrada, y aunque le di un poco de batalla a la hora de cubrir mis pies con las mismas piezas metálicas, él, mi padre adoptivo, logró inmovilizarme y sin siquiera mirarme arrastró un pequeño carrito de hierro en el cual encima había un aparato- ¿Qué es eso?- pregunté asustada. Él no dijo nada, veía chupones en él- ¿QUÉ ES?- dije retorciéndome pero logró cubrir uno de mis pezones con un chupón rojo. Hizo lo mismo con el otro. Él metió la mano en mi entrepierna, chillé intentando que alguien me ayudara pero era inútil, él no me hizo nada, al parecer, buscaba mi clítoris y en este, en lugar de poner un chupón, puso algo parecido a una pinza de ropa que, como los demás accesorios, tenía un cable n***o que se conectaba a la máquina. Me provocaría descargas eléctricas, me di cuenta cuando tomó un pequeño control. Anthony me miró con una expresión seria. -Quiero que después de cada choque digas “Soy una perra mala y seré una niña buena” en voz alta, sino, la siguiente será más fuerte que la anterior. -No, papá, yo---- ¡AAAAAAAAAAHHHH!- la primera descarga llegó.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD