v Muchas familias tienen un don, como cantar como ángeles, tocar un instrumento a la perfección, bailar como hoja que lleva el viento y son dones hermosos.
Pero en mi familia no sabría decir si es un don o una maldición, pues nosotros no cantamos como los ángeles, ni tocamos un instrumento a la perfección y mucho menos bailamos como hojas que lleva el viento, nuestro don es más frio y en su mayoría siniestro.
Nuestro don es poder ver o sentir y en alguno de los casos ser poseído por un ser que ya a esta muerto.
Pero en la familia, solo puede hacer una cosa, ya sea poder verlos, sentirlos y hasta la fecha no conozco a nadie que ha sido poseído por uno, hasta el momento que yo nací.
Nací un 11 de febrero del año 2000 fui la primera nieta en mi familia, me pusieron de nombre Andaira.
Mis primeros años dentro de lo que cabe fueron normales, crecí los primeros tres años de mi vida, con un compañero de travesuras tres meses más grande que yo, mi primo llamado Alec, hijo del hermano de mi madre.
Pero termino muy pronto esos momentos aparentemente normales, pues a los tres años ya podía ver a esos seres muertos, fantasmas los llaman.
Cuanta mi madre que tenía tan solo dos años cuando los empecé a ver, no le tomo importancia cuando se dio cuenta, porque dicen que es normal que los bebes y los niños pequeños los vean.
Dicen que era un niño al que veía y que le daba el biberón porque tenía hambre, ahí fue cuando comenzó todo.
Unos años después, mi madre estaba preocupada pues en cualquier cosa que hiciera de la nada me quedaba inmóvil viendo hacia la nada.
Ella preocupada fue a ver a un pediatra y le dijo que podría ser epilepsia, le aconsejo que me tomara una tomografía para salir de la gran duda y así lo hizo.
Pero no había nada, ni una lesión cerebral, nada, fue ahí en donde ella se dio cuenta que su primogénita cargaría con esta terrible maldición.
Pero mi hermana un año menor que yo no nació con esta maldición, al menos una de nosotras no viviría atormentada.
A los cinco años por primera vez vi a un ente muerto, un fantasma y no sentí miedo, fue un dos de noviembre y el ente que vi dijo ser mi bisabuela.
- ¿Por qué lloras mi niña? –
-Es que mi mamá y mi abuela salieron y estamos solas-
– Ay mi niña, no te preocupes que por eso venimos nosotros- Levante un poco más la cabeza y detrás de esa señora de cabello canoso y que usaba un bastón, había un señor delgado casi calvo.
–¿Quiénes son?-
– Nosotros somos tus bisabuelos, somos los papás de tu abuelita, mi nombre es Carlota- y el Felipe- .
Me les quedé viendo y no sentí ni una pizca de miedo, por este par de ancianos que tengo frente a mí.
- Es hora de irnos Felipe, ellas están por llegar- el asintió, la tomo del brazo
– No quiero que se vallan, me voy a quedar sola – Nunca estarás sola pequeña, cuando mires el cielo, en la noche y veas dos estrellas juntas seremos nosotros observándote y cuidándote desde arriba-.
Se dieron la media vuelta y comenzaron a caminar y a desvanecerse poco a poco y comencé a llorar de nuevo, no por miedo sino porque sentí que perdí a alguien importante, a esos dos viejitos que nunca conocí.
Escuché a mi mamá y a mi abuela entrar a la casa
– Ay ya igual y ya vino mi mami a comer- Corrí a los brazos de mi mamá y ella me cargo
– Vi a mi abuela-
-Pero si ella viene apenas del trabajo-
- ¿Viniste a comer por la tarde? –
-No hija, no me daría tiempo-
-¿Cual abuela viste? -
-Una señora con bastón y su cabello es blanco, vino con mi abuelo y dijeron que si me sentía sola viera al cielo y cuando viera a dos estrellas juntas eran ellos viéndome-.
Mi mamá me bajo y se quedó viendo a mi abuela, sabía que los podía ver ya no había duda de eso.
-Si hija, cuando veas esas dos estrellas son tus abuelos cuidándote- Dijo mi abuela, nos sentamos a cenar, y el momento ni siquiera quedo guardado en mi memoria, pero si en la de mi mamá y la mi abuela.
Paso todo un año sin ningún incidente, ahora los llamo así.
Los fines de semana nos íbamos, con mi abuelo, el papá de mi mamá, era como un divorcio, pero entre padre eh hija y mi abuelo solo tenia las visitas de fin de semana.
El es mi adoración, gracias a el los primeros siete años de mi vida ni siquiera me di cuenta que mi papá no estaba presente.
Un día de la nada después de que mi abuelo nos dejara en casa con mi mamá a la hora de despedirnos se apodero de mi una ansiedad y una desesperación de verlo irse, a tal grado que lloraba a mares.
-No llores chocolatatito, nos veremos el próximo fin de semana-
-Si, hija lo veras el próximo fin de semana-
-¡No!, es que si se va ya no lo voy a ver-
Yo hacia de todo para que zafarme de los brazos de mi madre para irme con mi abuelo y el con tal no verme llorar regresaba, con la esperanza de que se quedara y el con que yo me calmara, pero siempre que se iba era mismo, hasta que un día entendí el porque.
Un día, mi abuelo se enfermo y ahí fue donde empezó todo, cada vez pasábamos más tiempo al cuidado de una tía.
Un día, ya estábamos todos comiendo en casa de mi abuelo, había tíos que no había visto, oh no recordaba hacerlo.
Mi abuelo, siempre se aseguraba de que comiera, ya que era una niña muy melindrosa con la comida, así que me dejaba jugar y comer con tal de que me comiera todo, ese día mientras jugaba a las atrapadas dentro de la casa, para esconderme , agarre de mi abuelo y me escondí detrás de el.
El se quejo y por alguna razón todos se acercaron a el para ver si estaba bien, yo me gire para verlo y aunque el sentía dolor, el solo tenía una sonrisa para mi.
Un día regresando de la escuela, mi tía nos llevo a la casa y puso un poco de ropa para nosotros, nos dijo que nos quedaríamos con ella y nosotras lo vimos como una pijamada.
Unos días después, llamaron al teléfono que mamá había dejado para comunicarse con nosotros.
-Bueno-
Conteste pero no se escuchaba nada, colgué, el teléfono volvió a sonar y paso lo mismo, al final sonó el teléfono de mi tía, ella se salió a contestar.
Unas horas después, vinieron por nosotras a la casa de nuestra tía, pero había lago extraño, todos vestían igual, de pronto una sensación que conocí antes se apodero de mi.
Nuestro tío, el hermano de mi mamá, tomo a mi hermana de la mano y la hermana de mi mamá tomo la mía
-¿Donde esta mi abuelo?- Pregunte y pude ver como algo se rompía dentro de ellos, entonces lo supe
-Mira, a tu abuelo ya no lo podrás ver, pero el a ti si, el te va a cuidar desde el cielo, será un ángel para ustedes-
Yo no recuerdo la reacción que tuve pero dentro de mi sabía, a los siete años ya lo sabia, lo supe desde antes
el había muerto