El Fuego de la Cocina

1638 Words
POV JOHANH El infierno no tiene llamas, tiene fogones a todo gas, cuchillos afilados y chefs gritando hasta desgarrarse la garganta. La cocina es un caos absoluto, pero dentro de ese desastre hay un orden. Hay gritos, sí, pero cada uno tiene un propósito. Cada quien conoce su rol, sus tiempos y la importancia de cada segundo. Yo estoy en mi elemento, aunque la adrenalina me haga sentir que mi corazón va a salirse del pecho. La presión es peor que en cualquier otra noche, porque hoy tenemos sentado en la mesa a un cabrón que puede decidir el futuro del restaurante con una sola crítica. Chef Jones, el genio culinario, está en el centro del huracán. Su voz es un trueno que retumba en las paredes de la cocina. —¡Mains en cinco minutos! ¡Si algo no está perfecto, prefiero que te cortes un dedo antes de mandar un plato de mierda! Mi agarre en el cuchillo se tensa, no porque me asuste, sino porque el nivel de concentración que exige esta noche es extremo. Estamos en la recta final del servicio, los últimos platos de la noche se están montando, y cualquier error puede costarnos todo. Mi estación está impecable. Cada corte es exacto, cada salsa tiene el equilibrio perfecto de sabores. No hay margen para fallos. Puedo escuchar el sonido de la carne sellándose en la plancha, el chisporroteo del aceite caliente, el golpe de las espátulas contra los bordes de las sartenes. Todo es un caos coreografiado, un baile frenético donde cada uno de nosotros conoce su parte. Esto es lo que amo. Esto es lo que me hace sentir vivo. Mis manos tiemblan un poco, no de miedo, sino por el subidón de adrenalina. El crítico está probando el primer tiempo. Me obligo a respirar hondo, a mantenerme concentrado. No puedo fallar. —Mierda, ¡más rapidez con esos platos! —gruño, ajustando los cortes de un filete y colocando la guarnición con una precisión quirúrgica. Cada integrante del equipo está dando el 200%. Todos lo saben. Si fallamos, no habrá segundas oportunidades. Finalmente, la cena termina. El crítico se levanta, intercambia unas palabras con Matthew y se va. El silencio que deja tras su partida es más ensordecedor que todo el ruido anterior. La tensión se disipa lentamente, como el humo después de un incendio. Algunos compañeros sueltan risas nerviosas, otros se desploman contra las mesas de trabajo. El infierno ha terminado, al menos por hoy. —Buen trabajo, jóvenes —dice Matthew, con un asentimiento casi imperceptible. Ese pequeño gesto vale más que cualquier palabra. Las despedidas se dan entre sonrisas y alivio. Algunas de las chicas me miran de una forma que deja poco a la imaginación, y más de una me toca el brazo con intención al decirme adiós. Yo sonrío, divertido, pero no me detengo demasiado en eso. Tengo mejores cosas que hacer. Me quedo con Matthew, mi mejor amigo en esta locura. —Joder, Matt, pareces un abuelo amargado —digo con una risa mientras me sirvo un vaso de agua. —Y tú pareces un cabrón salido de una orgía —replica con una ceja alzada. —¿Porque soy feliz? Hermano, necesitas follar. Urgente. Estás demasiado tenso. —Y tú necesitas aprender a ser un poco más... selectivo. Nos reímos entre bromas hasta que Matthew cambia el tema de golpe. —Mi hermana vendrá al restaurante en la semana. —¡Vaya, la hermana perdida hace su aparición! ¡Espero que no sea tan amargada como tú! Matt resopla y me lanza una mirada de advertencia. —Johanh, en serio, ni se te ocurra intentar algo con ella. —Por favor, tengo un poco de autocontrol. —No tienes ni una pizca de eso. Nos reímos y terminamos la noche con un brindis de agua. _____________________________________________________________ Un par de días después... Estoy en la cocina, revisando la mise en place para la noche, cuando siento una presencia en la puerta del restaurante. No necesito mirar para saber que es alguien diferente. Cuando levanto la vista, lo confirmo. Alta. Piernas largas. Cabello recogido en un moño elegante que deja a la vista un cuello estilizado. Y una actitud de "soy la dueña del mundo" que me crispa los nervios al instante. Se mueve con la seguridad de alguien que está acostumbrada a que la miren, que espera que el mundo se adapte a su ritmo. Se detiene frente a la barra y cruza los brazos, claramente esperando que alguien la atienda de inmediato. —¡Tú! —dice con voz firme, clavando sus ojos en mí. Su tono ya me cae mal. —Johanh —corrijo con sorna—. "Tú" es demasiado genérico. —Como sea. Quiero hablar con el encargado. —Lo estás viendo. Ella levanta una ceja, analizándome como si tratara de encontrar alguna