-KIRAL- -Madira no me puede hacer esto- bufé expulsando el humo de mi narguile con exasperación. Mi mejor amigo y confidente, Fadel, estaba a mi lado y estaba tan consternado como yo con la idea de mi madre adoptiva. -¿Cuánto tiempo más seguirá creyendo que tú eres su pequeño hijo?- preguntó en voz alta lo mismo que martillaba en mi cabeza- ¿Y siquiera es bonita? Lo miré con ojos asesinos. -Te he dicho que es occidental- se encogió de hombros. -No estás respondiéndome, Kiral- reconoció haciéndome blanquear los ojos. -Sí, Fadel, es bonita y tiene buenas caderas para amasar y para tener hijos, pero esa no es la cuestión aquí, ¿Qué no lo ves? -Lo que veo, hermano- dijo estirándose para tomar su manguera e inhalar un poco de humo para expulsarlo y llenar el ambiente de esencias de can

