Media hora más tarde estaba colapsada sobre mi pecho, mi cabeza colgaba. Me había orinado un par de veces, era asombrosamente chocante el correrme gracias al dolor y a la vez que esto suceda frente a quien se supone es mi padre adoptivo y tenía, hasta dentro de unos pocos días, la obligación de cuidar de mi bienestar y salud. Anthony dejó la máquina a un costado. -Dilo- pidió con voz tranquila. Ni siquiera alcé la cara, pronuncié la estúpida frase que me había hecho repetir como una imbécil. -Soy una perra mala y seré una niña buena- para mi sorpresa él dejó el pequeño control sobre la máquina. Mi cabeza dolía demasiado y mi cansado cuello no podía más. Él se acercó a mi y no pude evitar temblar de miedo. Quitó los chupones de mis pezones y apreté los ojos del dolor que sentí cuando la pie