falla en mí. Malas noticias, nena. No soy fácil de intimidar. —Eres grosero. —Y tú eres una maldita pesadilla con tacones, pero aquí estamos, aguantándonos mutuamente. Ella abre la boca, seguramente para soltar alguna estupidez más, pero antes de que pueda responder, Matthew aparece a su lado. —¡Olivia, viniste! Olivia. La hermana de Matt. Por supuesto. Ahora todo tiene sentido. —¡Hermanito! —dice ella, abrazándolo con una sonrisa que desaparece en cuanto me vuelve a mirar—. Y tú sigues aquí. —Qué perceptiva. Matthew nos mira a los dos y suspira. —Dios mío, esto va a ser un puto infierno. Y ni él sabe cuán en lo cierto está. Los siguientes minutos son un duelo de miradas, un choque de personalidades que apenas comienza. Olivia no es solo una mujer atractiva. Es arrogante, segura de sí misma hasta el punto de la insolencia. Y eso, en lugar de molestarme del todo, me divierte. —¿Qué demonios haces aquí, Olivia? —pregunta Matt, frunciendo el ceño. —¿Qué? ¿No puedo venir a ver a mi querido hermano? —responde ella con falsa dulzura, antes de girarse de nuevo hacia mí—. Aunque la compañía deja mucho que desear. Le sostengo la mirada con una sonrisa ladeada. —Podrías haberte ido en cuanto me viste. Pero aquí estás. Ella aprieta la mandíbula, pero no dice nada. Punto para mí. Matt rueda los ojos y suspira. —Voy a buscar algo de beber. Por favor, no se maten mientras estoy fuera. En cuanto él se aleja, Olivia se inclina un poco sobre la barra, lo suficiente para que pueda notar el perfume caro que usa. —No me agradas —dice sin rodeos. —Dame un par de días. Puede que hasta te guste. Ella suelta una risa seca y niega con la cabeza. —Eres insoportable. —Lo sé. Y aún así, no puedes dejar de hablarme. Sus ojos destellan con irritación, pero también con un desafío que me encanta. Esto apenas comienza.... ___________________________________ POV MATTHEW Desde el momento en que le dije a Johanh que no intentara nada con mi hermana, supe que había cometido un error. No porque pensara que él me haría caso—porque vamos, si algo he aprendido de este cabrón es que es terco como una mula—sino porque probablemente le di justo la motivación que necesitaba para hacer lo contrario. Conozco a Johanh desde hace años. Es un idiota, un engreído de mierda con un talento innegable para la cocina, pero también un cabrón que no sabe cuándo parar. Las reglas para él son más bien sugerencias. Los límites son desafíos. Y mi advertencia… bueno, mi advertencia probablemente sonó como una puta invitación. Así que cuando vi a Olivia y Johanh juntos por primera vez en el restaurante, sentí un nudo formarse en mi estómago. Era como ver dos placas tectónicas a punto de chocar y provocar un puto terremoto. Olivia, mi dulce hermanita, no tan dulce como la recuerdo, pero igual de inquebrantable. Ella siempre ha sido fuerte, con ese aire de superioridad que puede hacer que hasta el más confiado se sienta insignificante. Y luego está Johanh… un desgraciado con una sonrisa de mierda que se cree invencible. Desde el primer intercambio de palabras entre ellos, supe que esto iba a ser una pesadilla. Un desastre monumental. Cada vez que Olivia abría la boca, Johanh respondía con esa actitud de "te reto a que me odies más" y, mierda, lo estaba logrando. Pero Olivia no es de las que se quedan atrás. Si él lanzaba una provocación, ella la devolvía con el doble de intensidad. Si él se burlaba, ella afilaba su lengua como una puta navaja. Y yo, en medio de todo, queriendo arrancarme los pelos. —¡Por favor, no se maten mientras estoy fuera! —dije una vez antes de alejarme. Me arrepentí en el puto segundo en que dejé de vigilarlos. Cuando volví, el ambiente estaba cargado. No había gritos ni insultos abiertos, pero la tensión era tan palpable que sentí que el aire mismo se estaba volviendo espeso. Olivia tenía los brazos cruzados, la mandíbula tensa, pero con ese brillo en los ojos que solo mostraba cuando encontraba algo entretenido. Johanh, por su parte, tenía esa sonrisita de mierda que me daban ganas de partirle la cara. Disfrutaba esto. Quise interrumpirlos. Quise cambiar de tema. Pero sabía que no serviría de una mierda. Y lo peor de todo es que sé cómo termina esto. Conozco a Johanh. Conozco a Olivia. Puedo ver lo que está pasando frente a mis ojos y, joder, no quiero ser testigo de esto. Esto no es solo un coqueteo pasajero. Esto es una puta guerra. Una que va a acabar de dos formas: con uno de los dos destruido o con ambos ardiendo juntos. Y no sé cuál de las dos opciones me asusta más...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD